Fernando Bermejo Batanero presentó en Trillo su libro Los molinos de Río Cifuentes
08/08/2013 - 13:14
El profesor Fernando Bermejo Batanero presentó hace unos días en la Casa de la Cultura de Trillo su libro: Los Molinos del Río Cifuentes, un documento histórico y científico intachable, como aseveró el arqueólogo Antonio Batanero, que lo acompañó en la presentación junto a Daniel Martínez Batanero, director de telecomunicaciones de la Junta de Comunidades y cifontino de nacimiento, y a Francisco Moreno, alcalde de Trillo.
Se dio la curiosa circunstancia de que todos los intervinientes, en uno u otro grado, cuentan entre sus apellidos el Batanero, especialmente ligado a las corrientes del río Cifuentes y al pasado molinero de la comarca, incluido el propio alcalde de Trillo, para quien es su tercer apellido. Prologado por el regidor, intervino en primer lugar Martínez. Cuando ocasionalmente he presentado un libro ha sido por producirse una de las siguientes circunstancias: especial proximidad intelectual y emocional con su contenido, que la presentación tuviese lugar en un entorno físico y humano familiar con mi propia biografía y experiencias vitales, pudiendo contextualizar la contribución de la obra más allá de las frías generalidades técnicas o la imposibilidad, por amistad o admiración, de negarle la petición de presentar el libro a su autor. Esta es la primera vez que se me presentan no una, sino las tres condiciones, empezando fundamentalmente por la última, al compartir con el autor, Fernando Bermejo Batanero, mucho más que el segundo apellido, que inunda Trillo, Cifuentes y también los Gárgoles, sino también el ahínco, hasta la vehemencia, por potenciar esta comarca y construir en ella un futuro común moderno y prometedor a partir de todo lo bueno que tenemos y de las lecciones aprendidas del pasado", expuso.
Por su parte, Antonio Batanero, además de prologar el libro y ensalzarlo como de lectura obligada en su intervención, no sólo para los lugareños, sino para cualquier persona interesada en la historia, trajo y mostró diversos objetos relacionados con la molienda a lo largo de la historia, todos rescatados en yacimientos arqueológicos cercanos, aprovechando así la ocasión para profundizar en la materia. Por último, el alcalde de Trillo ensalzó la calidad humana y científica del autor, que recientemente nos ilustró con un magnífico curso universitario de verano sobre la Paz de Utrecht.
El autor, con el mismo talante comarcal con el que siempre conduce todo aquello que hace, se refirió, al igual que hace en el libro a todos los molinos existentes en el río Cifuentes por ser éste un río que vertebra toda una comarca, y que une gentes y pueblos, pueblos que antes de concluir el siglo XII, ya se erigían en sus emplazamientos actuales bajo la jurisdicción comunal de Atienza.
Los Molinos del Cifuentes
Poco después, en una magnífica presentación, Bermejo Batanero explicó las clases de molinos que hubo en la comarca desde la Baja Edad Media y sus mecanismos, los ubicó geográfica e históricamente el territorio, para después detenerse, comenzando por el nacimiento del Cifuentes y terminando por su desembocadura en el Tajo, en los molinos que transformaron el grano del cereal en harina, aunque también hubo martineteros que trabajaron el cobre, almazareros que producían aceite de oliva trabajando las almazaras del río, bataneros que conseguían unos tejidos mucho más tupidos gracias a la fuerza de la corriente de las aguas de nuestro río, expuso.
El río Cifuentes recorre sus apenas diez kilómetros por la comarca histórica de la Alcarria Alta dentro de la provincia de Guadalajara, y en este trayecto salva un desnivel de unos 160 metros, que es la diferencia de altitud que hay entre los 901 metros sobre el nivel del mar que hay en Cifuentes y los 734 que tiene Trillo. Normalmente transcurre de manera tranquila aunque en algunos tramos salva el desnivel formando unas bonitos saltos de agua, como los que hay dentro del término de Gárgoles de Arriba en la finca conocida hoy como de las Cascadas. El río Cifuentes es de escaso recorrido hasta su desembocadura en el Tajo y se caracteriza por su pronunciado desnivel, cuenta a lo largo de su trayecto con un total de 12 saltos, en los cuales antiguamente existía en cada uno de ellos un molino.
