El Balonmano Guadalajara certifica su permanencia en Asobal

14/05/2016 - 21:48 Ana G. Hernández

A pesar de su derrota del sábado ante el Cuenca, la victoria del Anaitasuna de este domingo sella su permanencia otra temporada más en la máxima categoría del balonmano nacional.

El BM Guadalajara no pudo superar al Ciudad Encantado de Cuenca en otro de los tantos emocionantes derbis que nos regala esta rivalidad. En esta ocasión, se llevó el gato al agua el equipo visitante gracias a una actuación estelar de Vainstein y Ponciano, con nueve y ocho goles respectivamente.

Los alcarreños recibían al vecino con la opción de sellar su salvación, después del enésimo parón de la Asobal en la segunda vuelta. Un derbi que se preveía tenso hace semanas cuando se presumía que ambos se jugarían la permanencia. Sin embargo, ambos equipos llegaron a la jornada 27 con los deberes prácticamente hechos. El problema es que un derbi sin tensión, no es un derbi y menos con una afición que, aunque muy mermada, vino al Santamaría a apoyar a su equipo con cánticos y muchísima fe. Y el partido arrancó con gol de Bozalongo y la respuesta de Ponciano. Y continuó con la magia de Chiuffa y el saber estar de los visitante que aguantaron el chaparrón brasileño, 5-3. Era el minuto 9 y sin motivo aparente, los morados se descompusieron. Y se descompusieron con Hombrados muy desacertado y sin ideas en ataque. Mientras, López Hernández percutía sin piedad sobre el marco local logrando un parcial de 0-5 (5-8).

El tiempo muerto solicitado por César Montes era obligatorio y la entrada de Montoya también. Un chispazo de Márquez rompió la mala racha, pero el Guadalajara seguía sin encontrarse y sin ser capaz de reducir la ventaja visitante. De hecho, no fue hasta la entrada de Barbero cuando los de Montes despertaron de su letargo. Lo hicieron tras una gran parada de su portero en un lanzamiento rival desde seis metros. Montoya aprovechó la contra consiguiente y el Guadalajara soltó amarras con Barbero exultante y Montoya imprimiendo velocidad y sentido. De hecho, del 6-11 al 10-11 se pasó en apenas siete minutos. Siete minutos locos que acortaron distancia y dieron miga al derbi. Incluso se pudo llegar al descanso con más igualdad, si el propio Montoya hubiera anotado un siete metros que dispuso. Pero la oportunidad se fue al limbo y el Guadalajara se fue a los vestuarios por debajo en el marcador, pero con la pájara superada. Y es que, superó hasta una inferioridad numérica que se saldó con saldo positivo para los intereses locales.

La segunda parte continuó con un duelo de francotiradores desde los nueve metros. Mientras Márquez hacía las delicias locales, Ponciano hacía las delicias de la afición conquense, uno 50 ruidosos aficionados sentados en un fondo. La diferencia era que, mientras el lateral visitante partía desde la izquierda para fusilar con su diestra; Márquez estaba en el lateral cambiado. Mérito doble. El intercambio de balazos fue espectacular, tanto que ni Barbero ni Tercariol eran capaces de intuirlas. A la fiesta de Márquez y Ponciano se unieron poco después Bozalongo y Hernández manteniendo la igualdad en el luminoso. Una igualdad que globalizaba todos los aspectos, incluso en las exclusiones con los dos minutos a Mikel Redondo y Ponciano. Incluso cuando sus técnico cambiaron de portero (Hombrados regresó al parqué, mientras que Ibáñez disputaba sus primeros minutos).

Transcurridos el primer cuarto de hora, el Ciudad Encantada volvió a resquebrajar el muro alcarreño y a marcharse en el marcador, 19-21. Dos goles de ventaja y superioridad, tras la exclusión de Márquez. Y tres después de que Vainstein anotara el siete metros (19-22). De hecho, el Guadalajara solo pudo tomar aire cuando Fuentes peleó contra todos en el pivote para cortar la sangría (20-22). El siguiente ladrillo del muro alcarreño lo puso Montes al solicitar otro tiempo. Necesitaba repararlo.

El problema es que estaba desgajado y más tras la exclusión de Parra, que en esos momentos actuaba de avanzado. No era el día de Hombrados al que se le colaban muchos balones después de tocarlos. Y claro Ponciano y Vainstein, inquebrantable desde la línea de castigo, hacían más daño a la herida, 22-26. Fue entonces cuando la magia volvió a hacer acto de presencia en el Santamaría. Chiuffa regresaba 40 minutos después con dos goles que hacían posible la remontada. Uno desde el extremo y otro en una contra agónica, 24-26. A su fiesta se le unió el francotirador Márquez para acortar aún más las distancias (25-26) con cinco minutos por delante. El intercambio de golpes hasta el final fue desgarrador. Y desgarrador fue el final. El Guadalajara murió a la orilla, (29-31).