Juan Antonio Falco expone en Caja de Guadalajara diez años después

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: MAR GATO. MADRID
De vuelta al lugar que le vio nacer, crecer y madurar como pintor, Juan Antonio Falcó invita a reflexionar sobre la belleza de la naturaleza en la sala de exposiciones de Caja de Guadalajara, constituida estos días como una ventana abierta a los bosques otoñales del hayedo de la Tejera Negra y del Irati en Navarra, joyas naturales sobre las que vienen versando los cuadros de este genial pintor la friolera de 20 años atrás, y que tratarán de deslumbrar al espectador guadalajareño como ya lo hiciera en otras ocasiones.
Diez años ha tenido que esperar Guadalajara para acoger una vez más las delicadas pinturas de Juan Antonio Falcó, pintor que labró su carrera pictórica precisamente en nuestra tierra, la misma que le dio su primera oportunidad para exponer cara al público en 1976 y la que le desligó definitivamente de su carrera de ingeniero para profundizar en las artes pictóricas, vinculadas desde hace 20 años para acá esencialmente a los paisajes cuando descubrió los encantos de dos de los hayedos más importantes de España: el hayedo de la Tejera Negra y el hayedo de Irati, en Navarra.
Fiel muestra de esa predilección por el paisaje arbóreo es la colección de pinturas que desde ayer se expone en la sala de arte de Caja de Guadalajara en su sede de la calle Topete, donde esta especie vegetal toma personalidad propia. En este sentido, el propio autor indica sobre su exposición que no sólo trata de plasmar el propio paisaje, sino que incluso llega a “transformar el hayedo en criaturas inteligentes que realizan actividades parecidas a las humanas; que piensan, sienten, sueñan e incluso viajan a otros lugares”. Para remarcar esa idea, sus cuadros desprenden una amplia y brillante gama de colores, algo que pudiera hacer pensar a más de uno no demasiado versado en pintura que el autor haya abusado del cromatismo. Nada más lejos de la realidad. Se trata de una acción deliberada por parte del pintor que trata de llamar la atención sobre todos los aspectos anteriormente mencionados. Ejemplo de ello lo constituye el cuadro bajo el título Hayas sublimando el atardecer, donde las bandas de color simulan hayas pensantes y sus sensibilidades nerviosas se transforman en efector cromáticos para delirio de sus casuales visitantes en un ejercicio de pura observación.

Cuadros para la reflexión
Los propósitos del autor con sus cuadros, más allá del propio goce de realizar su trabajo, es invitar al espectador a reflexionar sobre la naturaleza, ese legado divino que sufre diariamente la destrucción masiva de sus bosques y que nos pide a gritos su cuidado. “A cambio la naturaleza nos regalará un paisaje que podremos enriquecer para las generaciones venideras”, expresa este poético y defensor de la naturaleza.
El sello de originalidad de los cuadros de Falcó viene identificado por la técnica a emplear, una de las mayores preocupaciones del pintor desde sus inicios. El óleo, material clave para la paisajística, le resultaba muy liso y suave para conseguir las oquedades de los paisajes, de ahí que comenzara con una serie de experimentaciones con distintas texturas que le llevaría a densificar el óleo sobre el lienzo para adquirir los resultados que actualmente logra y que hoy día se hacen esperar. “Me he hecho más lento como pintor porque cada vez soy más perfeccionista y meticuloso; me exijo más y empleo más tiempo”. Quizá por ello su próxima exposición no tenga fecha en el tiempo, aunque salas que lo reclamen no le faltan. Por eso, tenerlo en Guadalajara es un privilegio al alcance de la mano sólo hasta el próximo 3 de abril, fecha hasta la que se podrá contemplar este ingeniosa y bella obra.