Según su tipología los molinos hidráulicos se clasifican, dependiendo como tenían instaladas la rueda de agua, en horizontales y verticales. Los horizontales pueden ser considerados los más antiguos y presentan menor complejidad técnica. Se subdividen a su vez en molinos de rodezno si recibían el golpe de agua conducida hasta él directamente en sus cucharas que les impulsaba en un sentido de rotación que transmitía al eje sobre el que se asentaba la piedra corredora; y en molinos de rodete sumergido en los que la corriente de agua era orientada para impulsar las aspas del rodete que permanecía completamente bajo la corriente de agua que era encauzada sobre uno de sus lados, imprimiéndoles un movimiento de giro.
Los molinos verticales son técnicamente más evolucionados, la fuerza motriz se transmite a la muela mediante un mecanismo de engranajes, estando la rueda colocada en un plano vertical o perpendicular a la corriente y unida a un eje horizontal. Los molinos de rueda vertical inician su instalación a mediados del siglo X, produciéndose posteriormente un progresivo cambio de los molinos horizontales por los verticales.
Respecto al río Cifuentes, a pesar que los restos arqueológicos de molinos de épocas antiguas no permiten corroborar que fueran de uno u otro tipo si podemos indicar que en mayor medida los molinos que se levantan en él son los conocidos como molinos de rodeznos y tenían entre una y tres piedras. En lo que respecta a la construcción de sus edificios son de planta rectangular a base de mampostería de baja calidad, alzados de tapial o sillería según su importancia económica, puerta adintelada, escasas y pequeñas ventanas de ventilación, arco semicircular en la base para facilitar la salida del agua, sala de molienda, donde se localiza la solera y volandera, cubierta a dos aguas, distribuidos en una o dos alturas, bóveda o socavo donde se instala los rodeznos y el paso del agua. El caudal de agua se regula construyendo un caz y socaz, represa, balsas, caídas de agua para facilitar el giro de los rodeznos.
El amor que sentimos todos por nuestra tierra y por nuestro río en la actualidad ya lo tenían los cifontinos en el siglo XVI, cuando las autoridades de la Villa en las Relaciones Topográficas de los pueblos de España de Felipe II concretamente en la décimo octava tratan de la excelente calidad de las abundantes aguas de su río y apunta a la gran calidad de sus moliendas, llegando a definirlas como las mejores de España porque aunque llueva mucho no hay crecientes y aunque no llueva jamás falta el agua. Estas relaciones nos muestran una información interesante, aunque algo escueta, informándo que había en el río Cifuentes tres molinos harineros; uno en Cifuentes, otro en Gárgoles de Abajo y otro en Trillo con tres ruedas, expuso el profesor.
A mediados del siglo XVIII en las respuestas al Catastro de Ensenada se mencionan un total de diez molinos hidráulicos: ocho molinos harineros y dos molinos aceiteros, distribuidos en las cuatro poblaciones. En comparación con los datos disponibles de las Relaciones Topográficas de Felipe II, se ha producido un aumento de molinos, ampliación que va a continuar a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII con la instalación de los molinos de papel.
En lo que concierne a la propiedad de los diez molinos eran mayoritariamente propiedad municipal, pues siete de ellos eran de los concejos, dos de eclesiásticos y uno pertenecía a un noble. En el caso de Cifuentes, se sabe que en 1752 existían dos molinos harineros: el molino del convento de monjas franciscanas de Belén, y el de la condesa de Cifuentes
Gárgoles de Arriba contaba en 1752 con cuatro molinos harineros con dos piedras cada uno y que pertenecían a los concejos de Solanillos, Cifuentes, Gárgoles de Arriba, y a las monjas dominicas de Lerma. También existían tres batanes, uno de ellos arruinado, de una pila cada uno. Además de un molino aceitero perteneciente al concejo de Cifuentes. En Gárgoles de Abajo había dos molinos, uno harinero y el otro aceitero. En Trillo un molino harinero y una sierra de agua.
