Chesterton

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

MENÚ DEL DOMINGO
La editorial Renacimiento de Sevilla ha vuelto a sorprendernos y nos ha regalado un libro del gran humorista inglés Chesterton. Se trata de un, para mí desconocido, viaje que hizo a España y del que nos dejó algunas curiosas impresiones.
Así, las tituladas “El color de España”, “La tradición de Toledo” y “Tom Jones y El Escorial” en la primera juega con el tópico del color negro y de la España negra. Porque para el gran observador que fue el curioso míster, vestir de negro no es lo mismo que estar de luto, y la mantilla, a que tan aficionados fueron y son las españolas, “demuestra por sí sola que el negro es un color alegre, y casi podríamos decir que el color de la frivolidad”.
Nos advierte que al contrario de tanto extranjero, él no fue a los toros, pero se cuida mucho de llamarnos crueles. “Todos los países presentan anomalías, escribe, que nos impresionan como anormalidades y hasta abominaciones, pero no es ver un país buscar las cosas que se abominan.
Toledo le pareció que se asemejaba a Jerusalén, idea que no había oído antes, y rebaja la influencia árabe en la ciudad. “La conexión indefinible que une a una ciudad como Toledo con una ciudad como Jerusalén existía mucho antes de que naciera Mahoma”.

El Escorial, también al contrario de muchos otros viajero, le parece un edificio caluroso, y no ve esa frialdad que algunos ven en la grandiosidad de sus fachadas. Estima que el denostado rey español había hecho algo enteramente único y hasta antinatural, construir un palacio casi en la cima de un monte, en un lugar alejado, al que solo se puede llegar por caminos rocosos y ruinosos, parecidos a pasos de montaña.
Le choca que una persona, cuyo carácter fue tan distinto del de la mayoría de los españoles, haya llegado a ser considerado como el prototipo de todos. Durante mucho tiempo, escribe, El Escorial ha representado a Felipe II y Felipe II ha representado a España. Pero Felipe II no era un español típico y que el Monasterio no es en realidad duro ni sombrío, sino en muchos aspectos sumamente cordial y generoso. Porque, termina diciendo, España es la patria de la novela picaresca y de al comedia de enredo y que no es triste como El Escorial, sino alegre como Tom Jones.
El gran humorista inglés se muestra aquí tan original y deslumbrante como en su mejor novela El hombre que fue jueves.