Cameron apuesta por un Gobierno en minoría y endurece su estrategia
01/10/2010 - 09:45
Por: EUROPA PRESS
Se ve ganador ante sondeos que le dan más escaños
De no obtener la ansiada hegemonía en Westminster, el líder tory cree que la gobernabilidad quedaría asegurada, puesto que la complicada conyuntura económica del país, con un agujero presupuestario inédito tras la recesión más prolongada, disuadiría a los demás partidos de intentar forzar nuevos comicios este año.
A tres días de las elecciones, el giro es arriesgado. A pesar del liderazgo en los sondeos, los resultados del 6 de mayo continúan como los más inciertos en décadas y la táctica podría volverse en su contra, al trasladar la idea de que da los votos por ganados. Sin embargo, Cameron está convencido de que, a menos de 72 horas de la apertura de los colegios, debe elevar la temperatura de su campaña, con el objetivo de decantar drásticamente la balanza a su favor.
El enemigo a batir es el reparto más equitativo de la tarta parlamentaria, una perspectiva apuntada al principio de la carrera y convertida en posibilidad cierta a raíz del auge de los liberaldemócratas. El ascenso de Nick Clegg, a quien los dos auténticos aspirantes a las llaves de Downing Street veían al principio como convidado de piedra, obstaculizó el camino de Cameron al número 10, pero en las últimas horas, las encuestas han mostrado un ligero repliegue de la Cleggmanía.
Una propensión que reforzó la nueva estrategia conservadora de descartar abiertamente una alianza con la, hasta ahora, tercera fuerza política y evitarse así aceptar demandas difíciles de cuadrar con su ideario. La reforma electoral que plantean los liberaldemócratas como condición colisiona con las previsiones de un Cameron que considera que la representación proporcional tan sólo perpetuaría la falta de mayorías en Westminster. Un escenario que, según ha venido alertando desde que hace cuatro semanas comenzase oficialmente la campaña, es el que menos conviene a Reino Unido.
No obstante, el líder conservador ha variado parcialmente su manual de cabecera. A pesar de seguir abogando por la hegemonía en los Comunes, de no lograrla cuenta con un plan B para gobernar sin depender de unos liberaldemócratas que, hasta hace poco, aparecían como clave para el color del futuro Gobierno.
Los recortes que quieren aplicar van en contra de la corriente de laboristas y liberal-demócratas, que podrían echar abajo el proyecto y, con ello, acabar forzando una segunda convocatoria electoral este mismo año. Sin embargo, los conservadores habrían procedido ya a un cálculo de riesgos: en las actuales circunstancias económicas, con el riesgo aún latente de una doble zambullida en la recesión, los otros dos podrían ser acusados de obstruir las medidas necesarias para la recuperación por motivos políticos.
En consecuencia la responsabilidad de forzar una nueva cita con las urnas quedaría en su bando, cuando el país aún sufre las consecuencias de la recesión más prolongada desde que existen los registros. El crecimiento en el trimestre entre enero y marzo, el primero tras la vuelta oficial de los signos positivos a la economía, fue de tan sólo dos décimas. De hecho, los argumentos enarbolados por las dos grandes formaciones para apelar a un apoyo mayoritario radican, precisamente, en el impacto que para la superación de la crisis supondría la inestabilidad de un Parlamento sin mayorías.
Cameron, a punto de protagonizar una campaña de 24 horas consecutivas en la noche de mañana, negó complacencia, pero recibió fuertes ataques de sus contrincantes. Clegg consideró una arrogancia impresionante que haya llegado a avanzar parte de las medidas que prevé e, incluso, haya asegurado que en menos de siete días su gabinete estará trabajando. En Reino Unido existe una convención bajo la cual los aspirantes de la oposición no cantan victoria anticipadamente.
CAMBIOS
No obstante, David Cameron ya ha avanzado que el nombramiento de su gabinete será un proceso ágil, que comenzaría el mismo viernes, con el objetivo de avanzar la implementación de unas medidas que se verían estimuladas por el acortamiento de las vacaciones parlamentarias. Si en el calendario legislativo actual el período de sesiones no comienza hasta octubre, con Cameron los nuevos miembros deberán volver al trabajo a principio de septiembre.
Por el momento, la media de las encuestas más recientes publicadas mantiene en cabeza a los conservadores, con un 35 por ciento de los votos y 279 escaños, a 47 de la hegemonía. Sin embargo, debido al peculiar modelo electoral británico, los laboristas, a pesar de hacerse con el 28 por ciento del apoyo popular, obtendrían tan sólo 17 asientos menos y ampliamente por encima de los 80 con los que se quedarían los liberaldemócratas. Y todo, a pesar de que los de Clegg serían la opción del 27 por ciento de las papeletas.
