Ignacio Pérez Pombo: arte y sentimiento

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

La mirada de Ignacio Pérez Pombo se da cita estos días en el Estudio de Laura Domínguez.
Por: MAR GATO. MADRID
El Estudio de Laura Dominguez acoge durante estos días, y hasta el próximo 31 de abril, la obra pictórica de Ignacio Pérez Pombo, una mirada sentimental profunda que encuentra en sus creaciones el lugar perfecto para reflejarla. El arte y la emotividad son los rasgos esenciales de las obras que conforman una colección que, lejos de buscar el beneplácito del observador, sólo intenta causar un cierto impacto visual. De lo que no cabe duda es que el arte de Pérez Pombo no dejará indiferente a nadie.
Mixture es el título de la primera exposición individual de Ignacio Pérez Pombo, quien cuelga desde los primeros días de este mes de marzo su personalidad más íntima en las paredes del Estudio de Laura Domínguez en la capital.
La mirada, vista por el propio autor como el sentido a través del cual se puede “reflejar el destello más imperceptible de un sentimiento”, jugará en esta colección pictórica un papel fundamental. De hecho, en la mayor parte de su colección, realizada a base de experimentaciones con fibra y cristal de vidrio, plumbagina, feldespato sódico, cristal, sprays o acetato de polivinilo, lo que le viene a asemejar con los clásicos de la ilustración, tiene presencia este órgano visual, bien sea en primer plano, escondido o soslayado. El ojo es, por tanto, el gran protagonista de las pinturas de Pérez Pombo, que si tuviera que autoclasificar sus creaciones dentro de una corriente artística concreta sería la posmodernista, aunque sin renunciar a ciertos matices clásicos.
Esas miradas, enaltecerodas de lo sentimental, se acompañan de otras obras que apelan a la estética misma de la obra, del arte puro y duro, aunque en algunas quede siempre un poso sentimental del autor. Es el caso de su obra Gardel, donde el conocido personaje es retratado con su inseparable sombrero y una mirada inquietante y fija que se dirige hacia el propio observador; el danzante, reflejo de una de las profesiones de uno de sus amigos; o el toro, cuya silueta no es más que una reminiscencia a una de las campañas publicitarias más alabadas de todos los tiempos y que aún hoy sigue presente en muchas de las carreteras que cruzan de norte a sur y de este a oeste nuestro país, el toro de Osborne, todo un símbolo nacional que el artista se empeña en matizar a su antojo para rendirle su particular homenaje.
Todas y cada una de estas obras hablan de Ignacio Pérez Pombo, persona polifacética donde las haya que ha sabido combinar desde hace tiempo atrás aficiones como la literatura, el cine o la pintura. Sin embargo, ha sido ésta última sobre la que más se ha volcado, quizá porque el arte es un vehículo de comunicación y expresión que le permite expresarse con los demás, con un público al que no le interesa que le guste más o menos su obra, sino que simplemente pueda quedar impactado con lo que ve.
Autodidacta desde siempre, su faceta pictórica ha viajado en compañía por galerías de Francia bajo el pseudónimo de Anónimos 3 y 4. Ahora, sin más compañía que la de su espíritu, se enfrenta a la que es su primera experiencia individual, dedicada en cuerpo y alma a su mujer Mirna y a su hijos Nacho, Álvaro e Iciar.
Esta exposición, que entremezcla arte y sentimientos, podrá visitarse en el estudio de Laura Domínguez, calle Marqués de Santillana, 1, hasta el próximo 31 de abril de 9.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00 horas excepto los viernes, que podrá visitarse de 8.00 a 15.00 horas.