Gigantes, cabezudos y tradiciones tejen un profundo vínculo emocional en el pregón de las Fiestas de Brihuega
La asociación de Portadores de Gigantes y Cabezudos emitió un vídeo reflejando la tradición viva de la procesión de la Cera
Anoche Brihuega vivió un pregón de Fiestas que quedará grabado en la historia. Desde el balcón del Ayuntamiento, la Asociación de Portadores de Gigantes y Cabezudos dio el esperado pistoletazo de salida a las Fiestas de 2023 mediante la emisión de un vídeo que rindió homenaje a los gigantes, cabezudos y sus portadores, destacando su papel crucial durante las celebraciones grandes de agosto en la villa, especialmente en la maravillosa procesión de la Cera. Esta tradición, que combina espliego, cera y cabezudos, encarna dos leyendas y este año ha sido merecidamente reconocida como Fiesta de Interés Turístico Regional.
Pasado y presente se fusionaron en la emisión de un vídeo en la plaza del Coso, que capturó magistralmente la esencia de los gigantes y cabezudos en Brihuega: sentimientos de pura emoción y vitalidad que comienzan a brotar desde la infancia, cuando se corre delante de estas caretas para evitar ser alcanzado por sus varas, y que perduran hasta el final, cuando la visión de los cabezudos recuerda a cuando eras un niño. La proyección provocó una conexión profunda, evocando el sentido de pertenencia a Brihuega y sus tradiciones, un sentimiento inexplicable pero arraigado en el corazón de todos los brihuegos.
Las leyendas que inspiran esta tradición se entrelazan en una conmovedora mezcla de religiosidad y folclore. La primera, de carácter medieval, narra cómo la princesa Elima llevó en procesión la imagen de la Virgen de la Peña hasta la ermita de Santa Ana y un grupo de fieles la acompañó en la ruta con velas. El comerciante judío que les proporcionó hachones de cera acordó recibir un pago solo por la cera consumida. Pero al final del camino, la cera permaneció intacta, creando una anécdota que arraigó en la memoria colectiva como un milagro. La segunda leyenda, más reciente, gira en torno al espliego, la aromática por antonomasia de la Alcarria. Una mujer viuda y pobre ofreció un haz de espliego a la Virgen de la Peña, implorando que su hijo regresara sano y salvo de la guerra. Estas leyendas convergen en la procesión histórica de la Recogida de la Cera, donde cada miembro de la Cofradía lleva un ramillete de espliego y una vela apagada, fusionando lo religioso y lo simbólico de ambas historias legendarias.
Y así, a la parte religiosa se une una dimensión lúdica, con la presencia divertida de gigantes y cabezudos, la banda de música tocando de fondo y los niños correteando. Y eso es la procesión de la Cera, la procesión de los sentidos: velas, espliego y cabezudos.