El 'Mago de Oz' llenó un Buero Vallejo dispuesto a seguirle el ritmo
20/02/2011 - 12:32
Las butacas del Autoditorio Buero Vallejo se llenaron de adultos y niños dispuestos a disfrutar con un musical y entretenida tarde de teatro. Con las canciones como auténticas protagonistas del espectáculo, Mundiartistas llevó a las tablas una adaptación en la que se dieron cita buena parte de las virtudes y defectos de este tipo de montajes, creados con el complicado objetivo de hacer disfrutar a toda la familia. El resultado, con sus altibajos, resulta más digno que otros ya vistos en el Buero Vallejo. Lo que parece indudable es que los niños lo disfrutaron, participando activamente en cada uno de los temas musicales. Construir un espectáculo familiar nunca es fácil. Contentar a niños y adultos, aunque estos últimos no suelan tener muchas esperanzas de pasarlo bien, implica jugar con demasiadas variables. No sería la primera vez que se le adjudica a un montaje el calificativo de infantil en vez de otros con significados mucho más peyorativos. Este Mago de Oz que Mundiartistas llevó ayer a las tablas del Buero Vallejo no resulta tan ofensivo para la inteligencia como otras producciones que ya han pasado por el auditorio municipal -aún los hay que sufren pesadillas al recordar la versión de Leticia Sabater-, pero tampoco se libra de algunos de sus peores vicios. No es raro que la comedia recurra a chistes relacionados con la actualidad para enganchar al público. Puede que funcione, pero puede vulgarizar en exceso la propuesta. Este Mago de Oz se defiende bien, con dignidad, hasta que la aparición del personaje del León trae todos los chascarrillos ya conocidos y trillados, Chiquito de la Calzada incluido. Una lástima, hasta ese momento, la alegre espontaneidad del espantapájaros, interpretado con frescura por Javier Muñoz, y la entrañable seriedad del Hombre de Ojalata, sobrio Zalo Calero, se centraban en esos pequeños trucos de toda la vida que permiten a una obra afrontar el paso del tiempo. Algunas claves del humor permanecen siempre. Otras, como las imitaciones de Chiquito, hacen pensar en pensar en la caducidad del producto. Aunque, y eso también hay que reconocerlo, parece que algunos iconos del mundo televisivo no morirán jamás.