ICG pide que se reconozcan los progresos realizados en política
01/10/2010 - 09:45
Por: EUROPA PRESS
Sobre las próximas y con toda probabilidad deficitarias elecciones parlamentarias del 7 de marzo en Irak pesa una losa, común a todos los procesos electorales en el país árabe desde la caída del régimen de Sadam Husein: el pesimismo por sistema, que ignora los avances registrados por el Gobierno iraquí y magnifica los problemas políticos, tradicionales en las semanas previas a la votación.
El grupo de expertos políticos ICG pide a la comunidad internacional, en este sentido, que preste una especial colaboración a las autoridades de Bagdad y recuerde los progresos registrados por el Ejecutivo del primer ministro Nuri Al Maliki.
No es que el incidente que ha marcado estos comicios la prohibición de la comparecencia de los miembros del Baaz, el antiguo partido de Husein sea pecata minuta, pero desde luego no tiene nada que ver, en cuanto a dimensión, con la paralización efectiva del Parlamento perpetrada por el bloque suní en 2005. Desde luego, es motivo suficiente como para cancelar unos comicios, pero en el contexto político de Irak, donde cada progreso es esencial, no debe ser impedimento para la celebración de los comicios. Estas no son circunstancias normales, recuerda el grupo de expertos.
A lo largo del año pasado, hay motivos para creer que las heridas de posguerra se están curando, cita el grupo. Los motivos son varios: el descenso de la violencia, el predominio de la solución política en la vida iraquí, el aperturismo de las plataformas políticas y la reentrada de los suníes en los mecanismos del país son razones de peso para creer en la estabilidad del país.
Desde luego, se han dado dificultades, pero por primera vez se han superado. Por ejemplo, las negociaciones sobre la ley electoral, que se han prolongado durante más de lo esperado. El perenne obstáculo de las negociaciones sobre el estatus de Kirkuk y la cuestión de los refugiados son dos ejemplos, según cita el grupo, pero estos problemas se han solucionado con la ayuda de la mediación y de la presión externa, y están cerca de la solución definitiva.
El mayor golpe para la celebración de los comicios de este año fue la decisión adoptada por la Comisión de Responsabilidad y Justicia (AJC) iraquí por la que se prohibió el acceso a las elecciones a 511 miembros presuntamente conectados al partido Baaz de Sadam Husein. Para el ICG fue una decisión aceptada a ciegas por la Comisión Electoral y, en última instancia, por el Gobierno de Nuri Al Maliki, que amenazaba con comprometer el proceso político en Irak.
Las repercusiones se extendieron a todos los ámbitos: se dudó de la legitimidad de la Comisión de Responsabilidad y Justicia, de la credibilidad del estamento judicial iraquí y, finalmente, de la validez de todo el proceso electoral, en buena parte porque algunos de los miembros de la AJC se habían presentado a los comicios en calidad de candidatos. Se llegó a especular con una jugarreta sectaria para prolongar en el poder a Al Maliki y reabrió viejas heridas de la política iraquí.
Afortunadamente, apenas se habla de boicot, indica el ICG, que recuerda que la sombra del boicot suní de 2005 pesa enormemente en la realidad social de los iraquíes. Esto da a entender que la política iraquí se encuentra fortalecida y que la comunidad internacional debe aprovechar este contexto para prestar su apoyo en la medida de lo posible, dado que, a pesar de la relativa estabilidad que se respira en el país árabe, parece bastante claro que la Comisión Electoral carece de la parcialidad necesaria para guiar los comicios.
No es que el incidente que ha marcado estos comicios la prohibición de la comparecencia de los miembros del Baaz, el antiguo partido de Husein sea pecata minuta, pero desde luego no tiene nada que ver, en cuanto a dimensión, con la paralización efectiva del Parlamento perpetrada por el bloque suní en 2005. Desde luego, es motivo suficiente como para cancelar unos comicios, pero en el contexto político de Irak, donde cada progreso es esencial, no debe ser impedimento para la celebración de los comicios. Estas no son circunstancias normales, recuerda el grupo de expertos.
A lo largo del año pasado, hay motivos para creer que las heridas de posguerra se están curando, cita el grupo. Los motivos son varios: el descenso de la violencia, el predominio de la solución política en la vida iraquí, el aperturismo de las plataformas políticas y la reentrada de los suníes en los mecanismos del país son razones de peso para creer en la estabilidad del país.
Desde luego, se han dado dificultades, pero por primera vez se han superado. Por ejemplo, las negociaciones sobre la ley electoral, que se han prolongado durante más de lo esperado. El perenne obstáculo de las negociaciones sobre el estatus de Kirkuk y la cuestión de los refugiados son dos ejemplos, según cita el grupo, pero estos problemas se han solucionado con la ayuda de la mediación y de la presión externa, y están cerca de la solución definitiva.
El mayor golpe para la celebración de los comicios de este año fue la decisión adoptada por la Comisión de Responsabilidad y Justicia (AJC) iraquí por la que se prohibió el acceso a las elecciones a 511 miembros presuntamente conectados al partido Baaz de Sadam Husein. Para el ICG fue una decisión aceptada a ciegas por la Comisión Electoral y, en última instancia, por el Gobierno de Nuri Al Maliki, que amenazaba con comprometer el proceso político en Irak.
Las repercusiones se extendieron a todos los ámbitos: se dudó de la legitimidad de la Comisión de Responsabilidad y Justicia, de la credibilidad del estamento judicial iraquí y, finalmente, de la validez de todo el proceso electoral, en buena parte porque algunos de los miembros de la AJC se habían presentado a los comicios en calidad de candidatos. Se llegó a especular con una jugarreta sectaria para prolongar en el poder a Al Maliki y reabrió viejas heridas de la política iraquí.
Afortunadamente, apenas se habla de boicot, indica el ICG, que recuerda que la sombra del boicot suní de 2005 pesa enormemente en la realidad social de los iraquíes. Esto da a entender que la política iraquí se encuentra fortalecida y que la comunidad internacional debe aprovechar este contexto para prestar su apoyo en la medida de lo posible, dado que, a pesar de la relativa estabilidad que se respira en el país árabe, parece bastante claro que la Comisión Electoral carece de la parcialidad necesaria para guiar los comicios.