Se anuncia el relevo en la Corona
06/06/2014 - 23:00
La noticia fue de las que, por inesperada, te producen una impresión de las que no se van de la cabeza en todo el día, de las que te dejan frío sin que de momento seas capaz de salir de tu asombro; pues tienes que esperar a que en tu consciente se acomode la noticia, para prever su repercusión social y política, dada su importancia. No todos los días, ni todos los años, ni siquiera en todas las décadas, se produce la abdicación de un rey, acontecimiento por venir que a los españoles se nos anunció en la mañana del pasado lunes.
Con unos días de distancia desde que se produjo la noticia, uno ha tenido tiempo de situarse, de leer y de escuchar las opiniones más diversas, más peregrinas algunas de ellas, y más contradictorias otras tantas, según la fuente de donde proceden, como corresponde a una situación excepcional como la que estamos viviendo en nuestro país, donde se ha dicho de todo, incluso se ha intentado atemorizar al pueblo con augurios fuera de lugar, sin otro fin que el de sembrar la inquietud y estimular el desorden, por aquello de que a río revuelto, ganancia de pescadores, vivida la experiencia de que al menos, a la corta, caldear el ambiente produce relevantes beneficios, y éste parece ser para algunos, uno de los momentos más oportunos para echar las redes.
Su Majestad el Rey de todos los españoles, después de pensarlo convenientemente, ha considerado oportuno abdicar en su hijo el Príncipe Felipe, porque no se encuentra en las mejores condiciones de ánimo y de salud para soportar el peso que lleva consigo la Corona. Nada más normal y nada más honesto, en este país donde los cargos se adhieren al sillón como lapas; un acto de responsabilidad de lo que rara vez se dan, y que no ha mucho pudimos comprobar, con una buena dosis de extrañeza, cuando se produjo la abdicación del último Papa, verdadero hecho histórico, al que nos tenemos que trasladar cinco siglos atrás en el correr del tiempo, para encontrarnos con algo similar en la historia del mundo. ¿Y qué pasó..? Nada, que llegó un nuevo pontífice que ha proporcionado a la Iglesia nuevos aires, que la gente está con él, y que la vida sigue.
Algo tan singular, sobre lo que se ha escrito y se ha dicho tanto en razón de su importancia, y que va a encontrar al cabo de los días su salida ordinaria. Tendremos un nuevo rey los españoles y todo seguirá adelante con normalidad, quizás con alguna diferencia de matiz que seguramente será acertada, y España seguirá adelante en el siempre complicado camino de su historia, dentro de ese ascenso en lo económico y en lo laboral ya iniciado; intentando esquivar, sin perjuicio de nadie, las zancadillas que grupos oportunistas se empeñan en echar, para aguarnos la fiesta. Los españoles no somos tontos del todo, aunque a veces nos guste jugar a serlo.