Unanimidad constitucional

16/12/2017 - 13:37 Luis Monje Ciruelo

Me fastidia  que políticos, hoy en candelero, estuvieran con los brazos cruzados y callados cuando se discutían los puntos programáticos de la Constitución que los iba a legalizar mientras otros dábamos la cara apoyando la democracia.

Aunque algunos políticos sugieren modificaciones en la Carta Magna, hay unanimidad entre los que creemos en ella y somos suficientes para rechazar las modificaciones torticeras que algunos proponen, aunque a la actual le deben el cargo. Yo me refiero a la unanimidad en las conmemoraciones de ella, con muchas asistencia, a las que no pude asistir porque nadie me invitó o no me enteré a tiempo. Los políticos de hoy no son los de la Transición, que bien conocían mi activismo como periodista defendiendo el “si” en el referéndum. Fueron más de 50 artículos en diarios de Madrid y Barcelona, además de  Nueva Alcarria. Recuerdo la anécdota que envié a la Agencia EFE y recogieron casi todos los periódicos. Ocurrió en un mitin del P.C.E. en Pastrana. Éramos tres los oyentes y los oradores se dirigían a nosotros llamándonos compañeros hasta que uno de los dos sentados aparte se levantó y dijo: “Nosotros no somos compañeros suyos, somos la pareja de la Guardia Civil que hemos venido para informar”. Y es que en los primeros mítines de la Constitución, casi nadie iba acudía a lo de los comunistas.
    Cuando defendía como periodista la Constitución a la muerte de Franco, no pensaba yo que defendía también estos puentes de dos o tres ojos que ocasionan pérdidas de miles de millones de euros a la economía española, ni se me ocurría imaginar que entre estos “padres de la Patria” hubiera algunos que le darían la espalda a la Constitución, a la que juraron defender, sin más razón que la de su opinión personal, como si fueran los guardianes de nuestras esencias, y los demás, o sea la mayoría, no contáramos a esos efectos.
    Me fastidia  que políticos, hoy en candelero, estuvieran con los brazos cruzados y callados cuando se discutían los puntos programáticos de la Constitución que los iba a legalizar mientras otros dábamos la cara apoyando la democracia y su necesidad en un ambiente más propicio al autoritarismo de la época que a la apertura hacia la libertad que traería la Constitución. Y eso lo sufrí yo al considerarme algunos de los “guardianes del Régimen”, un chaquetero o traidor y lo expresaron no sólo con gestos despreciativos y conatos de aislamiento social sino con daños a mi patrimonio en vísperas del referéndum, como ya he contado. Y menos mal, porque pudo ser peor.