David Luguillano: "Me considero un creador del arte del toreo"
El torero vallisoletano David Luguillano concede una jugosa entrevista a Nueva Alcarria, con motivo de su actuación en el festival de Atienza.
Es una de las últimas reservas de los toreros denominados de ‘pellizco’. Bajo estas coordenadas, David Castro González (Luguillano) (Valladolid, 1969) hará el paseíllo mañana, sábado, en la villa medieval de Atienza y a buen seguro será un reclamo para numeros aficionados. Previamente, a las 13,30 horas estará con los más pequeños para enseñarles toreo de salón.
P. Superadas las bodas de plata de alternativa (Valladolid, 13 de mayo de 1990), ¿en qué momento profesional se encuentra?
R. En el más dulce porque tengo la experiencia que se va adquiriendo con el tiempo. La afición que mantengo desde niño hace que cada día siga aprendiendo. Además, me he cuidado mucho y sigo en plena forma física. Me siento muy orgulloso de llevar 27 años de matador y los que acumulo de becerrista y novillero, ya que empecé con ocho años.
P. Hablamos del quinto eslabón de una dinastía de toreros que abrió su padre.
R. Mi padre, Clemente, mis tíos Santiago y Juan Carlos, y mi hermano, Jorge, fueron también toreros. Mi padre ha sido un gran apasionado del mundo del toro y él me inculcó su saber y amor a esta profesión. Me enseñó muchos valores y me transmitió una forma de sentir y vivir en torero. La ética del toreo te hace mantener una seriedad en la vida y un respeto: desde el amor al toro a la admiración por los compañeros, el afán de superación ante las cornadas y las adversidades...Es un reflejo de la constante lucha que es la vida.
P. ¿Escasean los románticos en el panorama taurino actual?
R. En mi caso sigo siendo un romántico porque torear es lo que más me gusta hacer. La vida evoluciona, pero el toreo auténtico llega con emoción a los públicos. Si hay algo insustituible es la capacidad de emocionar que tiene el arte del toreo.
P. ¿Cómo afronta esta etapa de su carrera?
R. Estoy disfrutando mucho. Lógicamente, me gustaría torear corridas de toros, pero de momento no ha habido posibilidad. En Valladolid toreé la última corrida hace cinco años, fui triunfador y no he vuelto. También en Madrid, donde tuve tanto cartel, llevo doce años sin ir. Yo tengo intención de regresar a Las Ventas porque me veo muy preparado y mentalizado. En cualquier caso, soy un torero de sensaciones y no de metas ni de números. Soy muy feliz toreando festivales y yendo al campo. Me quedo con lo que hay y no con lo que podría ser. Nunca he planteado mi carrera con números, sino como una forma de vivir, sentir y desarrollarme al mismo tiempo. Al igual que un pintor o un escultor, me considero un artista y creador del toreo que busca aprender de todos los momentos.
P. ¿La veteranía pasa factura a la hora de ser contratado?
R. Son etapas de la vida. Yo me siento un privilegiado y estoy muy agradecido a los empresarios que me han contratado y a la afición porque he vivivido sensaciones increíbles. Mi prioridad es sentirme torero o artista con lo que hago. Con la vocación que tengo, vas adquiriendo oficio y nunca dejas de aprender porque siempre te puede salir un animal que te hace estar en alerta. Yo siempre he admirado mucho a los toreros de sentimiento artístico. La personalidad es fundamental y he intentado siempre ser fiel a mí mismo. Tener mi sello y que cuando me vean vestido de torero, digan: “Ese es David Luguillano”.
P. ¿El artista nace o se hace?
R. Se nace con ello. No sólo en el toreo, sino en cualquier actividad artística. Cuando se nace con una forma de desarrollar un arte, lógicamente no se aprende aunque se perfecciona. Lo bonito del toreo es la variedad de estilos y las formas de desarrollarlo. Yo soy admirador de todos los compañeros y, por supuesto, de los que necesitan tres corazones para matar las corridas más duras. A mi me gusta mucho el toreo artístico, pero también admiro el toreo de dominio, de capacidad y de esfuerzo. En la variedad está el gusto, tanto a nivel de estilos como de edades, porque un torero mientras tenga capacidades y facultades físicas puede estar ahí, siempre que se tenga respeto al público. Cuando yo empezaba, había toreros como Curro Vázquez, Manzanares y Antoñete, a los que era una delicia verles torear con un aroma inigualable. Sería bonito que los empresarios volvieran a recuperar los carteles con aquella filosofía artística, tal como se hacía antiguamente en Las Ventas.
P. ¿Digieren el miedo de manera diferente los toreros ‘de pellizco’?
R. El miedo es el mismo. Hay miedo escénico a ciertas plazas y públicos por lo que te juegas profesionalmente y, por otra parte, está el miedo físico a perder la vida. El miedo bloquea y la preparación te hace superarlo porque el sentimiento delante del toro es inigualable. En dos horas puedes vivir los sentimientos más contrapuestos: la alegría, el triunfo, el fracaso, el terror,...Todo el tramo de una vida está condensado en unos minutos. Como en cualquier disciplina, la preparación te aporta seguridad.
P. Cuenta con alrededor de cuarenta paseíllos en Las Ventas. ¿Con qué tarde se queda?
R. En Madrid me fui haciendo de novillero. Creo que la faena al toro de Sepúlveda de mi confirmación de alternativa, con los maestros Manzanares y Rincón, es la más recordada. Aún me siguen parando por la calle para hablarme de ella. También hubo importantes faenas a un toro de Bohórquez, a otro de Javier Pérez Tabernero, con el que me dieron premios a la mejor faena de San Isidro, y también una tarde con una gran corrida de Valdefresno. Siempre he estado muy agradecido al público de Madrid porque me ha esperado. Mis temporadas siempre dependían de lo que hiciese en Madrid.
P. De 2000 a 2003 vivió la época de mayor gloria. ¿Qué recuerdos guarda?
R. Fue mi época con más festejos en la que fui apoderado por José Félix González. Cuando te lleva una casa es más fácil que cuando vas por libre, como he ido casi siempre. Sin embargo, creo que ahora soy mucho mejor torero y me encuentro en la cúspide de lo que quería llegar a desarrollar. Quiero puntualizar que no es lo mismo matar un festival sin picadores que una corrida de toros porque los novillos fuertes y violentos, al no poder ahormarse, no te permiten torear siempre con el ritmo que quieres.
P. En el año 2000 llegó a coger una sustitución en la Feria de Guadalajara y cortó una oreja.
R. El día anterior toreé con Curro Vázquez en Valladolid, cuya plaza al igual que la de Guadalajara, la llevaba la casa Matilla y ambos cogimos las sustituciones de Manzanares y Finito de Córdoba en Guadalajara. Recuerdo que matamos, junto al maestro Ponce, una corrida muy seria de Badía y corté una oreja. Me sorprendió el cuajo de los toros y salieron las cosas bien. Guardo gratos recuerdos.