Bisbal desata la euforia en un concierto 'íntimo' en el Buero Vallejo con un público entregado
01/10/2010 - 09:45
Por: DIANA PIZARRO
Voz, canciones pegadizas, movimientos casi imposibles. David Bisbal desplegó sobre el escenario del Buero Vallejo su artillería pesada, o mejor dicho, su única artillería, porque en el cantante almeriense sólo hay una realidad: canta para su público, sea en estadios de fútbol o en pequeños teatros. El auditorio, en el que no cabía un alfiler, estuvo entregado en todo momento, siguiendo al pie de la letra el repertorio, en el que se intercalaron las canciones del último disco, Sin mirar atrás, con grandes éxitos como Oye el boom o Lloraré las penas. A sus interpretaciones perfectas, Bisbal sumó su tan esperado movimiento de cadera, desatando el frenesí de las más jóvenes.Veni, vidi, vici. Esta célebre frase de Julio César podría bien ser acuñada, en pleno siglo XXI, por David Bisbal. El almeriense llegó ayer a Guadalajara, por segunda vez en su meteórica carrera, con los deberes más que hechos. Las entradas vendidas en un par de días, sus mayores fans en las primeras filas y, en definitiva, un público entregado dispuesto a disfrutar de la faceta artística más desconocida del cantante, la que solamente se puede rozar en auditorios como el Buero Vallejo.
Veni, vidi, vici. Esta célebre frase de Julio César podría bien ser acuñada, en pleno siglo XXI, por David Bisbal. El almeriense llegó ayer a Guadalajara, por segunda vez en su meteórica carrera, con los deberes más que hechos. Las entradas vendidas en un par de días, sus mayores fans en las primeras filas y, en definitiva, un público entregado dispuesto a disfrutar de la faceta artística más desconocida del cantante, la que solamente se puede rozar en auditorios como el Buero Vallejo. No obstante, el ya ex triunfito dio todo de sí para provocar la euforia del público, más variopinto de lo que cabría pensar, al estar conformado por adolescentes, jóvenes, y hombres y mujeres de mediana edad. Con todo el teatro en pie, Bisbal apareció en el escenario con un atractivo juego de luces que recordaba en ocasiones a las del plató de televisión que le dio a conocer. Sin mirar atrás, la canción que da nombre a su último disco, inauguró un repertorio que hizo que sobraran las butacas del auditorio. Le siguió Esclavo de sus besos, que terminó de desatar la locura entre el público. David Bisbal se mostró cercano, emocionado en algunas ocasiones, directo, casi como aquel joven que llamó la atención junto a Rosa de España, como si nunca hubiera saltado el charco ni triunfado en Latinoamérica y Estados Unidos. Y el público se lo agradeció, sobre todo cuando él se mostró encantado de que el escenario se encontrase a tan pocos metros de las butacas. ¡Qué cerca estamos todos!, repitió en más de una ocasión. La guitarra española tomó el protagonismo en la interpretación de Al-Andalus, mientras se proyectaban imágenes de la Alhambra de Granada. Con Como la primera vez, las fans pudieron descansar y disfrutar de su chorro de voz, impecable, limpia, perfecta, en definitiva, al igual que con Esta ausencia, mientras las imágenes de la pantalla ayudaban a introducirse en una historia de triste final.
Con el cambio de vestuario, llegó el momento de viejos éxitos, como Oye, el boom, Cómo olvidar y Lloraré las penas, que volvió a poner en pie el escenario, perdiendo totalmente el control cuando el almeriense regaló su ya famoso giro.
Tras un par de baladas de su último disco, como Mi princesa o Si falta el aire, David Bisbal volvió a hacer uso de sus movimientos de cadera en Torre de Babel, seguido por otros de sus grandes éxitos y canciones más recientes.
Sin duda, fue una noche para recordar, tanto para el cantante, que volvió a entregar todo su talento, conocedor de que el público es ahora el jurado de su carrera, como para los afortunados asistentes.
Con el cambio de vestuario, llegó el momento de viejos éxitos, como Oye, el boom, Cómo olvidar y Lloraré las penas, que volvió a poner en pie el escenario, perdiendo totalmente el control cuando el almeriense regaló su ya famoso giro.
Tras un par de baladas de su último disco, como Mi princesa o Si falta el aire, David Bisbal volvió a hacer uso de sus movimientos de cadera en Torre de Babel, seguido por otros de sus grandes éxitos y canciones más recientes.
Sin duda, fue una noche para recordar, tanto para el cantante, que volvió a entregar todo su talento, conocedor de que el público es ahora el jurado de su carrera, como para los afortunados asistentes.