Buero Vallejo, mucho más que un teatro
01/10/2010 - 09:45
Por: MAR GATO. MADRID
Los periodistas de Guadalajara realizaron una visita guiada por el entramado del edificio
Los medios de comunicación de Guadalajara fueron ayer partícipes de la visita guiada por los entresijos del teatro auditorio Buero Vallejo, iniciativa que el Ayuntamiento de Guadalajara, a través del Patronato municipal de Cultura, pusiera en marcha en marzo de 2008. Desde entonces han sido muchos los colectivos y colegios que han participado en esta novedosa actividad. Sólo en lo que llevamos de 2010 se han realizado un total de 12 visitas, tres por parte de asociaciones y nueve por colegios, con un total de 224 visitantes.
Estas cifras prevén que se superarán con creces las registradas en 2009, en el que se realizaron un total de 22 visitas, nueve de ellas de colectivos y 13 de colegios, con un total de 415 visitantes.
Avalado por el éxito de estas cifras, el director del teatro Buero Vallejo, Julio Gómez, se dispuso a ejercer de anfitrión de esta especial visita guiada, en la que también participaron el alcalde de la ciudad, Antonio Román, y la concejala de Cultura, Isabel Nogueroles. Reunidos todos en el hall, Gómez adentró al grupo de visitantes en algunas curiosidades del teatro, como el de su propio nombre, consignado como homenaje al dramaturgo guadalajareño Antonio Buero Vallejo. Un diseño vanguardista, derivado de un concurso de ideas del que se hicieron acreedores Luis Rojo, Begoña Fernández y Ángel Verdasco, y una inyección económica de casi 10 millones de euros de la que se hicieron cargo el Ayuntamiento de Guadalajara, la Junta de Comunidades y el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, hacían realidad este edificio, que en diciembre de 2002 abría sus puertas con su primer espectáculo, Poeta en Nueva York, a cargo de Rafael Amargo.
Con estas primeras explicaciones se iniciaba en el hall del teatro que haces las veces de distribuidor de las propias instalaciones la visita guiada, que tendría su siguiente parada en la sala Tragaluz, lugar que toma su nombre de una de las obras literarias de Antonio Buero Vallejo y cuyo cometido es acoger actos de pequeño formato, tales como presentaciones de libros y conferencias. Con 133 butacas, el lugar dispone de una generosa iluminación y una acústica enviadiables en sus 180 metros cuadrados de superficie.
Desde las cabinas técnicas y de traducción que se encuentran en la trasera de esta sala se accede al auditorio, un espacio dotado con 1.000 butacas, 630 en platea o patio central y 370 en el anfiteatro. Al fondo de la misma se sitúa el lugar más llamativo, el escenario, espacio de casi 500 metros cuadrados en el que la expedición tuvo a bien recibir las explicaciones de Santiago Guzmán, técnico de maquinaria y encargado de hacer la preceptiva demostración de los movimientos de luces, bambalinas y telones con los que cuenta el espacio escénico a través de las 34 varas manuales y 7 motorizadas con las que cuenta. Sin embargo la mayoría de las atenciones se las llevó el telón de acero, dispositivo de seguridad que permite en cuestión de segundos aislar la caja escénica del patio de butacas en caso de incendio en uno u otro lado. De producirse éste en el escenario, 40.000 litros de agua están preparados para sofocarlo. Y del suelo del escenario al cielo de la caja escénica. Un total de 18 metros tuvieron la culpa de que muchos periodistas echaran un pulso al mal de alturas. Sería desde esta posición en la que los periodistas pudieron comprobar in situ el trabajo de movimiento de las varas, aquellas que hacen posible la subida y bajada de telones, el movimiento de focos y los cambios de decorado en un abrir y cerrar de ojos.
Nuevamente en el suelo, las lecciones técnicas prosiguieron detrás de bambalinas, lugar donde se abre la chácena muelle de carga y descarga de los elementos que conforman el espectáculo y el almacén, donde se hacen los retoques para los próximos montajes.
