Don Juan Tenorio recorre las calles de la ciudad por amor y con buen tiempo
01/10/2010 - 09:45
Por: MAR GATO. MADRID
Tenorio Mendocino volvió a salir a la calle para mezclar literatura e historia. Muchos fueron los que animados por la agradable noche, calificada por la propia consejera de Administraciones Públicas y Justicia, Magdalena Valerio, como de otoño primaveral quisieron participar de una actividad que se ha convertido en un mito y un rito para la ciudad de Guadalalajara y del que son sus grandes artífices los más de 100 actores que forman parte de la asociación cultural Gentes de Guadalajara. El cortejo de Don Juan a Doña Inés se desarrolló con buen tiempo y sin incidencias, también, en la noche del sábado al domingo.
El tiempo, esta vez sí, acompañó a la conquista de Don Juan por la calles de la capital, colmadas de ávidos guadalajareños, grandes y pequeños, que quisieron con su presencia formar parte de la figuración de esta emblemática representación teatral que entremezcla la literatura de José Zorrilla con la historia propia de la Guadalajara de los Mendoza. Antes, sin embargo, fueron muchos los que con tragos de vino y migas, procedentes de una animada Hostería del Laurel, tomaron fuerzas para emprender el que sería el ya habitual cortejo de Don Juan a Doña Inés, y que no alcanzaría tan altas horas como en años precedentes gracias a algún que otro sucinto recorte de papeles de los actores y al adelanto en media hora de su celebración.
A las 21.30 horas daba comienzo el Tenorio Mendocino de las grandes novedades, basadas fundamentalmente en el cambio de emplazamientos por las obras que salpican la ciudad. En la tristeza de no albergar una de sus escenas quedaron la plaza de Santa María, la fachada del palacio de la Cotilla y la iglesia de los Remedios, huérfanas en la oscura noche de ayer, más propia de la primavera que del otoño. En el lado opuesto se encontraban el convento de La Piedad, que repetía sus tradicionales escenas, y el palacio del Infantado, que desplegó todos sus encantos para convertirse en feliz acogedor de cuatro de las seis escenas de la obra teatral. Precisamente el peregrinaje de esta decimoséptima entrega del Tenorio Mendocino se iniciaría en la fachada principal del emblemático edificio, de cuyo pórtico irían apareciendo los diferentes personajes. El primero en hacerlo fue Francisco de Medina y Mendoza, cronista de la capital, que a fuerza de pulmón salvó el contratiempo de un sonido deficitario en el momento que llamaba a escena a la familia Mendoza al completo, que ejecutó un baile cortesano ofrendado a Felipe II e Isabel de Valois.
Con el posterior alborotado baile de campesinos y el desafío entre dos amigos, Don Juan y Don Luis, el Tenorio Mendocino volvía a levantar el vuelo.
El calor de Borobia
Más de 100 actores hicieron una vez más posible la leyenda que año tras año escribe la historia social y cultural de Guadalajara. Un mito convertido en rito que no contó, esta vez, con el creador del Tenorio Mendocino a la vez que uno de sus más veteranos actores, Javier Borobia, quien aunque despojado de su traje de comendador, estuvo presente y arropado por el público, entre el que quiso pasar desapercibido mientras observaba, y algunas veces recitaba, fragmentos de su obra maestra, que cumplía ayer su mayoría de edad.
Acompañando a la nutrida comitiva que conformaban actores y público general se encontraban dos habituales de esta celebración, las consejeras de Cultura, Turismo y Artesanía, y de Administraciones Públicas, Marisol Herrero y Magdalena Valerio, respectivamente.
Herrero, quien aprovechó la ocasión para felicitar a la asociación Gentes de Guadalajara por su fehaciente labor, tildó esta representación que combina la literatura de capa y espada con el patrimonio de los Mendoza como una importante materia prima para el turismo de la capital; un elemento esencial para que Guadalajara cree adicción
Por su parte, Valerio destacó la riqueza de los nuevos emplazamientos del Tenorio Mendozino en 2009 y la agradable temperatura de la noche de viernes, sin precedentes en la celebración de esta cita cultural del otoño.
Don Juan volverá a peregrinar esta noche por el amor de Doña Inés como si quisiera intentar cambiar, en una oportunidad nuevamente concedida, su desenlace final.
A las 21.30 horas daba comienzo el Tenorio Mendocino de las grandes novedades, basadas fundamentalmente en el cambio de emplazamientos por las obras que salpican la ciudad. En la tristeza de no albergar una de sus escenas quedaron la plaza de Santa María, la fachada del palacio de la Cotilla y la iglesia de los Remedios, huérfanas en la oscura noche de ayer, más propia de la primavera que del otoño. En el lado opuesto se encontraban el convento de La Piedad, que repetía sus tradicionales escenas, y el palacio del Infantado, que desplegó todos sus encantos para convertirse en feliz acogedor de cuatro de las seis escenas de la obra teatral. Precisamente el peregrinaje de esta decimoséptima entrega del Tenorio Mendocino se iniciaría en la fachada principal del emblemático edificio, de cuyo pórtico irían apareciendo los diferentes personajes. El primero en hacerlo fue Francisco de Medina y Mendoza, cronista de la capital, que a fuerza de pulmón salvó el contratiempo de un sonido deficitario en el momento que llamaba a escena a la familia Mendoza al completo, que ejecutó un baile cortesano ofrendado a Felipe II e Isabel de Valois.
Con el posterior alborotado baile de campesinos y el desafío entre dos amigos, Don Juan y Don Luis, el Tenorio Mendocino volvía a levantar el vuelo.
El calor de Borobia
Más de 100 actores hicieron una vez más posible la leyenda que año tras año escribe la historia social y cultural de Guadalajara. Un mito convertido en rito que no contó, esta vez, con el creador del Tenorio Mendocino a la vez que uno de sus más veteranos actores, Javier Borobia, quien aunque despojado de su traje de comendador, estuvo presente y arropado por el público, entre el que quiso pasar desapercibido mientras observaba, y algunas veces recitaba, fragmentos de su obra maestra, que cumplía ayer su mayoría de edad.
Acompañando a la nutrida comitiva que conformaban actores y público general se encontraban dos habituales de esta celebración, las consejeras de Cultura, Turismo y Artesanía, y de Administraciones Públicas, Marisol Herrero y Magdalena Valerio, respectivamente.
Herrero, quien aprovechó la ocasión para felicitar a la asociación Gentes de Guadalajara por su fehaciente labor, tildó esta representación que combina la literatura de capa y espada con el patrimonio de los Mendoza como una importante materia prima para el turismo de la capital; un elemento esencial para que Guadalajara cree adicción
Por su parte, Valerio destacó la riqueza de los nuevos emplazamientos del Tenorio Mendozino en 2009 y la agradable temperatura de la noche de viernes, sin precedentes en la celebración de esta cita cultural del otoño.
Don Juan volverá a peregrinar esta noche por el amor de Doña Inés como si quisiera intentar cambiar, en una oportunidad nuevamente concedida, su desenlace final.