Curro de la Casa, a hombros en su debut

28/05/2012 - 12:12 Redacción

Sorprendió para bien la novillada de Peñajara anunciada en la presentación con picadores de Curro de la Casa. Por hechuras y por juego, aún con matices que apuntar en la hoja de servicios, todos los utreros tuvieron el denominador común de la nobleza, la fijeza y la movilidad. Incluso, la casta.  
Hacía años que en Las Cruces no se anunciaba una novillada picada y se agradece sobremanera que sea fuera de Feria. Ni el abono isidril ni el fútbol fueron impedimento para que los tendidos del coso capitalino se poblaran en más de un tercio. Había hambre de toros y la tarde primaveral de mayo invitaba al espectáculo.
Al margen de las seis orejas del marcador y evitando huir de los derroteros del optimismo, bien puede decirse que fue tarde de sorpresas gratas: la buena entrada, el juego del ganado y el tono general que ofrecieron los novilleros.
Sin preámbulo alguno, Mario Alcalde rompió tarde haciéndose escuchar con el capote. Vibrante y variado en su reaparición  alcarreña. Una larga cambiada y un saludo por tijerillas fueron la salutación ante un novillo que ya de salida mostró su casta. Desde lejos se arrancaba el animal con motor y al centro del anillo se fue Mario Alcalde para citarlo en un pase cambiado por la espalda. El peñajara tomó el engaño con prontitud y se sucedieron varias tandas importantes. Se notó el amplio bagaje del novillero a la hora de ligar y alargar las embestidas. Resultó una faena compacta en la que, posiblemente, faltó cierto poso para gustarse y atemperarse. Dicho queda, al igual que en su haber es justo apuntar las pinceladas de los remates ante un enrazado  astado que a más de un novillero hubiera desbordado.  Con el público metido en faena, la estocada tendida coronó la labor y la petición de las dos orejas le abrió la puerta grande.
Con el que hizo cuarto, no pudo materializar triunfo en faena brindada al apoderado alcarreño Néstor García. Parapetado en el tendido alto, se encontraba el mentor de Iván Fandiño y rápido se percató Alcalde para hacerle la ofrenda. El novillo llegó al último tercio soltando la cara y pespunteó la muleta en varias ocasiones. Los desarmes emborranaron una faena en la que no se consiguieron altas cotas. Entonces, Mario Alcalde se adentró en los terrenos del novillo y se jugó la cornada. Hasta dos veces voló por el aire y el público acabó recriminando su hierática actitud. La estocada preliminar que hizo guardia redujo la labor a una ovación.

Triunfo en el debut
La tarde era de Curro de la Casa y  en su rostro se notaba desde el paseíllo el peso de  la responsabilidad. Hubo que esperar a que cortara una oreja a su primero para que el alcarreño cambiase el rictus. El brindis de su debut no podía tener otro destinatario que Jesús de Alba, quien ha sido su profesor y su mentor.  ‘Camarero’, pongámosle nombre, se desangró en los primeros tercios y la costalada sufrida en la primera tanda, hicieron que el animal quedase mermado. Se  apagó el peñajara y en la muleta se metía por debajo. La clave de Curro fue la firmeza y el aplomo que mostró. Valor seco para encajarse, templarlo y aguantar parones.
Se alió la suerte con Curro al enlotar el cornigacho que cerró plaza. Fue en éste cuando disfrutó y convenció a la parroquia alcarreña de potenciales logros. Sin ninguna probatura, aperturó el trasteo con la izquierda dando distancia. Entonces, se cambió la muleta de mano y dibujó una tanda rotunda por hondura y ligazón. El pulso de la faena, aún con variaciones, volvió a subir en el ajuste de las manoletinas de cierre. Olía a premio y la gran estocada, que vino tras el pinchazo, puso la guinda a una tarde que esperemos sea tan sólo el principio del camino para el torero de Guadalajara. Maneras apunta.
Un tanto inadvertido pasó Juan Millán por Las Cruces, a pesar de sumar un trofeo. Lejos de la técnica virginal de tiempos pasados, se mostró con más aplomo, asentamiento y conocimiento. Sin embargo, le costó transmitir tanto con su primero de embestidas de almíbar al que reventó de un soberbio volapié como con el que hizo quinto, con el que se perdió en una faena larga. Dos pinchazos disolvieron los logros.