Un suicida causa al menos 20 muertos en Irak
01/10/2010 - 09:45
Por: EUROPA PRESS
Un nuevo atentado en Irak, en esta ocasión en la provincia de Diyala, causo ayer la muerte de al menos una veintena de personas. El suceso tuvo lugar durante el funeral de un policía asesinado, escenario recurrente para las masacres suicidas.
El atentado suicida coincidió con una nueva medida contraopresiva del Gobierno iraquí, que volvió a ofrecer una amnistía precisamente para rebajar la espiral de violencia en el país, en esta ocasión dirigida a los simpatizantes del clérigo radical Muqtada Al Sadr. El primer ministro, Nuri Al Maliki, instó a las Fuerzas de Seguridad a poner a fin a las "persecuciones" y "redadas" de cara a favorecer la rendición voluntaria a cambio de amnistía ofrecida por las autoridades después de los enfrentamientos de las últimas semanas.
El jefe de operaciones de Seguridad de Diyala, Abdul Kareem al Rubaie, confirmó en un primer momento la muerte de al menos nueve personas y heridas para alrededor de 30. Sin embargo, posteriormente, fuentes policiales elevaron la cifra de víctimas mortales a al menos una veintena, según informaciones de 'Al Jazeera' recogidas por otr/press, lo que convertiría a este atentado en el más sangriento de lo que va de año en esta provincia, ubicada al norte del país.
Los hechos tuvieron lugar en el cementerio Hamreen, de la ciudad de Al Sadiyah, a unos 95 kilómetros de distancia de la capital iraquí. En este escenario se celebraba el funeral de un policía suní asesinado el jueves, cuando un suicida se inmoló explosionando el cinturón que portaba, relataron los testigos. De esta forma, las fuerzas islamistas volvieron a salirse con la suya en una provincia especialmente vigilada por el Gobierno central y el Ejército de Estados Unidos, ya que en Diyala Al Qaeda podría contar con algunas bases.
Amnistía por armas
Como ya hiciese durante los últimos coletazos de los recientes enfrentamientos abiertos entre el Ejército iraquí y las milicias afines a Al Sadr, el primer ministro volvió hoy a ofrecer una amnistía a los simpatizantes del clérigo radical a cambio de la rendición. En un comunicado, Al Maliki suavizó las amenazas contra las fuerzas radicales chiíes difundidas el jueves y lanzó una llamada directa a sus propias tropas: "Para dar espacio y oportunidad a aquellos que tienen remordimientos y desean dejar las armas, todas las persecuciones y redadas serán interrumpidas". Para aquellos que persistan en su actitud, el dirigente amenazó con "la ley".
Los combates en Basora, la segunda ciudad en importancia del país, y la extensión de la violencia a Bagdad han generado un clima de desconfianza ya no sólo entre la población, que incluso tuvo que acatar toques de queda durante el conflicto, sino a los militares iraquíes, muchos de los cuales han optado por el abandono. El portavoz del Ministerio de Defensa, Mohammed al Askari, situó en torno al millar el número de soldados nacionales que, a causa de las últimas incursiones en Basora, habían decidido colgar el uniforme y desertar.
Esta sorprendente cifra preocupa a Estados Unidos, colaborador al igual que las fuerzas británicas con el Ejército iraquí en algunas de las últimas operaciones llevadas a cabo. De hecho, las tropas norteamericanas difundieron hoy un comunicado en el que confirmaron el enésimo de estos despliegues, que el jueves se cobró la vida de siete milicianos, mientras otros 16 fueron detenidos.
El jefe de operaciones de Seguridad de Diyala, Abdul Kareem al Rubaie, confirmó en un primer momento la muerte de al menos nueve personas y heridas para alrededor de 30. Sin embargo, posteriormente, fuentes policiales elevaron la cifra de víctimas mortales a al menos una veintena, según informaciones de 'Al Jazeera' recogidas por otr/press, lo que convertiría a este atentado en el más sangriento de lo que va de año en esta provincia, ubicada al norte del país.
Los hechos tuvieron lugar en el cementerio Hamreen, de la ciudad de Al Sadiyah, a unos 95 kilómetros de distancia de la capital iraquí. En este escenario se celebraba el funeral de un policía suní asesinado el jueves, cuando un suicida se inmoló explosionando el cinturón que portaba, relataron los testigos. De esta forma, las fuerzas islamistas volvieron a salirse con la suya en una provincia especialmente vigilada por el Gobierno central y el Ejército de Estados Unidos, ya que en Diyala Al Qaeda podría contar con algunas bases.
Amnistía por armas
Como ya hiciese durante los últimos coletazos de los recientes enfrentamientos abiertos entre el Ejército iraquí y las milicias afines a Al Sadr, el primer ministro volvió hoy a ofrecer una amnistía a los simpatizantes del clérigo radical a cambio de la rendición. En un comunicado, Al Maliki suavizó las amenazas contra las fuerzas radicales chiíes difundidas el jueves y lanzó una llamada directa a sus propias tropas: "Para dar espacio y oportunidad a aquellos que tienen remordimientos y desean dejar las armas, todas las persecuciones y redadas serán interrumpidas". Para aquellos que persistan en su actitud, el dirigente amenazó con "la ley".
Los combates en Basora, la segunda ciudad en importancia del país, y la extensión de la violencia a Bagdad han generado un clima de desconfianza ya no sólo entre la población, que incluso tuvo que acatar toques de queda durante el conflicto, sino a los militares iraquíes, muchos de los cuales han optado por el abandono. El portavoz del Ministerio de Defensa, Mohammed al Askari, situó en torno al millar el número de soldados nacionales que, a causa de las últimas incursiones en Basora, habían decidido colgar el uniforme y desertar.
Esta sorprendente cifra preocupa a Estados Unidos, colaborador al igual que las fuerzas británicas con el Ejército iraquí en algunas de las últimas operaciones llevadas a cabo. De hecho, las tropas norteamericanas difundieron hoy un comunicado en el que confirmaron el enésimo de estos despliegues, que el jueves se cobró la vida de siete milicianos, mientras otros 16 fueron detenidos.