Una represaliada dice que la cifra de 30.000 desaparecidos en Argentina se queda pequeña

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Nilda Eloy, integrante de la Asociación de Detenidos Desaparecidos en Argentina, afirmó hoy que la cifra histórica de 30.000 desaparecidos en el período de la represión militar en su país (1976-1983) "se queda pequeña".
Eloy hizo estas declaraciones momentos antes de pronunciar la conferencia "Memoria Histórica en Argentina: la represión militar" en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura (oeste de España).

Según indicó, pasados muchos años desde que se tomó el primer testimonio a familiares de desaparecidos, "hay gente que está declarando ahora por primera vez y también supervivientes y muchas familias que no habían formulado antes una denuncia".

En este sentido, manifestó que la sensación que ella tiene, "y como yo más ciudadanos argentinos, es que la cifra histórica de 30.000 desaparecidos, se queda pequeña".

Eloy, que es también miembro de la Comisión Provincial por la Memoria, explicó que esta institución gestiona "el único archivo latinoamericano" sobre la represión, "que pertenecía a la Dirección General de Inteligencia, de la provincia de Buenos Aires".
"En el mismo, que contempla el período comprendido entre 1957 y 1998, se han encontrado más de 600.000 fichas personales, que constituyen una prueba de lo que hacía y escribía la policía de Buenos Aires de los ciudadanos de Argentina", dijo.

En este archivo, agregó, "hay fichas de todo aquel que consideraban que debía ser investigado".

Acerca de su propio cautiverio, Eloy relató que fue detenida el 1 de octubre de 1976 y que fue considerada como desaparecida 11 meses, tiempo que pasó en 6 campos de concentración, en los que fue torturada y represaliada, para después pasar a disposición de la Junta Militar, lo que le supuso pasar casi dos años más en la cárcel.

En cuanto a los motivos que pudieron propiciar su detención y posterior tortura, afirmó que "hoy en día creo que fue porque fueron a mi casa en busca de un ex novio mío, cuando yo tenía tan sólo 19 años, y trabajaba y estudiaba".
"Formaba parte de una generación que tenía ilusiones, y que era un obstáculo para que se implantase lo que después se implantó, a sangre y fuego", dijo.