Hayedo de la Tejera Negra, riqueza natural y cromática en Guadalajara

20/09/2010 - 17:02


Déjate seducir por las tonalidades otoñales de este gran bosque de hayas. Al noroeste de la provincia de Guadalajara, en la vertiente sur del macizo de Ayllón (Sistema Central) encontramos uno de esos lugares mágicos que nunca se olvidan.
El Parque Natural del Hayedo de la Tejera Negra ofrece en otoño, y sobre todo en el mes de octubre, una de sus mejores estampas. Amarillos, naranjas y rojizos, además de tostados y marrones… un sinfín de tonalidades ocres que se suceden en sus más de 1.600 hectáreas. Después las hojas caen, y en noviembre el aspecto ya no es el mismo, contrastando el tono blanquecino de los troncos, cubiertos por musgo y líquenes, con los marrones, tierra y tostados del suelo, de pizarra y cuarcita, cubierto por la hojarasca.
 
A él se accede desde el municipio de Cantalojas a través de una pista asfaltada que conduce al Centro de Interpretación, situado a unos 2,5 kilómetros. La pista pasa entonces a ser de tierra, pero apta sólo para automóviles y microbuses, hasta llegar al aparcamiento, pero es necesario reservar plaza con antelación, a través de la web de la Junta de Comunidades (www.jccm.es).
 
El Hayedo de la Tejera Negra es uno de los bosques de hayas más meridionales de Europa y que se ha podido conservar gracias a su especial microclima y asilamiento. De hecho, se formó en épocas anteriores, cuando el clima en la zona centro del país era más frío y húmedo, pero que se ha conservado en los valles más umbríos donde la propia topografía hace más abundante la presencia de nieblas y la caída de precipitaciones.
 
Los ríos Lillas y Zarzas, ambos con nacimiento en el valle glaciar de la Buitrera, conforman este enclave, que cuenta con un Centro de Interpretación y Educación Ambiental. En él podemos disfrutar de las altas crestas rocosas de la cabecera de los ríos, de hasta 2.000 metros, que parecen desaparecer, mientras descienden, bajo las ramas de árboles y matorrales y bajo el verde de las praderas ribereñas.
 
Flora y fauna
Existen en el parque varias rutas marcadas que, bien a pie o en bicicleta, permiten al visitante contemplar rincones y parajes de ensueño. La Senda de las Carretas (6 km), la del río Zarzas (21 km) o la Senda del Robledal (17 km) permiten disfrutar de impresionantes panorámicas del hayedo, de sus especies animales y vegetales y de su policromía tan característica de la época otoñal.
 
Sin duda, el mayor atractivo del parque lo constituye la masa forestal de hayas, de casi 400 hectáreas, aunque el pino silvestre y el melojo forman también sus propias masas boscosas. En su visita pueden reconocerse además abedules, tejos, brezos, arándanos, enebros y otras especies de arbustos, y, abriéndose paso por las raíces de este bosque encantado, gran variedad de hongos y setas silvestres, entre ellos el boletus edulis, aunque la recolección está prohibida en todo el Parque.
 
Por otro lado, puede apreciarse en sus roquedos el majestuoso vuelo del águila real y, a ras de suelo, diferentes especies de lagartijas, como el lagarto verdinegro, el reptil más abundante en la zona. Con más tiempo y un poco de paciencia, podremos deleitarnos con la evolución del milano real y el azor y, a primeras horas del día, puede verse además algún corzo. Liebres ibéricas, chovas piquirrojas, vencejos, buitres leopardos, zorros, gatos monteses, garduñas, tejones comadrejas, jabalíes y rapaces nocturnas como el cárabo, el búho chico y el mochuelo, completan, entre otras especies, la fauna del parque.
 
El Hayedo de La Tejera Negra es un lugar único, de ensueño, con un encanto especial y abierto a todo el público que quiera conocer, de primera mano, un lugar poco típico del clima mediterráneo.
 
Fue declarado en 1974 como Sitio de Interés Nacional y cuatro años después, en 1978, Parque Natural. Está además incluido en la Red Natura como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y es también Lugar de Interés Comunitario. Por todo ello, y por su belleza, magia y encanto, bien merece una visita.
 
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