La clave está en las consideradas circunscripciones marginales, unas 100, del total de 650 que se juegan. Hasta un tercio de los votantes en estas plazas determinantes no sabrían aún por quién apostar y los que lo han decidido otorgan un empate técnico a conservadores y laboristas, con un 36 por ciento.
El enemigo a batir es el reparto más equitativo de la tarta parlamentaria, una perspectiva apuntada al principio de la carrera y convertida en posibilidad cierta a raíz del auge de los liberaldemócratas. El ascenso de Nick Clegg, a quien los dos auténticos aspirantes a las llaves de Downing Street veían al principio como convidado de piedra, obstaculizó el camino de Cameron al número 10, pero en las últimas horas, las encuestas han mostrado un ligero repliegue de la Cleggmanía.
Una propensión que reforzó la nueva estrategia conservadora de descartar abiertamente una alianza con la, hasta ahora, tercera fuerza política y evitarse así aceptar demandas difíciles de cuadrar con su ideario. La reforma electoral que plantean los liberaldemócratas como condición colisiona con las previsiones de un Cameron que considera que la representación proporcional tan sólo perpetuaría la falta de mayorías en Westminster. Un escenario que, según ha venido alertando desde que hace cuatro semanas comenzase oficialmente la campaña, es el que menos conviene a Reino Unido.
No obstante, el líder conservador ha variado parcialmente su manual de cabecera. A pesar de seguir abogando por la hegemonía en los Comunes, de no lograrla cuenta con un plan B para gobernar sin depender de unos liberaldemócratas que, hasta hace poco, aparecían como clave para el color del futuro Gobierno.
Los recortes que quieren aplicar van en contra de la corriente de laboristas y liberal-demócratas, que podrían echar abajo el proyecto y, con ello, acabar forzando una segunda convocatoria electoral este mismo año. Sin embargo, los conservadores habrían procedido ya a un cálculo de riesgos: en las actuales circunstancias económicas, con el riesgo aún latente de una doble zambullida en la recesión, los otros dos podrían ser acusados de obstruir las medidas necesarias para la recuperación por motivos políticos.
En consecuencia la responsabilidad de forzar una nueva cita con las urnas quedaría en su bando, cuando el país aún sufre las consecuencias de la recesión más prolongada desde que existen los registros. El crecimiento en el trimestre entre enero y marzo, el primero tras la vuelta oficial de los signos positivos a la economía, fue de tan sólo dos décimas. De hecho, los argumentos enarbolados por las dos grandes formaciones para apelar a un apoyo mayoritario radican, precisamente, en el impacto que para la superación de la crisis supondría la inestabilidad de un Parlamento sin mayorías.
Cameron, a punto de protagonizar una campaña de 24 horas consecutivas en la noche de mañana, negó complacencia, pero recibió fuertes ataques de sus contrincantes. Clegg consideró una arrogancia impresionante que haya llegado a avanzar parte de las medidas que prevé e, incluso, haya asegurado que en menos de siete días su gabinete estará trabajando. En Reino Unido existe una convención bajo la cual los aspirantes de la oposición no cantan victoria anticipadamente.
CAMBIOS
No obstante, David Cameron ya ha avanzado que el nombramiento de su gabinete será un proceso ágil, que comenzaría el mismo viernes, con el objetivo de avanzar la implementación de unas medidas que se verían estimuladas por el acortamiento de las vacaciones parlamentarias. Si en el calendario legislativo actual el período de sesiones no comienza hasta octubre, con Cameron los nuevos miembros deberán volver al trabajo a principio de septiembre.
Por el momento, la media de las encuestas más recientes publicadas mantiene en cabeza a los conservadores, con un 35 por ciento de los votos y 279 escaños, a 47 de la hegemonía. Sin embargo, debido al peculiar modelo electoral británico, los laboristas, a pesar de hacerse con el 28 por ciento del apoyo popular, obtendrían tan sólo 17 asientos menos y ampliamente por encima de los 80 con los que se quedarían los liberaldemócratas. Y todo, a pesar de que los de Clegg serían la opción del 27 por ciento de las papeletas.
La clave está en las consideradas circunscripciones marginales, unas 100, del total de 650 que se juegan. Hasta un tercio de los votantes en estas plazas determinantes no sabrían aún por quién apostar y los que lo han decidido otorgan un empate técnico a conservadores y laboristas, con un 36 por ciento.