Vuelve el esplendor a La Olmeda con la celebración de una comunión tras 28 años y unas Bodas de Oro

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Allá por la segunda mitad de la década de los 70 La Olmeda de Jadraque estuvo a punto de desaparecer debido a la grave despoblación que sufrió con la llegada de la industrialización y que provocó el éxodo de la mayoría de sus habitantes, permaneciendo allí poco más de cinco personas. A día de hoy, con 24 empadronados, el resurgir del municipio se está convirtiendo en una realidad gracias al esfuerzo colectivo de todos los vecinos. Prueba de ello son las recientes celebraciones de una comunión y las primeras Bodas de Oro de la localidad, acontecimientos que tuvieron lugar en la iglesia de San Mateo y que se espera sirvan de aliciente para celebrar futuros eventos.
A pesar de que tan sólo cuenta con 24 personas empadronadas, La Olmeda de Jadraque puede sentirse orgullosa de sus habitantes, quienes se puede decir que han evitado la desaparición del pueblo. Dentro de la zona, se trata de “el único municipio propio”, como destaca su alcalde, José María Barahona, “el resto son pedanías de Sigüenza”. Quizás es la casta y el orgullo de sus vecinos que están consiguiendo el resurgir del pueblo gracias a su implicación y trabajo.
Hacía más de 28 años que La Olmeda no se vestía de fiesta para acoger una comunión, que se celebró el pasado 6 de junio. A pesar de que la mayoría de los habitantes vive habitualmente fuera de la localidad, todos fueron partícipes del acontecimiento, “fue una ceremonia improvisada que nos salió redonda”, cuenta Juan Emilio Barahona, padre de la niña que hizo la primera comunión en la iglesia de San Mateo.
La familia organizó un banquete tras la misa, al que asistieron cerca de 150 personas, entre familiares y vecinos, “dimos competencias a todos, unos se encargaron de preparar las canciones, otros de las flores”, recuerda Juan Emilio Barahona, quien señala emocionado la inmensa colaboración de la gente, “fue mucha y con todo el cariño”, añadiendo que el propio sacerdote quedó impresionado porque “nunca había visto una ceremonia con tanto respeto”, según palabras del párroco.
La misa, oficiada sobre las 13.00 horas, dio paso a un vino español y una comida campera, celebrada en el centro social a causa de la lluvia, donde sólo hay capacidad para unas 80 personas, por lo que muchos se vieron obligados a comer de pie, e incluso en la propia calle bajo el amparo de un paraguas, sin perder la sonrisa en todo momento.
La decisión de celebrar la comunión en La Olmeda, explica Juan Emilio Barahona, se debe a que “las raíces tiran”, y más todavía cuando se está produciendo una clara revitalización con nuevas infraestructuras y la celebración de acontecimientos y fiestas, “esto funciona, cada año hay una casita más y se nota que la gente tiene ganas de que esto salga adelante”, manifiesta orgulloso este vecino.
Otro motivo de júbilo para el pueblo supone la celebración, por vez primera en su historia, de las bodas de oro de Severino Navarro Lozano y su mujer, natural de la Olmeda, Encarna Carbellido Granada, quienes cumplieron 50 años de casados el pasado 7 de mayo.
El acontecimiento reunió a más de 35 familiares y amigos, según cuenta Navarro, “resultó todo un éxito”. Realizaron una misa y un banquete en Sigüenza, localidad donde se casaron, y por la tarde, acudieron a un club de reciente creación en la localidad, espacio creado a partir de la unión de “lo que era la antigua fragua y el horno donde se cocía el pan”, explica Navarro, y donde permanecieron hasta altas horas de la noche.
Sobre la posibilidad de que estos acontecimientos sirvan como incentivo para fomentar la celebración de otros tantos en un futuro, Navarro se declara “encantado” ante la perspectiva de acoger nuevas ceremonias, ya que la animación que se palpa en La Olmeda ante tales eventos es algo digno de ver, opinión compartida por la inmensa mayoría de sus habitantes, “ a ver si la gente se anima”, apunta su alcalde.

Un futuro distinto
Paso a paso, la revitalización de esta localidad va cobrando forma, en gran parte, debido a la gestión de su Ayuntamiento, formado en su mayoría por los propios vecinos, “antes había gente que no era de aquí y por eso no estaban tan involucrados”, señala José María Barahona, “la gente ahora está bastante conforme”, considera el alcalde.
Dentro de las numerosas reformas que se están acometiendo, por primera vez se ha llevado a cabo la construcción de dos casas nuevas “de obra mayor, con proyecto”, observa el regidor, quien trabaja duramente por intentar recuperar parte del esplendor que una vez tuvo.
Aunque la población actual principalmente se compone de personas jubiladas, durante el verano pueden juntarse en La Olmeda entre 120 y 150 personas, “cada vez viene más gente”, comenta Barahona, atraída también por la creciente popularidad de las fiestas.
Antiguamente, “era uno de los pueblos más grandes de la zona”, recuerda el alcalde, pero la llegada de la industria provocó su despoblación, ya que sus habitantes emigraron a Madrid o Barcelona, “antes estaba lleno de gente, hay unas salinas donde iba la juventud a sacar la sal”, indica Navarro, para ganar algo de dinero. A partir de 1975 y durante una década aproximadamente, La Olmeda se vió privada de sus fiestas patronales, debido a la grave despoblación, que casi provoca su total desaparición, quedándose en sus peores momentos con cinco o seis habitantes.
Afortunadamente el futuro del municipio parece ir tomando un nuevo cariz, ya que los vecinos afirman sentirse cada vez más a gusto, “ya se puede vivir aquí agradablemente y además se están arreglando muchas cosas”, asegura Navarro, que lleva viniendo a La Olmeda todos los veranos desde hace ya 22 años.