¿Y si no fuera el fin?

01/11/2011 - 00:00 José Manuel Belmonte

 
  
     Cuando las calles y colegios de muchos países se llenan de calabazas festivas de Halloween, se pueda ir contra corriente, y decir que la vida es importante. Cuando se celebra en occidente el día de todos los santos y se llenan los cementerios de gente, para honrar a sus difuntos llevando flores y recuerdos, tal vez sea un buen momento para aprender que, ni la muerte ni la vida, son un juego. Creyentes, ateos y agnósticos, tal vez nos estamos equivocando en la forma de vivir en el estado físico actual. Si la muerte no fuera el fin, es posible que nuestro enfoque tendría que variar y poner el acento sobre la vida. Pasado, presente y futuro, son un todo en cada ser humano. El feto, el niño, el joven, el anciano y el ser que vive después de haber pasado por la muerte, es el mismo, tiene la misma alma. Somos eternos. La muerte no es suficientemente fuerte para aniquilarnos.

  El camino que recorre el ser humano, alma y cuerpo, suele medirse en términos espacio- temporales: horas, días, meses, años. Acaso la “edad” nos equivoca al entender ese periodo como “vida”. Pero, si el alma no muere, no es totalmente cierto. Sería más exacto denominarlo “vida corporal”, “vida física”, “vida temporal” o “vida actual”, del ser humano. Ese período es muy importante. También lo es la actitud; más aún, es fundamental para la etapa posterior. En consecuencia, también lo es la actitud ante la muerte. Ayuda a eliminar los miedos y recorrer el camino en la verdad, el compromiso y la autenticidad. La vida de todos y de cada uno, no es perecedera y está interconectada. Las actitudes cuentan. Si la muerte no es el fin, se podrían eliminar la tendencia “materialistas”, que “genera una desesperanza individual, que a la larga se convierte en desesperanza colectiva” (M. Conde).

  Debemos descubrir al hombre, cuerpo y alma y ”dotar nuevamente de contenido humanista a nuestros proyectos colectivos”. Comprometernos y luchar, codo con codo, para transformar y hacer un mundo en el que todos puedan progresar y ser felices. Sería “vivir con y para” los demás, de forma universal y a ritmo planetario y eterno. Lo comentaba con una extraordinaria persona peruana, y me respondía: “Cierto, pero ahora vamos hacia el camino de encuentro con uno mismo. La verdad no te la puede decir nadie, la Verdad está dentro de ti. Sentimos que caminamos cuando nos encontramos con nuestra divinidad”.

  El encuentro con uno mismo y con los demás son convergentes. John E. Mack, ganador del premio Pulitzer y catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard, ha dicho: “todo lo que percibimos a nuestro alrededor está conectado mediante resonancias, físicas y no físicas, que pueden lograr que la justicia y el amor universales sean algo más que una simple fantasía utópica. El quid de esa posibilidad es lo que en el mundo laico occidental ha dado en llamarse estados de conciencia ´no comunes`, algo que las grandes tradiciones religiosas del mundo denominan de formas muy diversas, como sentimiento religioso primario, unidad mística, conexión con la esencia del ser o amor universal”.

  Según cuentan quienes han vivido una experiencia de “cuasi-muerte”, al dar ese paso, se dirigen hacia la luz y la paz. En un instante flotan y repasan toda su vida. Unirse con la luz, con la energía, con el karma, con el amor universal, con dios (como cada uno lo entienda), no puede ser un simple paso del tiempo biológico. Parece demasiado pretencioso entrar en la luz sin otro equipaje que los años. Algo positivo tendremos que aprender y realizar “aquí y ahora”. “El futuro, sea cercano o lejano, puede retroalimentar el presente, para ayudarnos ahora a elegir mejor y decidir mejor”.

  Y enseñar a otros a hacerlo. ¡Nadie puede ir sólo! Estamos acostumbrados a escuchar que:”cada uno cosecha lo que ha sembrado”, o que, “los estudiantes que no aprovechan el tiempo estarán obligados a repetir”. ¿Y nosotros para qué estamos aquí? Parece elemental que “si hacemos mejores acciones nos veremos recompensados en las recolecciones futuras” (B.W). Y si no hemos progresado adecuadamente tal vez tengamos que repetir y seguir aprendiendo.

  Los psicólogos y sobre todo los psiquiatras, además de los libros especiales y las personas religiosas, nos ayudan a descubrir al ser humano en general y en particular el alma. ¿Puede extrañar que en sus sesiones de “regresión”, puedan descubrir que hemos podido vivir en épocas pasadas? Las “progresiones” pueden descubrir también vidas futuras. Brian Weiss, autor de “Muchas vidas muchos maestros”, “Muchos cuerpos, una misma alma”, narra en su libro “A través del tiempo” el caso de una persona, que en estado de hipnosis afirmaba: “Los Espíritus Maestros me han dicho que he vivido ochenta y seis veces en el estado físico”.

  El mismo autor reconoce haber vivido varias. Si la muerte no es el fin porque el alma es eterna, ¿hay alguna dificultad para que sea así? No discuto ni pongo en duda las creencias o convicciones de nadie. Planteo la pregunta sin otra pretensión que ser libre ¿no sería eso descubrir que la verdadera crisis es la interior y no la económica? Repetir, está relacionado con el aprendizaje, no con el castigo. El ciclo de violencia y egoísmo debe ser roto cuanto antes, poniendo en su lugar amor y perdón. Tenemos una eternidad por delante.