El libro 'Crónica de un Premio Nobel' recoge las circunstancias de la concesión del galardón a Juan Ramón Jiménez

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: EUROPA PRESS
El poeta y ensayista Alfonso Alegre Heitzmann relata en su obra 'Juan Ramón Jiménez, 1956. Crónica de un Premio Nobel' las circunstancias que rodearon la concesión de este galardón al poeta de Moguer (Huelva) y cómo éste y su familia vivieron la noticia.
Las más de 500 páginas recogen cartas y telegramas que Juan Ramón y su esposa, Zenobia Camprubí, recibieron en su exilio en Puerto Rico con felicitaciones por el Nobel y también muestras de pésame por la muerte de la segunda, tres días después de que se conociese oficialmente que el autor de 'Platero y yo' recibiría el máximo galardón literario. El Gobierno franquista español, que "ignoró y censuró" al poeta, nunca envió ninguna de estas cartas de reconocimiento.

La obra está estructurada en tres partes, la crónica del momento; una selección inédita de la correspondencia que Juan Ramón recibió en los días siguientes a conocerse la noticia, y una compilación de documentación en la que se apoya la crónica, que forman parte de los archivos de la Sala Zenobia y Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico.

Para la obra, Alegre Heitzmann también ha contado con fragmentos del diario escrito por Francisco Hernández-Pinzón, sobrino del poeta, que convivió con la pareja en el momento de la llegada del Premio, y con los archivos de la Academia Sueca, hechos públicos cincuenta años después de la concesión del mismo.

Toda esta documentación ha permitido al autor configurar una doble crónica, que, por una parte, recoge las deliberaciones oficiales de la Academia y las cartas e informes remitidas a ésta por diversos expertos, que pidieron el Nobel para el poeta de Moguer y, por otra, las vivencias y emociones de la familia y sus allegados en torno al reconocimiento. Su publicación coincide con el 50 aniversario de la muerte del autor de 'La soledad sonora'.

ARCHIVOS SUECOS.

La información de la Academia ha permitido a Alegre Heitzmann descubrir que el nombre de Juan Ramón Jiménez comenzó a sonar para el Nobel en 1952 y que incluso se contempló la posibilidad de ofrecer un premio conjunto a éste y a Menéndez Pidal. En los archivos suecos, que se mantuvieron en secreto durante 50 años, también se recogen las razones que se esgrimieron para que la institución concediera a Jiménez el galardón.

Así, 'Crónica de un Premio Nobel' recoge cómo varios expertos e intelectuales destacaron ante la institución que los logros creativos del poeta fueron sumamente exquisitos, que ejerció una gran influencia en otros poetas de mucha relevancia como Federico García Lorca y que era, por aquel entonces, el único superviviente de la Generación del 98, la que "resucitó la literatura española" por lo que la concesión a Juan Ramón del Nobel serviría también de homenaje a compañeros como Antonio Machado o Miguel de Unamuno.

Ninguna de esas candidaturas que promovieron el premio para Juan Ramón salió de la España del Régimen y ninguna institución del país pidió nunca tal reconocimiento ni tampoco felicitó o reconoció la concesión del mismo a un poeta que "vivía exiliado y olvidado". De hecho, el autor considera que Juan Ramón no "fue una figura Nobel" hasta muchos años después de su muerte y su obra fue "silenciada y olvidada por la España oficial y por gran parte de la intelectualidad" de la época.

MOMENTO DE "LUCES Y SOMBRAS".

Por otra parte, los documentos personales de Juan Ramón y Zenobia han permitido a Alegre Heitzmann construir una crónica interna y familiar en la que recordar cómo la "gloria última del poeta llegó unida al infinito dolor de la muerte de Zenobia". Su esposa y compañera durante cuarenta años había sido la que había luchado por el premio, frente al propio poeta, a quien los premios le resultaban más indiferentes. Zenobia pudo saber, ya en el lecho de muerte, que Suecia le había dado el Nobel a Juan Ramón. Tres días después de la concesión oficial, murió.

Hubo "gozo y alegría" pero fueron días de "luces y sombras", recordó hoy el poeta Francisco Brines, que acompañó junto a Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta de Juan Ramón; y a la directora de la Residencia de Estudiantes, Carmen Gómez-Navarro, a Alegre Heitzmann en la presentación de la obra. Para los que como Brines se consideraban "juanramonianos", al "gozo" de un premio con el que se "equilibró la literatura española", le siguió el dolor por la enfermedad del propio Juan Ramón y la inminente muerte de Zenobia.