El Parque del Alto Tajo, un tesoro natural en el corazón de la Península

07/11/2017 - 14:27 Redaccion

El Parque Natural del Alto Tajo, declarado ya como Geoparque de Molina de Aragón-Alto Tajo, por la Unesco, cuenta con una extensión de más de 176.000 hectáreas, es el más grande de Castilla-La Mancha y el tercero más extenso de Europa. Bajo su protección quedan, en parte o en su totalidad, un total de 40 municipios de la provincia de Guadalajara y cuatro de Cuenca. Pero las grandes cifras no es lo que más impresiona del parque. Lo  primero que llama la atención es su extraordinaria belleza, cuando lo ves, su riqueza natural, cuando profundizas en su conocimiento, y su gran valor geológico para los más curiosos y los investigadores.
    Su orografía está marcada por profundos cañones y hoces, que dibujan un paisaje impresionante, y contrastan con las amplias parameras ocupadas por sabinares.
    El parque delimita al norte con el límite provincial y al sur con la comarca de la Alcarria. Sus puertas de acceso son por Molina de Aragón y por la zona de Cifuentes y Trillo.


    El Tajo vertebra todo el territorio y va recogiendo las aguas de sus numerosos afluentes: los ríos Gallo, Linares, Ablanquejo, Hoz Seca, Cabrillas, Bullones, Arandilla, entre otros. Todos ellos contribuyen a configurar ese excepcional paisaje de cañones y hoces fluviales continuas, así como otras formas singulares de ladera, como cuchillos, agujas y monolitos sobre rocas calizas y areniscas rojas, principalmente.
    El agua, protagonista indudable de este espacio ha condicionado el clima, la orografía, la flora, la fauna y la forma de vida de sus pobladores.
    Este clima extremo favorece que la vegetación sea la más capacitada a adaptarse a los fríos inviernos y a las irregulares lluvias. El árbol más dado en los bosques del Alto Tajo es el pino, aunque también se pueden observar concentraciones de quejigos, sabinas y encinas, entre otros. Entre la fauna más destacada están las poblaciones de pequeños mamíferos y de zorros, las aves rapaces, como el buitre leonado, los peces de río y numerosos reptiles, anfibios e invertebrados.

Recórrelo como quieras
Hay muchas formas de conocer el Alto Tajo y desde muchos ángulos, depende de los intereses del visitante. Una de las alternativas es hacerlo a través de las distintas rutas señalizadas.
    Las rutas generales son las idóneas para una primera aproximación al parque ya que recorren los espacios más destacables, tanto culturales como paisajísticos. Están diseñadas para hacer a pie, en bicicleta o en vehículo y tienen distintos niveles de dificultad. Estas rutas nos llevarán por el barranco de la Virgen de la Hoz; el salto de Poveda, donde el Tajo muestra su faceta más bravía precipitándose por un salto de unos 15 metros, y la laguna de Taravilla; el barranco del Horcajo, un angosto cañón excavado en la roca caliza; el cañón del Tajo, desde la paramera o enlazando los numerosos miradores que desde el borde superior ofrecen unas vistas espectaculares; los cañones, barrancos, torrentes, manantiales cascadas del Tajo; las tobas del puente de San Pedro, el valle de los Milagros, la laguna de Salobreja, etc.
    Además, atraviesa el parque, siguiendo el curso del río, el sendero de Gran Recorrido GE-10, la ruta más larga de todas la que integran la red de senderos del parque natural.
    Otra opción es seguir las rutas geológicas o georrutas, itinerarios en los que se pretende transmitir una información asequible y atractiva que permita conocer al público la gran diversidad geológica.


    Por carretera, podemos comenzar la ruta en Ocentejo como punto de partida, con parada obligada en el hundido de Armallones, en sus proximidades. Continuamos por Sacecorbo, donde destaca la sima de Majadillas; en Riba de Saelices se encuentra la cueva de los Casares, uno de los hitos fundamentales del arte paleolítico en toda la Península, y las formaciones monolíticas de los Milagros. Huertahernando es la siguiente etapa, destaca por sus hermosos parajes y por el puente de Tagüenza, que tiene solo un arco y está rodeado de altísimos murallones. Después nos adentramos en el Monasterio de Buenafuente del Sistal, ya cerca de Villar de Cobeta, desde donde nos acercamos al Puente de San Pedro, en término de Zaorejas, en el que se encuentra también la impresionante localidad de Huertapelayo. Cerca de allí podemos disfrutar de la espectacular imagen de la cascada de la Escaleruela. Peñalén nos sorprende con su afamado puente, en un enclave rodeado de montañas, despeñaderos y bosques de pinos y cascadas. Pasado Poveda de la Sierra llegamos a Taravilla, con su conocida laguna. Tras detenernos en Terzaga y Peralejos de las Truchas las curiosas formaciones rocosas de Chequilla y su peculiar plaza de toros, en roca viva, sorprenden al viajero. Chequilla sale al paso con abundantes arroyos y concluye la ruta en Orea.

No te pierdas esta fiesta

El recuerdo de los gancheros (los pastores del río) se transforma en una fiesta en la que los habitantes de la zona y muchos visitantes rememoran antiguas tradiciones para que no queden en el olvido. Se trata de la Fiesta Ganchera, que se celebra a comienzos de septiembre. La organizan de forma conjunta los pueblos de Poveda, Peñalén, Zaorejas, Taravilla y Peralejos de las Truchas. Los gancheros eran los encargados de transportar por el río los troncos de los árboles desde el Alto Tajo hasta Aranjuez.