Irlanda no piensa proponer ninguna solución a la crisis de la Unión Europea
01/10/2010 - 09:45
La cumbre europea de Jefes de Estado o de Gobierno de la UE se abrió ayer en la capital comunitaria bajo un síndrome de cortafuegos: aquí no pasa nada y ya veremos cómo ayudamos a nuestros amigos irlandeses a salir del lío en el que se han metido, venían a decir, aunque con diferentes palabras, los líderes comunitarios.
La estrategia definida por las capitales europeas una vez conocido el no irlandés, esto es la continuación del proceso de ratificación entre los siete países que tienen el Tratado de Lisboa pendiente de convalidación parlamentaria, parece haber ganado. Sobre todo después de la ratificación del documento por parte del Reino Unido y el endoso subsiguiente de la Reina Isabel, que ayer Gordon Brown se traía a Bruselas como prueba de los deberes cumplidos.
El ejemplo británico ha despejado las dudas de los demás, si es que las había: el primer ministro sueco, Fredrick Reinfeldt, manifestaba en Bruselas que su euroescéptico país proseguirá según lo previsto el proceso de ratificación. El parlamento votará el nuevo Tratado en noviembre. El primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, afirmó por su parte que el trámite parlamentario del Tratado sigue su camino con total normalidad. A primeros de mes, la Cámara baja le otorgó su visto bueno, y se espera ahora el dictamen favorable del Senado.
La República Checa constituye la última interrogación. Es, sin embargo, difícil de creer que las euroescépticas autoridades checas hagan descarrilar en solitario el nuevo Tratado.
Sobre todo si se tiene en cuenta que los principales socios de la Europa comunitaria han apostado definitivamente por el nuevo ordenamiento de la UE. Ayer, Angela Merkel manifestaba que la apuesta institucional definida en el Tratado de Lisboa requiere de la unanimidad de los miembros, y que a nada viene ni favorece hablar de una Europa a dos velocidades. Con ello, la canciller alemana quitaba presión sobre Dublín, que es objeto estos días de duras acusaciones en medios internacionales de comunicación por el fracaso en un referéndum en el que la práctica totalidad de las fuerzas políticas y económicas del país apoyaban el sí.
Plazos
La cumbre no estaba en condiciones de dar los tiempos del impassse abierto por el rechazo irlandés. El primer ministro de la República, Brian Cowen, declaraba en Bruselas la imposibilidad de establecer un calendario para dar una solución al problema. Hace sólo 7 días que los irlandeses se expresaron sobre el Tratado de Lisboa, dijo Cowen, para reiterar después que esa decisión tiene que ser respetada. Michael Martin, ministro irlandés de Exteriores, hacía saber por su parte que el Gobierno realizará un informe sobre la situación después del verano, probablemente en octubre.Los dirigentes europeos parecían dispuestos a ofrecerle a Irlanda unos pocos meses para recomponer posiciones, pero los plazos son cortos: el presidente del Parlamento europeo, Hans-Goert Pöttering, manifestaba en los pasillos de la cumbre que el Tratado de Lisboa debería estar completamente ratificado y en vigor en junio de 2009 a más tardar, para que las elecciones previstas al Parlamento europeo en esas fechas puedan llevarse a cabo en el marco del nuevo ordenamiento institucional, que prevé una reasignación de escaños en la Eurocámara.
Extraoficialmente, se barajan algunas posibilidades para facilitarle al Gobierno irlandés la convocatoria de un nuevo referéndum sobre el Tratato. Por ejemplo, ofrecer garantías más explícitas a los irlandeses sobre el respeto de su neutralidad, o que no va a tener lugar en Europa una armonización de la fiscalidad directa sobre las empresas. Lo que pasa es que el Tratado de Lisboa de ninguna manera socava el estatus presente de ambas ideas, en torno a las que parece haberse aglutinado el no en el referéndum. Es decir, que los irlandeses votarían sobre lo mismo. Si aún así insistieran en el no, Europa tendría que continuar sin ellos.
