El Madrid firma un triunfo engañoso en San Petersburgo frente al Zenit

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

FÚTBOL LIGA DE CAMPEONES
Sin Raúl, por descanso, el Madrid logró un fundamental triunfo en San Petersburgo que encarriló su pase a cuartos de la ‘Champions’ y puso fin a dos años de sequía lejos de casa, pero dejó síntomas preocupantes. Se olvidó del balón en la segunda parte y acabó atrincherado en su área con serias deficiencias físicas, como un equipo menor. Fue un Madrid clásico en los últimos años, capaz de alternar fases de gobierno absoluto de la situación con ratos de sesteo que resucitan a cualquier adversario y una peligrosa tendencia a colgarse de su travesaño.
El Madrid se encontró con un rival que también respondió a las mil maravillas al estereotipo del fútbol ruso. Buen toque de balón, acciones de tiralíneas, jugadores de enorme talento que aparecen sólo a ráfagas, como Arshavin, y una defensa endeble, inocente, de patio de colegio.
Schuster dispone de un notable elenco de centrocampistas, virtud que sólo adorna a los grandes y supone una garantía de éxito. Si hay buenos peloteros, lo normal es que el equipo haga goles, y más si arriba tiene un ‘killer’ como Van Nistelrooy, un veterano que mide los tiempos y los esfuerzos pero mantiene el arma calibrada. No están por lesión Sneijder, Gago y Guti pero aparecen Van der Vaart y De la Red para manejar la situación. Paradigmático el caso del canterano. Es campeón de Europa, posee indudable clase, puede destruir y fabricar, pero necesitó que se rompieran dos compañeros para jugar. Si no, tenía toda la pinta de haberse pasado la temporada casi en blanco.

Schuster juega al engaño
Sin el ‘7’, en una decisión de Schuster que engañó a casi todos, el Madrid salió en plan campeón. No tuvo el más mínimo temor al último campeón de la UEFA y de la Supercopa, donde pasó por encima del Manchester United, y le fue a buscar desde el primer minuto. En el 2’, un cabezazo de Higuaín obligó a lucirse al portero Malafeev, más de balonmano que de fútbol porque rechaza casi todo pero no detiene nada. Y en el siguiente, el central Hubocan remató a lo delantero centro un pase de Van der Vaart. ¿Suerte? Hay que buscarla dicen los clásicos...
Tras un cuarto de hora soberbio, el Madrid empezó a sobrarse, a actuar con peligrosa suficiencia. Pepe quiso salir con un eslalon de esquiador de su área, Ramos ejercer más de extremo que de lateral...y el Zenit se adueñó del balón y del dominio. Por la izquierda, Siri y Arshavin la liaron y Schuster se desgañitó para que Higuaín colaborase con Ramos. No había forma. Llegó el empate tras una jugada por ese lado que rubricó el portugués Danny. Sonó el despertador y el Madrid se desperezó. Y en un visto y no visto, un tiro de Van der Vaart, un mal rechace y el certero disparo de Ruud, siempre Van Nistelrooy.
Hasta el descanso, el choque derivó en un atractivo ida y vuelta en el que el Madrid tenía las de ganar. Los rusos, con su técnico Dick Advocaat a la cabeza, se molestaron con el árbitro. El suizo Busacca no fue el típico juez hogareño que pasea por Europa. Le reclamaron un posible penalti de Diarra, otro por una supuesta mano de Ramos en el arranque de la segunda mitad, y también que impidiera sacar un córner al Zénit cuando pasaban cinco segundos.
Schuster quiso apuntalar su sistema defensivo y apostó en la reanudación por el grandullón Javi García en lugar de Van der Vaart. Más músculo y menos delicadeza. De forma paulatina, los españoles se echaron atrás, hasta terminar apelotonados en el área pequeña. Danny y Arshavin se gustaron. Y volvieron otros clásicos, las manos y piernas salvadoras de ‘san Iker’, el poste milagroso, las ocasiones pintiparadas erradas por los rusos... También, en menor medida, los contragolpes no definidos por el egoísmo de Robben o la cacareada falta de gol de Higuaín. Un triunfo para extraer conclusiones, tantas o más que de las derrotas.