El siglo XIX se va a caracterizar por encuadrar el período de máxima expansión en la actividad de los molinos pues la obtención de harina sigue siendo, a escala nacional y local, de gran trascendencia social y económica en esta época. A finales del siglo se inicia su ocaso, pues aparecen en España las primeras fábricas de harina que poco a poco sustituirán a los viejos molinos a lo largo ya del siglo XX.
El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz apunta a mediados del XIX que el Cifuentes ( ) da movimiento a 10 molinos harineros, uno de aceite, un batan, 4 fábricas de papel, una de fécula de patata y otra de hilado de estambre. Estando los diez molinos harineros distribuidos de la siguiente forma: uno en Cifuentes, seis en Gárgoles de Arriba, dos en Gárgoles de Abajo y uno en Trillo. El aprovechamiento del agua del río Cifuentes fue una fuente de riqueza considerable, como lo demuestran sus sierras, batanes, molinos harineros, aceiteros y papeleros que ha tenido a lo largo de los siglos. Recordando aquellas antiguas profesiones que el tiempo nos ha robado, me acercaré a las labores que realizaban los habitantes de los pueblos que baña el Cifuentes. Así en Trillo las sierras de madera produjeron una floreciente industria maderera que se encargaba de cortar los troncos que conducían los gancheros a través del Tajo desde la serranía de Guadalajara y Cuenca, y que actualmente reviven los pueblos del Alto Tajo con la Fiesta de los Gancheros. Esa industria también hizo que los trillanos se especializaran en el trabajo de la madera habiendo gran número de carpinteros, llegando incluso a hacer trabajos de tanta importancia y calidad como las puertas de la catedral de Sigüenza. Los dos Gárgoles gozaron de florecientes industrias papeleras que emplearon a un gran número de trabajadores tanto de esos pueblos como de localidades alcarreñas cercanas, llegando en sus momentos más álgidos de principios del XIX a dar trabajo cada fábrica a más de una centena de personas. En Cifuentes se asentó desde el Medievo una rudimentaria industria textil, instalándose batanes y tenerías a orillas del río Cifuentes con los que aprovechar la abundante lana que producía el ganado de la cercana sierra, conocida hoy del Ducado. Entre las profesiones de más importancia destacar a los curtidores de las tenerías y los tintoreros cifontinos.
Se dio la curiosa circunstancia de que todos los intervinientes, en uno u otro grado, cuentan entre sus apellidos el Batanero, especialmente ligado a las corrientes del río Cifuentes y al pasado molinero de la comarca, incluido el propio alcalde de Trillo, para quien es su tercer apellido. Prologado por el regidor, intervino en primer lugar Martínez. Cuando ocasionalmente he presentado un libro ha sido por producirse una de las siguientes circunstancias: especial proximidad intelectual y emocional con su contenido, que la presentación tuviese lugar en un entorno físico y humano familiar con mi propia biografía y experiencias vitales, pudiendo contextualizar la contribución de la obra más allá de las frías generalidades técnicas o la imposibilidad, por amistad o admiración, de negarle la petición de presentar el libro a su autor. Esta es la primera vez que se me presentan no una, sino las tres condiciones, empezando fundamentalmente por la última, al compartir con el autor, Fernando Bermejo Batanero, mucho más que el segundo apellido, que inunda Trillo, Cifuentes y también los Gárgoles, sino también el ahínco, hasta la vehemencia, por potenciar esta comarca y construir en ella un futuro común moderno y prometedor a partir de todo lo bueno que tenemos y de las lecciones aprendidas del pasado", expuso.
Por su parte, Antonio Batanero, además de prologar el libro y ensalzarlo como de lectura obligada en su intervención, no sólo para los lugareños, sino para cualquier persona interesada en la historia, trajo y mostró diversos objetos relacionados con la molienda a lo largo de la historia, todos rescatados en yacimientos arqueológicos cercanos, aprovechando así la ocasión para profundizar en la materia. Por último, el alcalde de Trillo ensalzó la calidad humana y científica del autor, que recientemente nos ilustró con un magnífico curso universitario de verano sobre la Paz de Utrecht.