La Cumbre europea, dispuesta a levantar las sanciones a Cuba
La cumbre europea parecía esta noche preparada para levantar las sanciones impuestas a Cuba en 2003, después de la detención de medio centenar largo de disidentes políticos, y cuya aplicación se encuentra, de facto, suspendida. España, que lidera el cambio de posiciones de la UE al respecto, se vio sorprendida el lunes pasado por una demanda alemana de postergar el debate sobre el tema hasta la cumbre de ayer.
Mediada la tarde, el ministro Moratinos se mostraba esperanzado porque las reservas alemanas pudieran ser obviadas.
El ejemplo británico ha despejado las dudas de los demás, si es que las había: el primer ministro sueco, Fredrick Reinfeldt, manifestaba en Bruselas que su euroescéptico país proseguirá según lo previsto el proceso de ratificación. El parlamento votará el nuevo Tratado en noviembre. El primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, afirmó por su parte que el trámite parlamentario del Tratado sigue su camino con total normalidad. A primeros de mes, la Cámara baja le otorgó su visto bueno, y se espera ahora el dictamen favorable del Senado.
La República Checa constituye la última interrogación. Es, sin embargo, difícil de creer que las euroescépticas autoridades checas hagan descarrilar en solitario el nuevo Tratado.
Sobre todo si se tiene en cuenta que los principales socios de la Europa comunitaria han apostado definitivamente por el nuevo ordenamiento de la UE. Ayer, Angela Merkel manifestaba que la apuesta institucional definida en el Tratado de Lisboa requiere de la unanimidad de los miembros, y que a nada viene ni favorece hablar de una Europa a dos velocidades. Con ello, la canciller alemana quitaba presión sobre Dublín, que es objeto estos días de duras acusaciones en medios internacionales de comunicación por el fracaso en un referéndum en el que la práctica totalidad de las fuerzas políticas y económicas del país apoyaban el sí.
Plazos
La cumbre no estaba en condiciones de dar los tiempos del impassse abierto por el rechazo irlandés. El primer ministro de la República, Brian Cowen, declaraba en Bruselas la imposibilidad de establecer un calendario para dar una solución al problema. Hace sólo 7 días que los irlandeses se expresaron sobre el Tratado de Lisboa, dijo Cowen, para reiterar después que esa decisión tiene que ser respetada. Michael Martin, ministro irlandés de Exteriores, hacía saber por su parte que el Gobierno realizará un informe sobre la situación después del verano, probablemente en octubre.Los dirigentes europeos parecían dispuestos a ofrecerle a Irlanda unos pocos meses para recomponer posiciones, pero los plazos son cortos: el presidente del Parlamento europeo, Hans-Goert Pöttering, manifestaba en los pasillos de la cumbre que el Tratado de Lisboa debería estar completamente ratificado y en vigor en junio de 2009 a más tardar, para que las elecciones previstas al Parlamento europeo en esas fechas puedan llevarse a cabo en el marco del nuevo ordenamiento institucional, que prevé una reasignación de escaños en la Eurocámara.
Extraoficialmente, se barajan algunas posibilidades para facilitarle al Gobierno irlandés la convocatoria de un nuevo referéndum sobre el Tratato. Por ejemplo, ofrecer garantías más explícitas a los irlandeses sobre el respeto de su neutralidad, o que no va a tener lugar en Europa una armonización de la fiscalidad directa sobre las empresas. Lo que pasa es que el Tratado de Lisboa de ninguna manera socava el estatus presente de ambas ideas, en torno a las que parece haberse aglutinado el no en el referéndum. Es decir, que los irlandeses votarían sobre lo mismo. Si aún así insistieran en el no, Europa tendría que continuar sin ellos.
La Cumbre europea, dispuesta a levantar las sanciones a Cuba
La cumbre europea parecía esta noche preparada para levantar las sanciones impuestas a Cuba en 2003, después de la detención de medio centenar largo de disidentes políticos, y cuya aplicación se encuentra, de facto, suspendida. España, que lidera el cambio de posiciones de la UE al respecto, se vio sorprendida el lunes pasado por una demanda alemana de postergar el debate sobre el tema hasta la cumbre de ayer.
Mediada la tarde, el ministro Moratinos se mostraba esperanzado porque las reservas alemanas pudieran ser obviadas.