Cracovia, la grandeza monumental de Polonia

14/11/2011 - 09:47 Europa Press

Cracovia, la llamada "Roma eslava", muestra a pesar de los avatares de la intensa historia de Polonia todo su esplendor en un auténtico "cruce de caminos". Situada muy cerca de las fronteras checa y eslovaca, fue un enclave vital en las rutas comerciales europeas, de norte a sur y de este a oeste, y sobre todo la capital de un reino pujante hasta el siglo XVII en el que fue desbancada por su "rival":Varsovia. Hoy, Cracovia es la capital espiritual del país y quizás la ciudad polaca con más sentimiento europeo.

La belleza y la clase de esta ciudad regada por el río Vístula se palpa en su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978. Se asegura que esta vieja "almendra", presidida por la imponente Plaza del Mercado, es uno de los doce cascos antiguos más hermosos del mundo, aunque en realidad podemos admirarla ahora al salvarse casi de milagro de los bombardeos de la II Guerra Mundial. Los nazis ya tenían fecha y hora para derribarla -de hecho en 1944 ya habían minado casi todos sus barrios y los monumentos más importantes-, pero una afortunada maniobra de un general ruso evitó la tragedia. No tuvo la misma suerte su población judía, localizada en el barrio de Kazimierz, que también retrató Steven Spielberg en "La lista de Schindler", ya que miles de personas fueron trasladadas desde esta zona a los campos de Auschwitz y Birkenau, a solo unos setenta kilómetros de la actual capital de "Malopolska" (Pequeña Polonia), para encontrarse con su último destino. En la actualidad, Kazimierz ha pasado de ser un barrio marginado al de más de moda, una especie de "Soho" polaco con sus bares y restaurantes que "conviven" con las viejas sinagogas judías, donde el metro cuadrado de construcción ha subido como la espuma y resulta casi imposible comprar una casa que en la mayoría de las ocasiones debe ser reformada previamente. Lo cierto hoy también es que apenas queda ya población judía ni en este barrio ni en la ciudad, solo están censadas unas ochenta personas, pero los jóvenes abarrotan este "nuevo barrio" para divertirse y disfrutar de la noche.

A finales del siglo XV el célebre Nicolas Copérnico también paseó por las estrechas calles de esta Cracovia, que en la actualidad concentra unos 700.000 habitantes, cuando era simplemente un estudiante veinteañero de su afamada Universidad Jagiellona, la considerada "perla del saber". Junto a su hermano era un joven universitario que ya le daba las primeras vueltas a su célebre Teoría Heliocéntrica del Sistema Solar que cambiaría la visión del cosmos en una Cracovia que figuraba en el ranking de las ciudades más ricas y más desarrolladas cultural e intelectualmente de Europa. De ahí que Nicolas estudiara también derecho, filosofía, astronomía, medicina y matemáticas. Un genio del Renacimiento como lo era en Italia Leonardo Da Vinci.

Hoy, quinientos años después, Cracovia sigue rezumando esa magia intelectual, llena de encanto en su casco antiguo. No hay más que admirar sus hermosas iglesias -17 en la vieja ciudad-, que atraen al visitante tanto por su aspecto exterior como sus recargados interiores. Templos de un largo recorrido histórico pues fue aquí en Cracovia donde, por ejemplo, Karol Wojtyla se ordenó sacerdote casi clandestinamente en la capilla privada del Arzobispado (su ventana exterior adornada con una foto del pontífice sigue atrayendo a miles de fieles), y dio sus primeros sermones en la Basílica de Nuestra Señora, famosa por su altar de Wit Stoss, en la misma Plaza del Mercado. Años después, en sus habituales viajes pastorales a esta ciudad, el Papa Juan Pablo II visitaba su casa en el número 19 de la calle Kanonicza recordando sus años de Obispo de Cracovia. La vivienda se encuentra en una vía muy bella y sin apenas comercios, muy próxima a la colina de Wawel, el gran símbolo del poder real. En esta colina, presidida por la Catedral, el lugar de las coronaciones y las tumbas donde yacen los reyes de Polonia, Karol Wojtyla celebró su primera misa en 1946. En la cripta de San Leonardo.

Sea cual sea la puerta elegida -la más espectacular es la de San Florian- de la vieja y segura muralla que protegía Cracovia, el camino conduce a la plaza del Mercado ("Rynek Glowny"), la plaza más grande de la Europa medieval, que ha conservado los puestos de su Lonja de Paños, la torre del Ayuntamiento, las iglesias de Santa María -donde cada hora se puede escuchar en directo un toque de trompeta patriótico ("hejnal") que se efectúa las veinticuatro horas del día- y San Adalberto, y las casas mansiones que rodean este escenario único en Europa.

La visita a este bellísimo casco no quedaría concluida sin pasear por el Camino Real en dirección a la Barbacana, que formaba parte de la muralla defensiva, parando antes en "La madriguera de Michalik". Este cabaret de finales del siglo XIX sigue siendo centro de reunión para turistas y cracovianos, y está muy cerca de la obra pictórica más importante que guarda Cracovia: "La dama del Armiño", el famoso cuadro de Leonardo da Vinci, expuesto en el Museo de los Czartoryski.

A las afueras de Cracovia, Nowa Huta nos depara una insólita sorpresa. El antiguo barrio industrial edificado alrededor del complejo industrial metalúrgico Tadeusz Sendzimir, nos permite sumergirnos en la arquitectura del realismo socialista tras la gran guerra. La compañía Crazy Guides Communism Tours (www.crazyguides.com) organiza, incluso, visitas a esta Cracovia de la época comunista en los coches "Trabant" (las populares "jaboneras" de los años 60) visitando una casa obrera y el barrio que antiguamente presidía una estatua de seis metros en honor a Lenin, hoy en manos de un coleccionista sueco.

Más clásica, pero no menos sorprendente, es la visita a las Minas de Sal de Wieliczka, inscritas en la primera lista de la UNESCO como "patrimonio mundial". En este laberinto bajo tierra de 300 kilómetros de cámaras y galerías sólo se recorren tres 3.500 metros, a una profundidad entre 64 y 135 metros, pero las 22 cámaras de esta mina fundada en el siglo XIII dejan boquiabierto al visitante. Los jóvenes cracovianos se casan en la cámara más espectacular, la capilla de Santa Kinga, con capacidad para 500 personas, y otros prefieren tomar las aguas balnearias de este reino subterráneo de la sal.