Brown dimite y deja el camino libre a Cameron para ser primer ministro

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: AGENCIA. MADRID
Gordon Brown puso fin ayer a 13 años de Gobierno laborista. Lo hizo igual que inició su mandato el 27 de junio de 2007, cruzando St. James’s Park camino de Buckingham Palace y en una breve audiencia con la Reina, a la que dijo que llamara a formar Gobierno al líder conservador, David Cameron. Antes, quiso despedirse frente a los medios de comunicación, expresando su emoción sus sensaciones durante el breve tiempo de su Gobierno y deseando lo mejor al que está bastante claro que será su sucesor.
El primer ministro británico, Gordon Brown, anunció su dimisión y se dirigió, acompañado de su familia, al Palacio de Buckingham para comunicar a la Reina su decisión, a fin de que Isabel II convocara al candidato a formar el nuevo Gobierno, el conservador David Cameron, ya que prosperan las negociaciones este con el liberal Clegg.
Antes de salir camino de palacio, el premier pronunció unas palabras frente al portón negro de Downing Street. Acompañado de su esposa y arropado por los miembros de su equipo, Brown quiso en todo momento desear lo mejor a su sucesor, anunciado que renuncia con carácter inmediato al liderazgo laborista y pronunciando unas emotivas palabras. “He amado este trabajo no por su boato o sus privilegios que no me gustan sino por su potencial para hacer un partido más justo, más tolerante, más democrático y más verde. Mi trabajo me ha permitido ver las mejores cualidades del ser humano y también sus debilidades, incluidas las mías. Mientras dejo el segundo empleo que más quiero, tengo muchas más ganas de hacer el que más me gusta: el de padre y esposo. Gracias y adiós”.
El de Brown ha sido un final lento pero inexorable, iniciado por la derrota en las urnas y confirmado a mediodía de ayer por la ruptura de las negociaciones con los liberal demócratas, su última oportunidad de mantenerse en el poder hasta el próximo otoño.
Las conversaciones se rompieron por un doble motivo. El primero fue el descontento creciente con el proceso entre los diputados laboristas y la convicción de los negociadores liberales de que los laboristas no tenían la autoridad suficiente para garantizarles lo que prometían. Y no sólo por la incertidumbre en torno al próximo líder laborista, también por el tono agresivo de alguno de los delegados laboristas, sobre todo por el conocido titular de Educación, Ed Balls.
La renuncia de Brown es la segunda en tan sólo unas horas. El mismo lunes anunciaba su dimisión como líder del Partido Laborista. Sin embargo, entonces lo hizo con la intención de mantenerse unos meses en el cargo y forjar un acuerdo con los liberal demócratas.
Ahora se va para no volver. Y lo más probable es que no vuelva a la política. En los últimos días, expresó en diversas ocasiones su deseo de dedicar los próximos años a la escritura y al trabajo solidario en instituciones benéficas, circunstancias que le alejan de los instintos que también ha manifestado su predecesor, Tony Blair.
Su final político abre el melón de su sucesión al frente del laborismo, que empezará a resolverse a partir de hoy. El favorito es el responsable de Exteriores, David Miliband, que ya ha expresado en varias ocasiones su deseo de hacerlo, pero hay otros nombres. Entre ellos, el delfín favorito del premier, Ed Balls, u outsiders como Andy Burnham, Jon Cruddas o Alan Johnson.
La renuncia de Brown pone punto final a 13 años de Gobierno laborista y es el epílogo de su breve mandato, marcado por su incapacidad para conectar con los ciudadanos y por las tribulaciones del desplome bursátil y la crisis económica. Gordon Brown ganó crédito entre los líderes mundiales por su respuesta rápida y eficaz a la crisis del sistema bancario, pero su éxito no detuvo la sangría de su popularidad, bajo mínimos durante casi todos los meses de su mandato.
Si finalmente se termina concretando –como todo apunta– el Gobierno entre los conservadores y los liberales, sería la primera vez que Reino Unido tuviese un Gobierno de coalición en tiempos de paz.