Estrellas por un rato
Dejada a un lado la técnica, la visita adquirió un toque más glamuroso de la mano de Javier Barra, encargado del teatro, quien guió a los periodistas por el entramado de camerinos, aquellas salas destinadas a acoger a los artistas. Un total de seis camerinos individuales, dos colectivos y dos para orquesta guardan entre sus paredes los secretos previos de cada espectáculo.
El recorrido se completó con la visita a la sala La Fundación, nombre de otra obra insigne del dramaturgo Buero Vallejo, que actualmente hace las veces de Escuela de Teatro, además de taller infantil para los espectáculos que tienen lugar durante los fines de semana en el teatro.
Avalado por el éxito de estas cifras, el director del teatro Buero Vallejo, Julio Gómez, se dispuso a ejercer de anfitrión de esta especial visita guiada, en la que también participaron el alcalde de la ciudad, Antonio Román, y la concejala de Cultura, Isabel Nogueroles. Reunidos todos en el hall, Gómez adentró al grupo de visitantes en algunas curiosidades del teatro, como el de su propio nombre, consignado como homenaje al dramaturgo guadalajareño Antonio Buero Vallejo. Un diseño vanguardista, derivado de un concurso de ideas del que se hicieron acreedores Luis Rojo, Begoña Fernández y Ángel Verdasco, y una inyección económica de casi 10 millones de euros de la que se hicieron cargo el Ayuntamiento de Guadalajara, la Junta de Comunidades y el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, hacían realidad este edificio, que en diciembre de 2002 abría sus puertas con su primer espectáculo, Poeta en Nueva York, a cargo de Rafael Amargo.
Con estas primeras explicaciones se iniciaba en el hall del teatro que haces las veces de distribuidor de las propias instalaciones la visita guiada, que tendría su siguiente parada en la sala Tragaluz, lugar que toma su nombre de una de las obras literarias de Antonio Buero Vallejo y cuyo cometido es acoger actos de pequeño formato, tales como presentaciones de libros y conferencias. Con 133 butacas, el lugar dispone de una generosa iluminación y una acústica enviadiables en sus 180 metros cuadrados de superficie.
Desde las cabinas técnicas y de traducción que se encuentran en la trasera de esta sala se accede al auditorio, un espacio dotado con 1.000 butacas, 630 en platea o patio central y 370 en el anfiteatro. Al fondo de la misma se sitúa el lugar más llamativo, el escenario, espacio de casi 500 metros cuadrados en el que la expedición tuvo a bien recibir las explicaciones de Santiago Guzmán, técnico de maquinaria y encargado de hacer la preceptiva demostración de los movimientos de luces, bambalinas y telones con los que cuenta el espacio escénico a través de las 34 varas manuales y 7 motorizadas con las que cuenta. Sin embargo la mayoría de las atenciones se las llevó el telón de acero, dispositivo de seguridad que permite en cuestión de segundos aislar la caja escénica del patio de butacas en caso de incendio en uno u otro lado. De producirse éste en el escenario, 40.000 litros de agua están preparados para sofocarlo. Y del suelo del escenario al cielo de la caja escénica. Un total de 18 metros tuvieron la culpa de que muchos periodistas echaran un pulso al mal de alturas. Sería desde esta posición en la que los periodistas pudieron comprobar in situ el trabajo de movimiento de las varas, aquellas que hacen posible la subida y bajada de telones, el movimiento de focos y los cambios de decorado en un abrir y cerrar de ojos.
Nuevamente en el suelo, las lecciones técnicas prosiguieron detrás de bambalinas, lugar donde se abre la chácena muelle de carga y descarga de los elementos que conforman el espectáculo y el almacén, donde se hacen los retoques para los próximos montajes.
Estrellas por un rato
Dejada a un lado la técnica, la visita adquirió un toque más glamuroso de la mano de Javier Barra, encargado del teatro, quien guió a los periodistas por el entramado de camerinos, aquellas salas destinadas a acoger a los artistas. Un total de seis camerinos individuales, dos colectivos y dos para orquesta guardan entre sus paredes los secretos previos de cada espectáculo.
El recorrido se completó con la visita a la sala La Fundación, nombre de otra obra insigne del dramaturgo Buero Vallejo, que actualmente hace las veces de Escuela de Teatro, además de taller infantil para los espectáculos que tienen lugar durante los fines de semana en el teatro.