El desmantelamiento ya ha generado 1.536 toneladas de residuos
01/10/2010 - 09:45
Por: DIANA PIZARRO
Central Nuclear José Cabrera
Más del 50 por ciento de las 263 personas que han trabajado desde febrero en la planta, son de la provincia
El desmantelamiento integral de la central nuclear de Almonacid de Zorita, que está llevando a cabo Enresa (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos), ha superado con éxito sus primeros 150 días de actividad, un periodo en el que ya se han generado 1.536 toneladas de residuos, todos ellos de materiales convencionales, del total de 104.000 toneladas que se prevén recoger durante el proceso completo.
De esta cantidad, la mayoría (582 toneladas) son residuos de construcción y demolición, como tierras, arenas, materiales asfálticos o escombros; mientras que se han generado 582 toneladas de chatarras, y 320 de plásticos. El desmantelamiento de las partes activas, es decir, con algún tipo de radiación, se producirá a partir del verano del próximo año, como confirmó ayer el director del desmantelamiento, Manuel Rodríguez Silva, durante la presentación del balance de los primeros seis meses del proceso, el primero de estas características que se realiza en nuestro país.
Durante este tiempo, cerca de 200 personas de media están trabajando diariamente en estas instalaciones para lograr que el terreno donde se asienta la central recupere el estado que tenía en 1960, cuando se comenzó a construir. Entonces, según explicó Rodríguez, se entregará el terreno a su propietario, pues Enresa sólo es el operador.
En total, de las 263 personas que han trabajado en la José Cabrera desde el pasado 11 de febrero cuando se produjo el cambio de titularidad entre Enresa y Unión Fenosa, pertenecientes a 31 empresas diferentes, el 35 por ciento proceden de los pueblos del entorno de la central, el 21 por ciento de otros puntos de la provincia de Guadalajara, y el resto de otros lugares de España.
Una campa en lugar de torres
El primer gran cambio que ha experimentado esta instalación nuclear es la desaparición de las torres de refrigeración, uno de los elementos más visibles, junto con la cúpula. En origen eran un total de 12 torres, aunque cuando Enresa llegó, dos de ellas habían sido recicladas, por lo que solamente quedaban 10, explicó ayer el director técnico del desmantelamiento, Manuel Ondaro, durante la visita que se realizó a las instalaciones. Estos trabajos de derribo, que se llevaron a cabo entre el 26 de mayo y el 22 de junio, permitirán que el espacio abierto que ha dado como resultado sirva para gestionar los materiales que vayan generando durante las operaciones de desmantelamiento. Aquí vendrán los materiales desde los almacenes intermedios, tanto en carretillas como en contenedores metálicos, señaló Ondaro, quien no olvidó mencionar el área habilitada para el movimiento de camiones, que tendrán capacidad para transportar unas 22 toneladas cada uno. También instalaremos una báscula móvil para contabilizar cuánto material vamos sacando.
Mientras llega ese momento, los trabajadores están actualmente construyendo un muro de retención de aguas para que, en época de lluvias, se produzca una filtración de los residuos que puedan generar esos materiales desechados, antes de que lleguen al río. También estamos terminando de explanar una de las zonas de acceso y salida de material. En concreto, lo estamos hormigonando para darle consistencia, matizó el director técnico de la operación.
Estas torres no eran una instalación primitiva de la central, ya que hubo que implementarlas para incrementar la capacidad de refrigeración del condensador y devolver el agua a la temperatura que exigía la legislación vigente en aquel momento, afirmó Ondaro. Este tipo de torres de refrigeración lo eran de ventilación forzada, mientras que en Trillo lo son de tiro natural. Ambas, no obstante, tienen el mismo objetivo.
Otro de los primeros trabajos de desmantelamiento que se ha producido en este periodo ha sido el desmontaje de los componentes del edificio diésel. Esta infraestructura tenía como función suministrar energía para el consumo propio de la central cuando se producía una desconexión al sistema de abastecimiento ordinario a causa, por ejemplo, de una recarga del transformador principal, señaló Ondaro.
Previamente a estas actuaciones, los responsables del desmantelamiento llevaron a cabo una primera etapa que consistió en la caracterización detallada de la planta, para identificar el tipo de materiales que se encuentran en ella, en qué volúmenes, tipologías..., en definitiva, conocer en esencia el problema al que nos enfrentamos, según Rodríguez. Una vez superado ese trámite se pasó a realizar las modificaciones de los sistemas y edificios de la planta, que ya no es de generación de energía, sino de recepción de residuos. Ésta es la fase que se está desarrollando en este momento, a cuya finalización se comenzará el desmontaje de los sistemas e infraestructuras de la planta, para continuar con los trabajos de descontaminación y demolición de los edificios que han albergado los diferentes sistemas. Por último se pasará a verificar que el terreno se encuentra limpio, pudiendo proceder así a su restauración.
En paralelo se irán generando materiales que dan origen a una gran actividad de gestión, algo esencial en un desmantelamiento, recordó el director de la operación.
Pero dentro del desmontaje de la planta, hay que distinguir las zonas convencionales de las radiológicas. Estas segundas contemplan un apartado denominado de grandes componentes, donde fundamentalmente vamos a encontrarnos con la segmentación de la vasija del reactor, los internos, y el resto de elementos del circuito primario de la planta, la actividad más singular de este desmantelamiento, señaló Manuel Rodríguez. No obstante, en el conjunto de las operaciones se ha establecido un control desde el punto de vista radiológico, por el que todos los camiones que carguen los materiales generados en el desmantelamiento deben pasar por un pórtico de salida que avisará cuando alguno de estos vehículos lleve algo que no deba salir de la planta, explicó Ondaro, quien añadió que entonces se realizaría nuevamente el proceso. De momento no se ha tenido que activar este sistema.
