Un hospital moderno y razonable

31/07/2014 - 23:00 José Ignacio Echániz

El primer día que me incorporé a la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales, en el verano de 2011, me quedé sorprendido por el lujo de los materiales y la amplitud de los despachos y pasillos. Tanto es así que decidí no ocupar el desmesurado espacio que se reservaba para el consejero y trasladarme a otro despacho menos ostentoso. Esa misma semana tuve la oportunidad de conocer la nueva sede del Sescam, en el Polígono, junto al recién estrenado edificio de los Servicios Periféricos de Toledo. Todas estas grandes obras en la misma ciudad se habían terminado en los últimos años del gobierno de Barreda, mientras el Hospital de Toledo, la más necesaria de las instalaciones, estaba paralizada por la falta de fondos.
El gasto excesivo en la ‘Sanidad del Ladrillo’ durante esa etapa supone que actualmente tengamos que pagar tres millones de euros al día, todos los castellano manchegos, en el principal y los intereses de la deuda sanitaria. En el año 2011, la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales de Castilla-La Mancha no solo no tenía dinero, sino que debía 5.000 millones de euros a pequeños y grandes proveedores, empresarios o farmacias. Y el problema es que la credibilidad de esta región ante los bancos era nula. Nadie nos prestaba dinero. Arreglar este despropósito no ha sido fácil. Ha exigido determinación y coraje para frenar la ‘Sanidad del Ladrillo’, suprimir consejerías y direcciones generales, subastar decenas de coches oficiales o eliminar instituciones duplicadas como el Síndico de Cuentas o el Defensor del Pueblo de Castilla-La Mancha, entre otras medidas de austeridad.
Esta política del Gobierno de Cospedal ha permitido ahorros que a día de hoy pueden destinarse a la Sanidad y los Servicios Sociales.
Fruto de esta nueva situación es la reanudación de las obras del Hospital de Toledo. Un centro que ya no será “el más grande de Europa”, pero que atenderá con la última tecnología a los pacientes de la provincia de Toledo. Será un hospital moderno y razonable al servicio de todos los toledanos. El modelo de gestión, el mismo que implantó el gobierno de Barreda en los hospitales de Almansa, Villarrobledo o Tomelloso, es la excusa de la oposición para intentar frenar el proyecto. Hablan de ‘privatización’ porque los nuevos fontaneros o cocineros del hospital no serán funcionarios públicos, tal y como sucede en todos los nuevos hospitales de la Región. Desde que empecé a trabajar en este proyecto he insistido en que debe ser un hospital de todos, abierto a sugerencias y propuestas de profesionales. Tratar de impedir su finalización por motivos partidistas solo perjudicará a los pacientes de Toledo, que se merecen un centro sanitario con las mejores condiciones posibles.