Ana María Matute: Todavía no se me ha terminado la juventud
01/10/2010 - 09:45
Por: EUROPA PRESS
Escribo para encontrarme a mí misma, pero siempre me escapo confiesa la escritora
Escribir bien es la principal aportación que esta académica de la Lengua puede hacer al uso del español. Y es también lo único que le puede aportar de lo que realmente le apasiona y a lo que dedica la mayor parte de su tiempo: leer. No puedo dejar de leer, dice Matute, que confiesa que lee de todo, y que incluso ha caído en la reciente moda de la novela negra nórdica.
La autora de Primera memoria explica que su objetivo al escribir es encontrarse a sí misma. Pero siempre me escapo en el último momento, añade.
Una niña de 85 años
Esta escritora se sigue viendo como una niña --y como una niña tonta, añade--. No me noto haber cambiado mucho. Sé que estoy vieja al mirarme al espejo, cuando me duele la espalda, pero me siento igual que a los 15 ó 20 años, afirma.
Aún así, sí que hay cosas en las que ha cambiado. Aunque sigue escribiendo para vengarse de los adultos, expresa que ya no es nada rebelde. La rebeldía se me cayó, la perdí y no sé donde está, admite, si bien reconoce que sigue encontrándose con cosas que le hacen enfadarse, sobre todo aquellas contra las que no puede hacer nada. Para ella, que comenzó a escribir a los cinco años, los niños de hoy siguen teniendo imaginación, aunque a veces les perjudica que se lo den todo hecho. Los que han cambiado, opina, son los padres, culpables de los defectos de unos niños que, en ocasiones, ya no lo son, y que llegan a la edad adulta olvidando su infancia.
Hay gente que no se ha enterado de que han sido niños, lamenta. En su caso, ella combina la severidad de su madre con el carácter mediterráneo de su padre. Pero Ana María Matute, nacida en 1926, considera que a ella y a su generación lo que más le ha marcado es la Guerra Civil, hasta el punto de que todavía hay noches que sueña con los bombardeos, de los que se acuerda cada vez que oye fuegos artificiales.
Hay cosas que no puedo olvidar, sentencia Matute, que por un lado considera muy sano el olvido del fuego y el odio y que se dé un respiro sobre la Guerra Civil, porque todos somos españoles, pero que también apuesta por el recuerdo de aquellas experiencias. Sin libertad no se puede escribir, ni vivir, afirma Ana María Matute, que esta tarde se encuentra con su público en el marco de los Martes Literarios, dentro de la programación cultural de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander.
Una niña de 85 años
Esta escritora se sigue viendo como una niña --y como una niña tonta, añade--. No me noto haber cambiado mucho. Sé que estoy vieja al mirarme al espejo, cuando me duele la espalda, pero me siento igual que a los 15 ó 20 años, afirma.
Aún así, sí que hay cosas en las que ha cambiado. Aunque sigue escribiendo para vengarse de los adultos, expresa que ya no es nada rebelde. La rebeldía se me cayó, la perdí y no sé donde está, admite, si bien reconoce que sigue encontrándose con cosas que le hacen enfadarse, sobre todo aquellas contra las que no puede hacer nada. Para ella, que comenzó a escribir a los cinco años, los niños de hoy siguen teniendo imaginación, aunque a veces les perjudica que se lo den todo hecho. Los que han cambiado, opina, son los padres, culpables de los defectos de unos niños que, en ocasiones, ya no lo son, y que llegan a la edad adulta olvidando su infancia.
Hay gente que no se ha enterado de que han sido niños, lamenta. En su caso, ella combina la severidad de su madre con el carácter mediterráneo de su padre. Pero Ana María Matute, nacida en 1926, considera que a ella y a su generación lo que más le ha marcado es la Guerra Civil, hasta el punto de que todavía hay noches que sueña con los bombardeos, de los que se acuerda cada vez que oye fuegos artificiales.
Hay cosas que no puedo olvidar, sentencia Matute, que por un lado considera muy sano el olvido del fuego y el odio y que se dé un respiro sobre la Guerra Civil, porque todos somos españoles, pero que también apuesta por el recuerdo de aquellas experiencias. Sin libertad no se puede escribir, ni vivir, afirma Ana María Matute, que esta tarde se encuentra con su público en el marco de los Martes Literarios, dentro de la programación cultural de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander.