Serenidad

03/12/2017 - 12:10 Pedro Villaverde Martínez

Ante las adversidades nada parece mejor que tener tranquilidad pues los ánimos inquietos no suelen ser los mejores para solucionar problema alguno.

Si alguno desea saber lo que la palabra serenidad significa puede hacerlo mirando el Diccionario de la Lengua de la Real Academia. En una de sus definiciones sobre serenar dice que es “templar, moderar o cesar del todo en el enojo o señas de ira u otra pasión especialmente en el ceño del semblante”. Podemos estar o no de acuerdo con el citado Diccionario, pero en lo que debiéramos estar todos de acuerdo es en la necesidad de que se templen los ánimos porque la excitación exagerada a nada bueno suele conducir. Nuestro país, al que seguramente todos queremos,  está lejos de esa templanza o moderación… Seguramente todo lo contrario de lo que necesitamos. Las manifestaciones empiezan a proliferar con el riesgo de mayores enfrentamientos. Las calles empiezan a ser el campo casi de batalla, más que un cauce pacífico de expresión popular…No queremos ahondar en ejemplos porque creemos que todos los conocemos ya que los medios de comunicación suelen ser pródigos en decirlo. Probablemente cada uno es cada uno y tiene sus ‘caunadas  que decía hace ya tiempo un amigo nuestro, pero sí queremos dejar aquí sentado que de lo que se precisa en todas las circunstancias es de serenidad, pues si esta falta, la violencia puede estar cerca.  Parece que cuando las cosas se tuercen, enderezarlas cuesta Dios y ayuda, como dice la vulgar expresión. Nadie es tonto, ni nadie es lo suficientemente listo, al parecer, para enderezar o deshacer tantos entuertos como la política parece conllevar en su cotidiano transcurrir. Ante las adversidades nada parece mejor, repetimos, que  tener tranquilidad, pues los ánimos inquietos no suelen ser los mejores para solucionar problema alguno.Invitamos, pues, desde estas líneas, si alguno tiene a bien leerlas, al mejor juicio consiguiente, que seguramente  todos dirán tenerlo, para sortear los problemas que siempre suelen presentarse como el gran inconveniente en casi todas las circunstancias y máxime si estas son de cierta complejidad... Tememos, sin embargo, que hasta que lleguen esas elecciones del 21 de diciembre todo serán nervios, cruce de reproches y tensión. Después, según los resultados, ya veremos si vuelve la senda de la normalidad que todos deseamos, con diálogo y la repetida serenidad.