El viceprimer ministro John Prescott revela que sufrió bulimia
01/10/2010 - 09:45
Por: EUROPA PRESS
El ex viceprimer ministro británico John Prescott, de 69 años, admite haber padecido bulimia, el trastorno alimentario que se caracteriza por la ingesta compulsiva y exagerada de comida, en un libro autobiográfico que será publicado próximamente. "Nunca lo había confesado antes.
Tal vez por vergüenza, creo, o porque es algo que resulta extraño reconocer", escribió ayer el político laborista, que formó parte del Gobierno de Tony Blair, en el dominical The Sunday Times. En los años más críticos de la enfermedad, "Prezza" como se le conoce aquí- era capaz de engullir de una tacada un bote entero de leche condensada, devorar los nueve platos del menú de su restaurante chino favorito el Mr. Chu de Hull- y meterse entre pecho y espalda un paquete entero de Digestive como si fuera el monstruo de las galletas.
Es escalofriante leer su relato en primera persona de cómo jornadas maratonianas de 17 o 18 horas fueron deslizando a Prescott por una pendiente de chocolate, bolsas de patatas, hamburguesas, fish and chips y demás comida basura. "Me ponía ciego", asegura, "y luego había una especie de extraño placer en vomitarlo todo". Retirado de la primera línea política desde el año pasado, Prescott cuenta cómo un par de veces al año abría una botella de vodka en la oficina y la ponía encima de la mesa de su despacho para tratar de cortar su adicción a engullir lo que encontraba a su paso.
"Mis empleados sabían que no pararía hasta bebérmela entera, como hago siempre con todo, pero no lo hacía porque me guste el vodka. Lo odio. Creo que en realidad era una petición de socorro, de cariño, una forma de hacer ver a la gente lo exhausto que estaba". La revelación ha provocado un terremoto en la clase política británica, donde a Prescott se le ha visto siempre como a un advenedizo. Boxeador amateur y nieto de minero, "Prezza" no hizo carrera en el partido sino en los sindicatos y los medios han hecho siempre chanzas sobre su escasa cultura y su inelegancia. La última, hace apenas unas semanas, cuando se hicieron públicas las dietas de los parlamentarios y se supo que nadie había gastado más en comida. Quienes se chotearon entonces deben de estar ahora guardados en algún armario.
En cuanto al momento elegido para la revelación, no han faltado los cínicos que han olisqueado el afán por publicitar las memorias del personaje, que se ponen ahora en el mercado y que sin la bulimia se habrían hundido en las listas de ventas.
Es escalofriante leer su relato en primera persona de cómo jornadas maratonianas de 17 o 18 horas fueron deslizando a Prescott por una pendiente de chocolate, bolsas de patatas, hamburguesas, fish and chips y demás comida basura. "Me ponía ciego", asegura, "y luego había una especie de extraño placer en vomitarlo todo". Retirado de la primera línea política desde el año pasado, Prescott cuenta cómo un par de veces al año abría una botella de vodka en la oficina y la ponía encima de la mesa de su despacho para tratar de cortar su adicción a engullir lo que encontraba a su paso.
"Mis empleados sabían que no pararía hasta bebérmela entera, como hago siempre con todo, pero no lo hacía porque me guste el vodka. Lo odio. Creo que en realidad era una petición de socorro, de cariño, una forma de hacer ver a la gente lo exhausto que estaba". La revelación ha provocado un terremoto en la clase política británica, donde a Prescott se le ha visto siempre como a un advenedizo. Boxeador amateur y nieto de minero, "Prezza" no hizo carrera en el partido sino en los sindicatos y los medios han hecho siempre chanzas sobre su escasa cultura y su inelegancia. La última, hace apenas unas semanas, cuando se hicieron públicas las dietas de los parlamentarios y se supo que nadie había gastado más en comida. Quienes se chotearon entonces deben de estar ahora guardados en algún armario.
En cuanto al momento elegido para la revelación, no han faltado los cínicos que han olisqueado el afán por publicitar las memorias del personaje, que se ponen ahora en el mercado y que sin la bulimia se habrían hundido en las listas de ventas.