El autor, con el mismo talante comarcal con el que siempre conduce todo aquello que hace, se refirió, al igual que hace en el libro a todos los molinos existentes en el río Cifuentes por ser éste un río que vertebra toda una comarca, y que une gentes y pueblos, pueblos que antes de concluir el siglo XII, ya se erigían en sus emplazamientos actuales bajo la jurisdicción comunal de Atienza.
Los Molinos del Cifuentes
Poco después, en una magnífica presentación, Bermejo Batanero explicó las clases de molinos que hubo en la comarca desde la Baja Edad Media y sus mecanismos, los ubicó geográfica e históricamente el territorio, para después detenerse, comenzando por el nacimiento del Cifuentes y terminando por su desembocadura en el Tajo, en los molinos que transformaron el grano del cereal en harina, aunque también hubo martineteros que trabajaron el cobre, almazareros que producían aceite de oliva trabajando las almazaras del río, bataneros que conseguían unos tejidos mucho más tupidos gracias a la fuerza de la corriente de las aguas de nuestro río, expuso.
El río Cifuentes recorre sus apenas diez kilómetros por la comarca histórica de la Alcarria Alta dentro de la provincia de Guadalajara, y en este trayecto salva un desnivel de unos 160 metros, que es la diferencia de altitud que hay entre los 901 metros sobre el nivel del mar que hay en Cifuentes y los 734 que tiene Trillo. Normalmente transcurre de manera tranquila aunque en algunos tramos salva el desnivel formando unas bonitos saltos de agua, como los que hay dentro del término de Gárgoles de Arriba en la finca conocida hoy como de las Cascadas. El río Cifuentes es de escaso recorrido hasta su desembocadura en el Tajo y se caracteriza por su pronunciado desnivel, cuenta a lo largo de su trayecto con un total de 12 saltos, en los cuales antiguamente existía en cada uno de ellos un molino.
Según su tipología los molinos hidráulicos se clasifican, dependiendo como tenían instaladas la rueda de agua, en horizontales y verticales. Los horizontales pueden ser considerados los más antiguos y presentan menor complejidad técnica. Se subdividen a su vez en molinos de rodezno si recibían el golpe de agua conducida hasta él directamente en sus cucharas que les impulsaba en un sentido de rotación que transmitía al eje sobre el que se asentaba la piedra corredora; y en molinos de rodete sumergido en los que la corriente de agua era orientada para impulsar las aspas del rodete que permanecía completamente bajo la corriente de agua que era encauzada sobre uno de sus lados, imprimiéndoles un movimiento de giro.
Los molinos verticales son técnicamente más evolucionados, la fuerza motriz se transmite a la muela mediante un mecanismo de engranajes, estando la rueda colocada en un plano vertical o perpendicular a la corriente y unida a un eje horizontal. Los molinos de rueda vertical inician su instalación a mediados del siglo X, produciéndose posteriormente un progresivo cambio de los molinos horizontales por los verticales.
Respecto al río Cifuentes, a pesar que los restos arqueológicos de molinos de épocas antiguas no permiten corroborar que fueran de uno u otro tipo si podemos indicar que en mayor medida los molinos que se levantan en él son los conocidos como molinos de rodeznos y tenían entre una y tres piedras. En lo que respecta a la construcción de sus edificios son de planta rectangular a base de mampostería de baja calidad, alzados de tapial o sillería según su importancia económica, puerta adintelada, escasas y pequeñas ventanas de ventilación, arco semicircular en la base para facilitar la salida del agua, sala de molienda, donde se localiza la solera y volandera, cubierta a dos aguas, distribuidos en una o dos alturas, bóveda o socavo donde se instala los rodeznos y el paso del agua. El caudal de agua se regula construyendo un caz y socaz, represa, balsas, caídas de agua para facilitar el giro de los rodeznos.
