Greenpeace cree que la fuga de Ascó puede haber salido de Cataluña
01/10/2010 - 09:45
Por: COLPISA
La radioactividad producida por el escape de la central nuclear de Ascó (Tarragona) podría haberse extendido fuera de Cataluña y afectar a otras zonas como, por ejemplo, Castellón. Así lo señaló ayer el científico de Investigaciones Biomédicas de Barcelona y del CSIC en Barcelona, Eduard Rodríguez Farré, que en la mañana de ayer acompañó a los responsables de la ONG Greenpeace en una rueda de prensa en la ciudad condal.
Tanto Rodríguez Farré como la organización ecologista pusieron en duda la fiabilidad de las revisiones realizadas a las personas que pasaron por Ascó tras la fuga del pasado mes de noviembre. No sabemos que criterio ha utilizado el Centro de Seguridad Nuclear (CSN) para decidir quien debe pasar la revisión y quien no, denunció ayer Rodríguez Farré, quien añadió que también se desconoce que índice de contaminación se utilizó como referencia, ya que el permitido para los trabajadores es mucho más alto.
El responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace en España, Carlos Bravo, criticó la celeridad con que el CNS ha resuelto el caso, en lo que interpreta como simple voluntad de dar carpetazo a lo ocurrido y exculpar a la nuclear. Según Bravo, ha existido una falta de información, tanto en el momento de explicar las causas del accidente como en la metodología seguida para determinar que los potenciales afectados no lo están.
En misma esta línea, Rodríguez Farré denunció la inexistencia de un estudio que determine el recorrido que, durante cinco meses, han realizado las partículas de cobalto-60, uno de los elementos más radioactivos que existe. Pese a producirse el 29 de noviembre, la central y el CSN no notificaron la fuga hasta abril, período en el que la radioactividad podría haber llegado a otras comunidades.
Según explicó este experto en los efectos de la radioactividad sobre la salud de las personas, las partículas de cobalto 60 son eliminadas por el cuerpo humano al cabo de tres o cuatro días aunque sus efectos persistan: una máquina calibrada incorrectamente no las detectaría. Este vertido puede aumentar la incidencia de cáncer en la población que haya estado en contacto, así como debilitar el sistema inmunológico. En todo caso, las consecuencias se conocen a largo plazo y con estudios sobre una comunidad. Por ello, Rodríguez Farré denunció que desde el primer momento el CSI asegurase que no existía ningún tipo de riesgo.
Dudas sobre los análisis
Aunque de momento todos los análisis realizados a potenciales afectados han dado negativo, habrá alguna razón lógica para que el CSN haya determinado que hay que hacer revisiones a más de 2.000 personas, observó Rodríguez Farré. La vía más preocupante por la que se produce la contaminación entre personas es por inhalación o bien a través del sistema digestivo. Esto último tendría lugar si las partículas hubieran llegado al agua, que luego se utiliza para beber o bien para el riego. El CNS ha encontrado partículas cerca del Ebro, recordó.
El responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace en España, Carlos Bravo, criticó la celeridad con que el CNS ha resuelto el caso, en lo que interpreta como simple voluntad de dar carpetazo a lo ocurrido y exculpar a la nuclear. Según Bravo, ha existido una falta de información, tanto en el momento de explicar las causas del accidente como en la metodología seguida para determinar que los potenciales afectados no lo están.
En misma esta línea, Rodríguez Farré denunció la inexistencia de un estudio que determine el recorrido que, durante cinco meses, han realizado las partículas de cobalto-60, uno de los elementos más radioactivos que existe. Pese a producirse el 29 de noviembre, la central y el CSN no notificaron la fuga hasta abril, período en el que la radioactividad podría haber llegado a otras comunidades.
Según explicó este experto en los efectos de la radioactividad sobre la salud de las personas, las partículas de cobalto 60 son eliminadas por el cuerpo humano al cabo de tres o cuatro días aunque sus efectos persistan: una máquina calibrada incorrectamente no las detectaría. Este vertido puede aumentar la incidencia de cáncer en la población que haya estado en contacto, así como debilitar el sistema inmunológico. En todo caso, las consecuencias se conocen a largo plazo y con estudios sobre una comunidad. Por ello, Rodríguez Farré denunció que desde el primer momento el CSI asegurase que no existía ningún tipo de riesgo.
Dudas sobre los análisis
Aunque de momento todos los análisis realizados a potenciales afectados han dado negativo, habrá alguna razón lógica para que el CSN haya determinado que hay que hacer revisiones a más de 2.000 personas, observó Rodríguez Farré. La vía más preocupante por la que se produce la contaminación entre personas es por inhalación o bien a través del sistema digestivo. Esto último tendría lugar si las partículas hubieran llegado al agua, que luego se utiliza para beber o bien para el riego. El CNS ha encontrado partículas cerca del Ebro, recordó.