Aumenta la preocupación por el cuidado de la piel
01/10/2010 - 09:45
La gente se preocupa mucho más de su piel, pero que la cuide bien es discutible. La sentencia es de Ramón Grimalt, dermatólogo del Hospital Clínico de Barcelona, que como tantos colegas ha vivido el cambio gradual de los problemas que los pacientes llevan a sus consultas.
Hace 50 años, el dermatólogo visitaba sífilis y lepra, enfermedades muy severas, para entendernos; ahora, más de la mitad de las consultas son estéticas, alopecias y sutilezas, esta manchita, esta arruga, este granito.
La gente es mucho más exigente con su imagen y la piel es nuestra carta de presentación, explica de inmediato el doctor. La epidermis es el órgano más extenso del cuerpo humano, lo envuelve de arriba abajo y, pese a ello, quizá sea uno de los más desconocidos. ¿O es un mito? Hay muchísimas enfermedades de la piel de las que no conocemos el origen, cualquier afección se ve y quizá muchas no se conocen en profundidad porque se diagnostican de modo muy precoz, corrobora.
Los especialistas admiten que sobre su área de trabajo pesan demasiados lugares comunes, y para desfacer tópicos nada como la divulgación. Con ese ánimo, Ramón y Francesc Grimalt, hijo y padre, dermatólogos ambos, han escrito Salvemos la piel (Ediciones CEAC), donde abundan sobre las interacciones entre el estado de ánimo, la psique, y la piel. Es el campo de la psicodermatología, una especialidad relevante, dicen, porque en el 60 por ciento de las consultas dermatológicas que recibimos hay algún tipo de alteración en el estado de ánimo de la persona.
La piel somatiza como ningún otro órgano, salvo el aparato digestivo, los desajustes emocionales, los disgustos, el estrés. A poco que uno tenga una piel sensible es muy fácil que por ahí afloren los problemas en forma de una urticaria, un eccema, un brote de psoriasis, una neurodermitis..., ilustra Grimalt.
En torno al 30 por ciento de la población mundial es atópica. Ha nacido con propensión natural a manifestar en períodos de su vida alteraciones alérgicas, dermatitis, eccemas, sequedad extrema, picores, vulnerabilidad a las infecciones dérmicas y un amplio abanico de afecciones en general leves. Es una condición genética que se manifiesta en brotes, desencadenados por factores ambientales, emocionales o inmunológicos, entre otros, como el estilo de vida moderno.
La gente es mucho más exigente con su imagen y la piel es nuestra carta de presentación, explica de inmediato el doctor. La epidermis es el órgano más extenso del cuerpo humano, lo envuelve de arriba abajo y, pese a ello, quizá sea uno de los más desconocidos. ¿O es un mito? Hay muchísimas enfermedades de la piel de las que no conocemos el origen, cualquier afección se ve y quizá muchas no se conocen en profundidad porque se diagnostican de modo muy precoz, corrobora.
Los especialistas admiten que sobre su área de trabajo pesan demasiados lugares comunes, y para desfacer tópicos nada como la divulgación. Con ese ánimo, Ramón y Francesc Grimalt, hijo y padre, dermatólogos ambos, han escrito Salvemos la piel (Ediciones CEAC), donde abundan sobre las interacciones entre el estado de ánimo, la psique, y la piel. Es el campo de la psicodermatología, una especialidad relevante, dicen, porque en el 60 por ciento de las consultas dermatológicas que recibimos hay algún tipo de alteración en el estado de ánimo de la persona.
La piel somatiza como ningún otro órgano, salvo el aparato digestivo, los desajustes emocionales, los disgustos, el estrés. A poco que uno tenga una piel sensible es muy fácil que por ahí afloren los problemas en forma de una urticaria, un eccema, un brote de psoriasis, una neurodermitis..., ilustra Grimalt.
En torno al 30 por ciento de la población mundial es atópica. Ha nacido con propensión natural a manifestar en períodos de su vida alteraciones alérgicas, dermatitis, eccemas, sequedad extrema, picores, vulnerabilidad a las infecciones dérmicas y un amplio abanico de afecciones en general leves. Es una condición genética que se manifiesta en brotes, desencadenados por factores ambientales, emocionales o inmunológicos, entre otros, como el estilo de vida moderno.