Y con la que está cayendo va el Senado y se amplía

08/11/2010 - 00:00 Andrés Aberasturi

"Me cuenta un senador -un poco avergonzado el hombre- que la Mesa de la Cámara Alta anda ahora aprobando o estudiando o presupuestando la remodelación y decoración de un antiguo convento que el Senado compró -imagino que en mejores tiempos- en la calle Fomento. Se tienen que ampliar; el incesante trabajo de los senadores y la muy práctica y necesaria función del Senado, hacen ya inexcusable contar con más a espacio para institución tan laboriosa y necesaria. No va a ser fácil entender todo a la vez y me temo que el Gobierno tendrá que incluir en su asignatura de comunicación esta nueva asignatura: convencernos a los españoles en estos tiempos de congelación económica y grave paro, la más que probable contratación de una legión de traductores de catalán, gallego y vasco y el desembolso -que no será de menor cuantía- de la tercera ampliación del Senado. Seria más sencillo que nos explicaran a estas alturas de democracia constitucional para qué sirve el Senado y cómo es posible que campaña tras campaña, legislatura tras legislatura, todos los partidos se hayan comprometido a su reforma sin que hasta la fecha nadie haya movido un dedo. Pero si ya es un lujo mantener una institución de semejante tamaño que no sirve para nada, que encima quieran ampliarse y gastar un dineral de todos, resulta sencillamente una inmoralidad en un país con cinco millones de parados. Frente al hecho incuestionable de la existencia del Senado, hay dos posturas: los que respetan y reverencian su indudable constitucionalidad y los que se lo toman a broma directamente. No estoy en ninguno de los dos bandos. La Constitución está llena de buenas intenciones (todo tenemos derecho a un trabajo, todos a una vivienda digna etc.) y solo en ese sentido se puede admitir, a estas alturas, el papel que la Carta Magna atribuye al Senado. La realidad es muy otra: no sirve, insisto, más que para gastar un dinero que claramente no tenemos. Prefiero no buscar el presupuesto anual de la institución pero ahora que todo dios habla de la necesidad de ser productivos, lo del Senado es justo el ejemplo a no seguir. Pero ahí siguen los partidos como si el problema no fuera con ellos porque para ellos -los partidos- es una solución. Que sería de las viejas glorias y de los incómodos si no hubiera Parlamento Europeo y Senado. Lo que cabrea es que, encima, se amplíen por segunda vez. No es gracioso, es de vergüenza colectiva la absoluta dejadez de la clase política manteniendo sin cambiar ese momio en su magnífico edificio, en su horrible primera ampliación y en su posible segunda expansión. Es ridículo y ofensivo pero parece que nadie le importa. Si yo fuera senador tal y como están las cosas, procuraría que mis hijos no se enterasen. .