Erradicar las bacterias peligrosas puede causar daños permanentes

25/08/2011 - 12:28 Europa Press

En el afán de eliminar bacterias peligrosas, es posible que también estemos matando de forma permanente a las bacterias beneficiosas, según plantean los doctores Martin Blaser y Frederick H. King, del Langone Medical Center de la Universidad de Nueva York. Su informe ha sido publicado en el último ejemplar de la revista 'Nature'.

El doctor Blaser quiere dar la voz de alarma a la comunidad médica y a la población en general, y alertar de que el uso generalizado de antibióticos puede tener consecuencias no deseadas y causar cambios permanentes en la protección del cuerpo, la flora, y dañar el sistema de defensa natural del organismo. Esto puede ser aún más peligroso para la salud que las resistentes 'superbacterias', que han recibido mucha atención durante los últimos años.

En el momento en que un niño o niña de un país desarrollado llega a la edad de 18 años, ya ha recibido un promedio de 10 a 20 dosis de antibióticos. Estas dosis se suman a los antibióticos que pueden haber tomado sus madres mientras estaban embarazadas, y que pueden afectar a las bacterias normales que las madres transmiten a sus hijos.

El descubrimiento y el uso de los antibióticos han ayudado a aumentar la esperanza de vida. Sin embargo, no son discriminatorios y también destruyen bacterias beneficiosas, no sólo a las dañinas. Los científicos han descubierto que algunas de estas bacterias beneficiosas no se recuperan jamás y que este hecho puede conducir a una mayor susceptibilidad a infecciones y enfermedades. Como resultado, el uso de antibióticos podría estar contribuyendo al aumento de enfermedades como la obesidad, las alergias, el asma, la enfermedad inflamatoria intestinal y la diabetes tipo 1, que están proliferando en todo el mundo desarrollado.

El doctor Blaser insta a los médicos a reducir el uso de estos medicamentos de inmediato, y recomienda en su lugar el uso de medicamentos de espectro estrecho y otras drogas más específicas. Para que tenga éxito, este cambio requerirá un esfuerzo significativo para desarrollar nuevos agentes antibacterianos y nuevas pruebas de diagnóstico que permitan el uso de agentes dirigidos.