El horizonte temporal de este proyecto son seis años, por lo que el fin se prevé para el año 2016. Según afirmó Manuel Rodríguez, de momento se está cumpliendo con el calendario y no se han producido imprevistos reseñables.
Durante este tiempo, cerca de 200 personas de media están trabajando diariamente en estas instalaciones para lograr que el terreno donde se asienta la central recupere el estado que tenía en 1960, cuando se comenzó a construir. Entonces, según explicó Rodríguez, se entregará el terreno a su propietario, pues Enresa sólo es el operador.
En total, de las 263 personas que han trabajado en la José Cabrera desde el pasado 11 de febrero cuando se produjo el cambio de titularidad entre Enresa y Unión Fenosa, pertenecientes a 31 empresas diferentes, el 35 por ciento proceden de los pueblos del entorno de la central, el 21 por ciento de otros puntos de la provincia de Guadalajara, y el resto de otros lugares de España.
Una campa en lugar de torres
El primer gran cambio que ha experimentado esta instalación nuclear es la desaparición de las torres de refrigeración, uno de los elementos más visibles, junto con la cúpula. En origen eran un total de 12 torres, aunque cuando Enresa llegó, dos de ellas habían sido recicladas, por lo que solamente quedaban 10, explicó ayer el director técnico del desmantelamiento, Manuel Ondaro, durante la visita que se realizó a las instalaciones. Estos trabajos de derribo, que se llevaron a cabo entre el 26 de mayo y el 22 de junio, permitirán que el espacio abierto que ha dado como resultado sirva para gestionar los materiales que vayan generando durante las operaciones de desmantelamiento. Aquí vendrán los materiales desde los almacenes intermedios, tanto en carretillas como en contenedores metálicos, señaló Ondaro, quien no olvidó mencionar el área habilitada para el movimiento de camiones, que tendrán capacidad para transportar unas 22 toneladas cada uno. También instalaremos una báscula móvil para contabilizar cuánto material vamos sacando.
Mientras llega ese momento, los trabajadores están actualmente construyendo un muro de retención de aguas para que, en época de lluvias, se produzca una filtración de los residuos que puedan generar esos materiales desechados, antes de que lleguen al río. También estamos terminando de explanar una de las zonas de acceso y salida de material. En concreto, lo estamos hormigonando para darle consistencia, matizó el director técnico de la operación.
Estas torres no eran una instalación primitiva de la central, ya que hubo que implementarlas para incrementar la capacidad de refrigeración del condensador y devolver el agua a la temperatura que exigía la legislación vigente en aquel momento, afirmó Ondaro. Este tipo de torres de refrigeración lo eran de ventilación forzada, mientras que en Trillo lo son de tiro natural. Ambas, no obstante, tienen el mismo objetivo.
Otro de los primeros trabajos de desmantelamiento que se ha producido en este periodo ha sido el desmontaje de los componentes del edificio diésel. Esta infraestructura tenía como función suministrar energía para el consumo propio de la central cuando se producía una desconexión al sistema de abastecimiento ordinario a causa, por ejemplo, de una recarga del transformador principal, señaló Ondaro.
Previamente a estas actuaciones, los responsables del desmantelamiento llevaron a cabo una primera etapa que consistió en la caracterización detallada de la planta, para identificar el tipo de materiales que se encuentran en ella, en qué volúmenes, tipologías..., en definitiva, conocer en esencia el problema al que nos enfrentamos, según Rodríguez. Una vez superado ese trámite se pasó a realizar las modificaciones de los sistemas y edificios de la planta, que ya no es de generación de energía, sino de recepción de residuos. Ésta es la fase que se está desarrollando en este momento, a cuya finalización se comenzará el desmontaje de los sistemas e infraestructuras de la planta, para continuar con los trabajos de descontaminación y demolición de los edificios que han albergado los diferentes sistemas. Por último se pasará a verificar que el terreno se encuentra limpio, pudiendo proceder así a su restauración.
En paralelo se irán generando materiales que dan origen a una gran actividad de gestión, algo esencial en un desmantelamiento, recordó el director de la operación.
Pero dentro del desmontaje de la planta, hay que distinguir las zonas convencionales de las radiológicas. Estas segundas contemplan un apartado denominado de grandes componentes, donde fundamentalmente vamos a encontrarnos con la segmentación de la vasija del reactor, los internos, y el resto de elementos del circuito primario de la planta, la actividad más singular de este desmantelamiento, señaló Manuel Rodríguez. No obstante, en el conjunto de las operaciones se ha establecido un control desde el punto de vista radiológico, por el que todos los camiones que carguen los materiales generados en el desmantelamiento deben pasar por un pórtico de salida que avisará cuando alguno de estos vehículos lleve algo que no deba salir de la planta, explicó Ondaro, quien añadió que entonces se realizaría nuevamente el proceso. De momento no se ha tenido que activar este sistema.
El horizonte temporal de este proyecto son seis años, por lo que el fin se prevé para el año 2016. Según afirmó Manuel Rodríguez, de momento se está cumpliendo con el calendario y no se han producido imprevistos reseñables.