Semana Santa, tiempo de reflexión

27/03/2018 - 19:29 Manuel Ángel Puga

La Semana Santa es una buena oportunidad para intentar mejorar nuestra conducta.

Como es sabido, durante los pasados carnavales, en algunas ciudades españolas se organizaron actos para mofarse de las creencias cristianas. Algo que está saliendo demasiado barato. Doloroso y triste fue lo ocurrido, por ejemplo, en Santiago de Compostela. Allí se ofendió gravemente a la Virgen del Pilar y al Apóstol Santiago con la única finalidad de herir los sentimientos de la mayoría del pueblo santiagués. ¡Y todo ello orquestado y consentido por el alcalde de Santiago! ¡Utilizar un cargo público para herir a una mayoría de ciudadanos! Cuesta creer lo que ocurre en algunos lugares de España.
    Pues bien, a las puertas de Semana Santa 2018 es de suponer que los laicistas radicales se estarán organizando para poner trabas al normal desarrollo de las procesiones y actos religiosos. No se conforman con no participar, sino que van mucho más lejos y quieren que desaparezca la Semana Santa. Les molesta la fe de los creyentes. Recordemos que el pasado año, en la ciudad de Oviedo, el tripartito formado por PSOE, Podemos e IU suprimió todas las subvenciones que tradicionalmente venían percibiendo las Cofradías y Hermandades. Además de esto, las expulsaron de la sede que venían utilizando para la organización de las procesiones y actos propios de Semana Santa. Las intenciones no pueden ser más claras: buscan el enfrentamiento entre vecinos y eliminar las tradiciones cristianas del pueblo ovetense.
    Según informaron los medios de comunicación, durante la Semana Santa del pasado año hubo enfrentamientos en algunas ciudades como Ponferrada (León), Valencia, A Coruña, Cádiz, etc. La finalidad que se buscaba siempre era la misma: torpedear y obstaculizar la celebración de las procesiones y de los actos religiosos. Y el pretexto utilizado también era siempre el mismo: “Los ayuntamientos deben defender el laicismo y no favorecer a ninguna religión”. ¿Favorecer? No, no se trata de favorecer o no favorecer, sino que se trata de acosar y de perjudicar a la religión cristiana. Esto es lo que persiguen por encima de todo. Sin embargo, con el Islam no se atreven.
    Mención aparte merece el comportamiento del Ayuntamiento de Madrid. Sabido es que este Ayuntamiento tiene una larga serie de compromisos históricos con las tradiciones del pueblo madrileño, entre las cuales se hallan las procesiones de Semana Santa. En tales procesiones siempre hubo una representación municipal, pero desde que llegó Carmena a la Alcaldía de Madrid se acabó la tradición histórica de asistir representantes municipales a las procesiones y actos religiosos de Semana Santa. ¿Es aceptable que una alcaldesa ignore y no respete las tradiciones del pueblo que dice representar? ¿A quién representa entonces?...Y por si esto fuera poco, desde hace más de 70 años el Ayuntamiento de Madrid, que es Hermano Mayor del Paso, siempre estuvo representado en los festejos religiosos que organiza la Cofradía de María Santísima de la Paloma en la ciudad de Málaga. Siempre hasta que Carmena llegó a la Alcaldía. ¿Es correcto despreciar la tradicional invitación que le hace la Cofradía de Málaga? ¿Es respetuoso tal comportamiento?
    La Semana Santa debe ser tiempo de reflexión, tiempo de meditación. La Semana Santa es una buena oportunidad para intentar mejorar nuestra conducta, para recordar que no somos perfectos, pero que sí somos perfectibles, que podemos y debemos perfeccionarnos como seres humanos. Y esto es válido para todos, es decir, tanto para los creyentes como para los no creyentes, tanto para los amigos como para los enemigos de la Semana Santa. El único requisito necesario es poseer la condición de ser humano. Con esto basta.
Semana Santa es tiempo de reflexión para quienes asisten con fe a las procesiones y actos religiosos, pero también debe serlo para quienes no asisten porque no tienen fe. Y es lo cierto que estos últimos deberían reflexionar sobre esta gran verdad: a ellos nadie los acosa ni molesta por no creer o por no asistir a las procesiones. Los cristianos respetamos su modo de pensar y nadie les ofende por no tener fe. Por tanto, ellos deberían hacer lo mismo, esto es, deberían respetar a quienes desean acudir libremente a las procesiones y demás actos religiosos de Semana Santa. Y sobre todo, deberían tener presente que el respeto a las tradiciones religiosas está muy por encima de cualquier ideología política. Ser de derechas o de izquierdas nada tiene que ver con ser educado y respetuoso con los demás.