Clara Janés publica María Zambrano. Desde la sombra
01/10/2010 - 09:45
Por: EUROPA PRESS
Si no se conoce la obra de María Zambrano es porque no se quiere o porque no se está preparado, afirmó ayer la poeta Clara Janés, con motivo de la publicación María Zambrano. Desde la sombra llameante (El Ojo del Tiempo Siruela), en el que la autora recoge las conversaciones mantenidas con la escritora y la lectura de sus obras.
Janés manifestó, en declaraciones a Europa Press, que la sociedad actual no es la más propicia para que se pueda acercar a una obra tan importante y tan profunda como esta. Nunca será culpa de los individuos, sino de un entorno que está llegando a unos extremos de empobrecimiento mental enormes, dijo. La autora señaló que detrás de esto hay siempre intereses económicos y políticos, porque el hecho de que el hombre no piense es una de las finalidades para que los que piensan puedan hacer lo que quieran, por lo que lamentó que tenga que ser una lucha y algo inaccesible que no todo el mundo impulsa.
En oposición a esto, Janés señaló que el poeta es un ser que va a la totalidad y siente el desgarro de la ruptura, de la muerte. Así, el hombre profundamente consciente de lo que es estar en el mundo, sabiendo que va a morir, se siente desesperado, y para salir de esa sensación se embriaga. Esta ebriedad a la que Zambrano se refiere en su obra literaria, según se recoge en este libro, se produce a través de la palabra y la melodía, algo que, según destacó Janés, supo captar la escritora. En palabras de Zambrano, la poesía es lo único rebelde ante la esperanza de la razón.
Janés se detiene en este libro en el momento en el que Zambrano escribe el ensayo Hacia un saber sobre el alma y se lo muestra a Ortega y Gasset, su maestro. Él no lo recibe como ella esperaba, algo que le produce un disgusto enorme, e incluso camina por Gran Vía con lágrimas. Sin embargo, no modifica su actitud, porque ella ha encontrado ya el camino. Se da cuenta de que lo que busca es la razón poética, que no es la razón vital que busca Gasset o la razón pura de Kant. Así, acepta la separación que no le influye de forma negativa en ningún sentido.Un aspecto que muchas personas coinciden en destacar es la capacidad oratoria de Zambrano. En palabras de Janés, su gran virtud era el conocimiento instintivo que tenía de la persona con la que iba a iniciar una conversación, y cómo, de una manera socrática, llevaba la conversación al tema que al otro le iba a interesar más. Ella adivinada cómo se iba a construir esa conversación, dijo.
En este sentido, Janés añadió que, además de esa intuición con la que Zambrano abordaba sus conversaciones, lo que había detrás, en el fondo, era la gran maestra que había en ella, porque a través de los textos, de la prosa más poética o de la conversación estaba siempre incitando a conocer.
Según destacó, este aspecto le hacía muy seductora y era su gran virtud, apoyada también en su gran inteligencia. La mente humana lo que anhela es aprender y saber más, aunque no siempre consciente, y ella te ponía en actividad a la persona que tenía delante, dijo.
Zambrano era una persona que inducía, sin que te dieras cuenta, a que llegar a la conclusión adecuada para cada uno, y ponía de manifiesto su gran don para el contacto con las personas. Lo que tenía es una gran intuición para las cosas, y se podía saltar el razonamiento silogístico porque tenía esa visión del poeta, señaló.
Clara Janés conoció a María Zambrano en 1984, cuando ella regresó a España después de un largo exilio. Janés le envió un libro, pero ella no le contestó. Después, a través de amigos comunes, logran conocerse. Es en estas conversaciones donde Janés se da cuenta de que Zambrano, lejos de evitar hablar de los poemas que ella le envió un día, utiliza sus conversaciones para, finalmente, contestar a su palabra escrita.
En oposición a esto, Janés señaló que el poeta es un ser que va a la totalidad y siente el desgarro de la ruptura, de la muerte. Así, el hombre profundamente consciente de lo que es estar en el mundo, sabiendo que va a morir, se siente desesperado, y para salir de esa sensación se embriaga. Esta ebriedad a la que Zambrano se refiere en su obra literaria, según se recoge en este libro, se produce a través de la palabra y la melodía, algo que, según destacó Janés, supo captar la escritora. En palabras de Zambrano, la poesía es lo único rebelde ante la esperanza de la razón.
Janés se detiene en este libro en el momento en el que Zambrano escribe el ensayo Hacia un saber sobre el alma y se lo muestra a Ortega y Gasset, su maestro. Él no lo recibe como ella esperaba, algo que le produce un disgusto enorme, e incluso camina por Gran Vía con lágrimas. Sin embargo, no modifica su actitud, porque ella ha encontrado ya el camino. Se da cuenta de que lo que busca es la razón poética, que no es la razón vital que busca Gasset o la razón pura de Kant. Así, acepta la separación que no le influye de forma negativa en ningún sentido.Un aspecto que muchas personas coinciden en destacar es la capacidad oratoria de Zambrano. En palabras de Janés, su gran virtud era el conocimiento instintivo que tenía de la persona con la que iba a iniciar una conversación, y cómo, de una manera socrática, llevaba la conversación al tema que al otro le iba a interesar más. Ella adivinada cómo se iba a construir esa conversación, dijo.
En este sentido, Janés añadió que, además de esa intuición con la que Zambrano abordaba sus conversaciones, lo que había detrás, en el fondo, era la gran maestra que había en ella, porque a través de los textos, de la prosa más poética o de la conversación estaba siempre incitando a conocer.
Según destacó, este aspecto le hacía muy seductora y era su gran virtud, apoyada también en su gran inteligencia. La mente humana lo que anhela es aprender y saber más, aunque no siempre consciente, y ella te ponía en actividad a la persona que tenía delante, dijo.
Zambrano era una persona que inducía, sin que te dieras cuenta, a que llegar a la conclusión adecuada para cada uno, y ponía de manifiesto su gran don para el contacto con las personas. Lo que tenía es una gran intuición para las cosas, y se podía saltar el razonamiento silogístico porque tenía esa visión del poeta, señaló.
Clara Janés conoció a María Zambrano en 1984, cuando ella regresó a España después de un largo exilio. Janés le envió un libro, pero ella no le contestó. Después, a través de amigos comunes, logran conocerse. Es en estas conversaciones donde Janés se da cuenta de que Zambrano, lejos de evitar hablar de los poemas que ella le envió un día, utiliza sus conversaciones para, finalmente, contestar a su palabra escrita.