El Papa bendice la Zona Cero de Nueva York

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: COLPISA
El último día del papa Benedicto XVI en tierras estadounidenses estuvo teñido por una neblina grisácea que acompañó la melancolía del momento. El pontífice acudió este domingo a la Zona Cero, donde pidió la paz mundial en el mismo escenario donde un terrible ataque terrorista acabó con la vida de al menos 2.700 personas y borró de un plumazo la majestuosidad del World Trade Center. Por la noche ofició una misa ante 55.000 personas.
Pese al monstruoso suceso, la visita de Benedicto XVI a la zona se convirtió en un acto de conciliación para muchos de los familiares que perdieron a un ser querido el 11 de septiembre de 2001. El pontífice estuvo acompañado por 24 personas relacionadas de algún modo con el escabroso ataque. Entre ellos se encontraba el subdirector del cuerpo de bomberos, James Riches, que perdió a su hijo tras el derrumbe de una de las torres.

Para Riches, la bendición impartida por el Papa ofreció “un pequeño consuelo” dadas las circunstancias. Al fin y al cabo, muchos familiares no han conseguido recuperar los restos de sus seres queridos, por lo que la visita del Papa sacralizó la idea de proveer el descanso eterno para aquellas almas que perecieron en el atentado.

El pontífice se trasladó a primerísima hora de la mañana hasta el downtown de Manhattan en el Papamóvil, donde caminó por una rampa flanqueada por banderas hasta alcanzar un pequeño púlpito amarillo. Allí, varias personas, entre ellos 4 miembros de los equipos de rescate, varios supervivientes, y familiares de víctimas le esperaban cabizbajos. El escenario estuvo presidido por un gran cirio blanco que simbolizaba la resurrección.

Tras el solemne silencio que acompañó a las últimas notas de un cello, Benedicto XVI alcanzó el púlpito acompañado por el Cardinal de Nueva York, Edward Egan. Previamente, el Papa se arrodilló frente al cirio y alzó sus manos. A continuación el pontífice se levanto mientras varias personas protegieron la llama encendida segundo después por el máximo representante de la Iglesia Católica Romana.

Durante las primeras palabras de su oración, calificó la zona como “el escenario de increíble violencia y dolor”. Por esa misma razón el Papa pidió a Dios que otorgase “luz y paz eternas” a aquellos que perecieron. Además, también hizo mención a las familias que todavía guardan el duelo en sus corazones, así como para los heridos cuyas dolencias no han terminado de sanar. “Abrumados por la magnitud de esta tragedia, buscamos tu luz y tu guía, cuando nos enfrentamos con hechos tan terribles como éste”, señaló.

Al término de la oración, el Papa bendijo la zona con agua bendita y conversó en privado con algunos de los asistentes, entre los que se encontraban el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, el gobernador de Nueva York, David Paterson, y su homólogo en Nueva Jersey, Jon Corzine. Benedicto XVI partió posteriormente al estadio de los Yankees donde impartió una multitudinaria misa antes de partir de vuelta al Vaticano.

El pasado sábado por la tarde, Benedicto XVI compareció ante los jóvenes en el campus del Seminario de Saint Joseph, donde habló de su etapa en las juventudes hitlerianas. El Pontífice aseguró ante 30.000 jóvenes que el nazismo es “un monstruo”. “No necesitáis decirme que existen dificultades: los caminos que parecen dirigir a la felicidad pero en realidad sólo terminan en confusión y miedo”, aseguró.


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A golpe de limosna

En esta visita sin precedentes, la factura no ha estado financiada por intercesión divina y el periplo del cabeza de la Iglesia Católica por Estados Unidos ha costado la friolera de 3 millones de dólares. Una exagerada cifra que ha provocado alguna mala cara entre los propios católicos.

Al fin y al cabo esta ha supuesto la primera visita papal a la capital norteamericana desde 1979. Para la ocasión, la propia Archidiócesis de Washington creó la Fundación del Cristo de Nuestra Esperanza, una organización que ha recaudado cualquier tipo de limosna para ayudar a financiar las numerosas actividades del Papa en EE.UU.

Realmente, los costes de esta visita han estado justificados puesto que el alquiler del estadio de los Yankees, donde Benedicto XVI impartió ayer una multitudinaria misa el y su fugaz reconversión en una iglesia de quita y pon no salen gratis. La gracia de reformar el recinto, valorado en 1.300 millones de dólares y con una capacidad limitada de 57.000 asientos para la ocasión, no fue tarea fácil.

Alrededor de 195 diócesis visitaron Nueva York y cerca de 800 autobuses transportaron feligreses al estadio. A esto habría que sumar los gastos en distribución y emisión de billetes, así como la estricta seguridad que blindó la vida del Papa. Según informó el ayuntamiento de Washington, la ciudad invirtió 2,2 millones de dólares sólo en seguridad y servicios de limpieza durante la visita.