El amor que sentimos todos por nuestra tierra y por nuestro río en la actualidad ya lo tenían los cifontinos en el siglo XVI, cuando las autoridades de la Villa en las Relaciones Topográficas de los pueblos de España de Felipe II concretamente en la décimo octava tratan de la excelente calidad de las abundantes aguas de su río y apunta a la gran calidad de sus moliendas, llegando a definirlas como las mejores de España porque aunque llueva mucho no hay crecientes y aunque no llueva jamás falta el agua. Estas relaciones nos muestran una información interesante, aunque algo escueta, informándo que había en el río Cifuentes tres molinos harineros; uno en Cifuentes, otro en Gárgoles de Abajo y otro en Trillo con tres ruedas, expuso el profesor.
A mediados del siglo XVIII en las respuestas al Catastro de Ensenada se mencionan un total de diez molinos hidráulicos: ocho molinos harineros y dos molinos aceiteros, distribuidos en las cuatro poblaciones. En comparación con los datos disponibles de las Relaciones Topográficas de Felipe II, se ha producido un aumento de molinos, ampliación que va a continuar a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII con la instalación de los molinos de papel.
En lo que concierne a la propiedad de los diez molinos eran mayoritariamente propiedad municipal, pues siete de ellos eran de los concejos, dos de eclesiásticos y uno pertenecía a un noble. En el caso de Cifuentes, se sabe que en 1752 existían dos molinos harineros: el molino del convento de monjas franciscanas de Belén, y el de la condesa de Cifuentes
Gárgoles de Arriba contaba en 1752 con cuatro molinos harineros con dos piedras cada uno y que pertenecían a los concejos de Solanillos, Cifuentes, Gárgoles de Arriba, y a las monjas dominicas de Lerma. También existían tres batanes, uno de ellos arruinado, de una pila cada uno. Además de un molino aceitero perteneciente al concejo de Cifuentes. En Gárgoles de Abajo había dos molinos, uno harinero y el otro aceitero. En Trillo un molino harinero y una sierra de agua.
El siglo XIX se va a caracterizar por encuadrar el período de máxima expansión en la actividad de los molinos pues la obtención de harina sigue siendo, a escala nacional y local, de gran trascendencia social y económica en esta época. A finales del siglo se inicia su ocaso, pues aparecen en España las primeras fábricas de harina que poco a poco sustituirán a los viejos molinos a lo largo ya del siglo XX.
El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar de Pascual Madoz apunta a mediados del XIX que el Cifuentes ( ) da movimiento a 10 molinos harineros, uno de aceite, un batan, 4 fábricas de papel, una de fécula de patata y otra de hilado de estambre. Estando los diez molinos harineros distribuidos de la siguiente forma: uno en Cifuentes, seis en Gárgoles de Arriba, dos en Gárgoles de Abajo y uno en Trillo. El aprovechamiento del agua del río Cifuentes fue una fuente de riqueza considerable, como lo demuestran sus sierras, batanes, molinos harineros, aceiteros y papeleros que ha tenido a lo largo de los siglos. Recordando aquellas antiguas profesiones que el tiempo nos ha robado, me acercaré a las labores que realizaban los habitantes de los pueblos que baña el Cifuentes. Así en Trillo las sierras de madera produjeron una floreciente industria maderera que se encargaba de cortar los troncos que conducían los gancheros a través del Tajo desde la serranía de Guadalajara y Cuenca, y que actualmente reviven los pueblos del Alto Tajo con la Fiesta de los Gancheros. Esa industria también hizo que los trillanos se especializaran en el trabajo de la madera habiendo gran número de carpinteros, llegando incluso a hacer trabajos de tanta importancia y calidad como las puertas de la catedral de Sigüenza. Los dos Gárgoles gozaron de florecientes industrias papeleras que emplearon a un gran número de trabajadores tanto de esos pueblos como de localidades alcarreñas cercanas, llegando en sus momentos más álgidos de principios del XIX a dar trabajo cada fábrica a más de una centena de personas. En Cifuentes se asentó desde el Medievo una rudimentaria industria textil, instalándose batanes y tenerías a orillas del río Cifuentes con los que aprovechar la abundante lana que producía el ganado de la cercana sierra, conocida hoy del Ducado. Entre las profesiones de más importancia destacar a los curtidores de las tenerías y los tintoreros cifontinos.