Erdogan acompañará a Lula en Irán para mediar en el conflicto creado por su programa nuclear

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: EUROPA PRESS
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, viajó ayer domingo a Irán para unirse a los negociadores turcos y brasileños que preparan con las autoridades iraníes una propuesta para solventar la crisis por el programa nuclear de la República Islámica. En las negociaciones ya están directamente implicados responsables iraníes, el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva (de visita oficial a Irán desde ayer por la mañana), y el ministro de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu.
El presidente de Brasil, Luiz Inacio ‘Lula’ Da Silva viajó ayer domingo a Irán en lo que parece la última oportunidad para intentar desbloquear las negociaciones de intercambio de combustible nuclear entre la República Islámica y la comunidad internacional. El viaje de ‘Lula’ más que un as bajo la manga, es una medida casi a la desesperada, que si bien ha contado con las simpatías de los pesos pesados del grupo negociador, como Rusia, apenas parece contar con posibilidades de éxito para Washington y Moscú.

Lo cierto es que ambos líderes se han convertido en los protagonistas inesperados de una larga, dura e infructuosa negociación que parecía reservada a las seis grandes potencias mundiales –Estados Unidos, Reino Unido, China, Francia, Rusia y Alemania– merced a su posición privilegiada, en particular la de Lula, como máximo responsable de un país emergente, y en el panorama internacional, tan cercano a Irán (país con estrechos vínculos económicos y comerciales con Latinoamérica) como sus principales aliados en la negociación: Moscú y Pekín.
El otro gran valedor de la propuesta, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, pese a que indicó en un momento su imposibilidad de sumarse a las negociaciones, anunció ayer por la tarde su viaje a Teherán para unirse a sus homológos y encontrar una propuesta para solventar la crisis por el programa nuclear de la República Islámica.
“Creo que las condiciones de las negociaciones son las apropiadas para llegar a un acuerdo en firme sobre el intercambio de combustible”, declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Ramin Mehmanparast.
Precisamente ha sido el presidente ruso, Dimitri Medvedev, quien se ha ocupado de dar los últimos buenos auspicios al dirigente brasileño, quien durante su visita de ayer al Kremlin se ha mostrado extremadamente confiado en sus posibilidades: “Me doy un 99,9 por ciento de probabilidades de conseguir un acuerdo con Irán”, afirmó en la rueda de prensa con Medvedev, quien no dudó en expresar todo su apoyo a su homólogo a pesar de que considera la negociación por acabada: a Lula, sólo le da una posibilidad entre tres.

El acuerdo
El intercambio de combustible es la última y definitiva solución propuesta por la comunidad internacional para soslayar las profundas sospechas de que Irán está empleando su programa nuclear para ocultar la fabricación de un arma atómica. Teherán ha rechazado esta acusación desde el primer momento; asegura que su programa tiene un carácter exclusivamente civil y que su derecho a recurrir a la energía nuclear para satisfacer sus necesidades energéticas es un “derecho inalienable”.
Ni tres resoluciones sancionadoras del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han disuadido a la República Islámica de sus intenciones, mientras la comunidad internacional se ha visto obligada a modificar su estrategia continuamente hasta agotar todas las vías posibles de negociación. Primero, intentaron convencer a Teherán de que aceptara una estrecha supervisión de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).

Esa vía se agotó el pasado mes de septiembre, con el descubrimiento de una central nuclear secreta iraní en la ciudad santa de Qom, absolutamente desconocida hasta el momento, y revelada en un momento crucial, antes de la cumbre internacional del G20 en Pittsburgh (Estados Unidos). Un mes después, en Viena, se trazó la vía a seguir en las conversaciones de los próximos meses: conseguir que Irán acepte enviar parte de su uranio al extranjero, para que desde allí sea enriquecido hasta un nivel suficiente como para satisfacer los requisitos energéticos del país.

El procedimiento sería controlado exhaustivamente para garantizar que el combustible nuclear recibido por Irán no podría ser empleado en un arma nuclear.

Pero desde entonces, Teherán ha discutido hasta el último aspecto de la propuesta internacional: desde la cantidad de uranio a enviar, hasta los países en los que se enriquecería el material radiactivo. Cuando todo parecía perdido, e incluso Rusia comenzaba a mostrarse favorable a la aplicación de una nueva sanción por consenso internacional, Irán ha aceptado súbitamente una propuesta alternativa procedente de Brasil y Turquía.