Hillary Clinton lucha por la supervivencia política en Pensilvania
01/10/2010 - 09:45
Por: COLPISA
Siete semanas. Más de nueve millones de dólares en anuncios. 326.756 nuevos demócratas en el censo. 158 delegados en juego. Así se ha disputado Pensilvania, que llegó ayer a las urnas con una sola posibilidad de convertirse en la batalla final.
Hillary Clinton es la favorita. Pensilvania es su feudo. Una derrota le dejaría poco oxígeno para defender su viabilidad en la competición. Aquí se crió y aquí están enterrados su padre y sus abuelos. Le apoya el gobernador, el alcalde de Filadelfia y la mayoría de los que gobiernan esos pueblos pequeños que Barack Obama considera amargados por el desmantelamiento industrial.
Una mayoría de obreros, católicos, blancos, mujeres y jubilados revelan en el estado el perfil exacto de la coalición que le ha dado la victoria en otras primarias. Por eso la presión está en ella. Necesita ganar, y muchos analistas creen que ganar a lo grande.
Todas las encuestas la sitúan por delante de su rival, algunas a sólo un punto, pero con una diferencia media de 5.6% según el diario Philadelphia Inquirer. Hace un mes le sacaba 16. Obama ha ido recortando distancia a golpe de talonario hasta invertir tres veces más que ella en anuncios de radio y televisión.
El 94% de los demócratas ha visto algún anuncio de los candidatos, según el centro de análisis político Franklin & Marshall, pero los de Obama han resultado más efectivos. Los dos han tocado techo. En la última semana ni los ataques personales ni los escándalos mediáticos han conseguido alterar el estatus quo al que han llegado. Ese 11% de indecisos que no logra decantarse en los sondeos lo hará hoy, en el último minuto.
Bandejas de donuts
Para eso eran las bandejas de donuts que recibían a los voluntarios de Obama en su cuartel general de Filadelfia, a donde llegaban decididos a tocar a todas las puertas. Firma para viajar a Pensilvania y ayúdanos a sacar el voto, decían los e-mails de Obama.
Miles de personas de todo el país han pedido días libres y han emprendido el camino hacia el Este. Entre ellas una californiana, Emily, que no da su apellido porque ha dicho en el trabajo que está enferma. La mayor parte de los estadounidenses tiene sólo diez días de enfermedad pagados, así que la semana que ha pasado malcomiendo mientras entrena a otros voluntarios prácticamente agota su cupo para todo el año. Se ha pagado el billete de avión de su bolsillo y duerme en una cama de prestado que otra seguidora de Obama le ha ofrecido en la ciudad.
Una mayoría de obreros, católicos, blancos, mujeres y jubilados revelan en el estado el perfil exacto de la coalición que le ha dado la victoria en otras primarias. Por eso la presión está en ella. Necesita ganar, y muchos analistas creen que ganar a lo grande.
Todas las encuestas la sitúan por delante de su rival, algunas a sólo un punto, pero con una diferencia media de 5.6% según el diario Philadelphia Inquirer. Hace un mes le sacaba 16. Obama ha ido recortando distancia a golpe de talonario hasta invertir tres veces más que ella en anuncios de radio y televisión.
El 94% de los demócratas ha visto algún anuncio de los candidatos, según el centro de análisis político Franklin & Marshall, pero los de Obama han resultado más efectivos. Los dos han tocado techo. En la última semana ni los ataques personales ni los escándalos mediáticos han conseguido alterar el estatus quo al que han llegado. Ese 11% de indecisos que no logra decantarse en los sondeos lo hará hoy, en el último minuto.
Bandejas de donuts
Para eso eran las bandejas de donuts que recibían a los voluntarios de Obama en su cuartel general de Filadelfia, a donde llegaban decididos a tocar a todas las puertas. Firma para viajar a Pensilvania y ayúdanos a sacar el voto, decían los e-mails de Obama.
Miles de personas de todo el país han pedido días libres y han emprendido el camino hacia el Este. Entre ellas una californiana, Emily, que no da su apellido porque ha dicho en el trabajo que está enferma. La mayor parte de los estadounidenses tiene sólo diez días de enfermedad pagados, así que la semana que ha pasado malcomiendo mientras entrena a otros voluntarios prácticamente agota su cupo para todo el año. Se ha pagado el billete de avión de su bolsillo y duerme en una cama de prestado que otra seguidora de Obama le ha ofrecido en la ciudad.