Ateneístas ilustres

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Esa institución, por tantos motivos eminente, como es el Ateneo madrileño, ha recogido, en un tomo de casi ochocientas páginas, un recordatorio sobre algunos de sus más eximios socios. Es ya el segundo tomo y se anuncia un tercero.
Porque la realidad, y esto es un hecho incontrovertible, es que toda la cultura española de los siglos XIX y XX estuvo en sus aulas, y éstas son mudos testigos del nacimiento de la llamada generación del 98 y la posterior del 27. Figuras como Alberti, Lorca, o Pedro Salinas, hacen sus primeras apariciones en el Ateneo de Madrid.

Existe el llamado “intelectual ateneísta”, a la que podría pertenecer el propio Valle-Inclán, Juan Valera o el mismo Conde Romanotes, y fue allí donde se aplicaron, por primera vez entre nosotros, los métodos de las ciencias a las nuevas humanidades. A principio de siglo se les llamaba “ciencias morales y políticas” y hoy las conocemos como “ciencias sociales”.

Contra lo que pueda creerse, el Ateneo ha contado siempre con la activa participación de las mujeres. Se puede pensar que no es así, dada la escasez de retratos femeninos en su famosa Galería de Retratos. Pero la verdad es muy diferente. En la llamada “docta casa” han estado todas las mujeres que han jugado algún papel en nuestra vida política y artística. Basta con repasar el índice de este libro dedicado a los ateneístas más ilustres. Allí, al lado de Álvaro de Albornoz o Fernando Chueca Goitia, aparecen Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken, Rosa Chacel, Carlota O’Neill y muchas otras. También en la actualidad, las mujeres ocupan un lugar muy destacado en la actividad del Ateneo, sin necesidad de legislación alguna acerca de la igualdad de unos y otras.

En el libro se destaca la diversidad del intelectual ateneísta, la diversidad profesional y vocacional. Entre los socios incluidos hay poetas, novelistas, periodistas, jurisconsultos, políticos, científicos, dramaturgos y hasta farmacéuticos y pedagogos. Una muestra, escribe en el prólogo su Presidente, José Luis Abellán, que reproduce como una radiografía el aspecto de la cultura española en su más alta variedad.

El Ateneo, en fin, es el mejor mapa de la España de cada momento histórico y hoy mismo, a pesar de cierta decadencia, propio de la edad vulgar en que vivimos, el Ateneo sigue dando el tipo y continúa sus actividades, siempre llenas de interés, ocupando el lugar de privilegio que siempre tuvo.