La celebración de San Antón en Cogolludo volvía a su ermita en 2025

18/01/2025 - 13:21 Redaccion

Los últimos dos años la fiesta quedó recortada en parte por las inclemencias meteorológicas, y ayer, por fin se pudo llevar a cabo en su emplazamiento original.

La fiesta de San Antón se celebra, cada 17 de enero, en la ermita que Cogolludo conserva, dedicada al patrón de los animales.

Por fin, en 2025, y después de dos años consecutivos celebrando San Antón en San Pedro, la fiesta ha vuelto a su emplazamiento habitual.

En la tarde de ayer, con sol radiante, pero también con frío y algo de aire, Mauricio Muela, párroco local, oficiaba una sencilla ceremonia, con la imagen del santo, una talla de los años cuarenta del pasado siglo, a la puerta de la ermita, y numerosos feligreses con sus mascotas.

A los pies del santo estaban los molletes de San Antón. Consisten en masa de pan donde se introducen chorizos y trozos de lomo y se pone un huevo en el centro cubierto con tiras de masa en adorno coronado. Antiguamente, se cocían en el horno público. Hoy, la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Cogolludo, que es la que mantiene la fiesta, los adquiere en las panaderías locales. Este año en Panadería Heri, de Espinosa de Henares.

Después de la misa tenía lugar la procesión que discurre alrededor de la ermita, dando tres vueltas a la misma. Este ritual tiene su razón de ser en dar una vuelta en honor de cada una de las Personas de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Después de la procesión, el párroco bendecía, primero los molletes de San Antón, y luego a las mascotas de los cogolludenses. En la tarde de ayer, había sólo perros y gatos, pero hasta bien entrada la década de los setenta del pasado siglo, entre los animales que se llevaban a la ermita para ser bendecidos destacaban las mulas, animales de labor por excelencia.

Los arrieros las llevaban enjaezadas con sus mejores arreos y adornadas sus ancas con los dibujos que sobre ellas “pintaban” a tijera los esquiladores.

Y, a continuación de la ceremonia de la bendición, había una singular carrera donde los mozos de mulas ponían a prueba su pericia como caballistas y la resistencia de sus cabalgaduras, pues el recorrido era sumamente duro. Desde la ermita se subía la empinada cuesta del Carmen, o Cuesta de San Antón, continuando la pendiente por la Ronda hasta llegar a la Plaza Mayor por el callejón del Toril.  No terminaba aquí la competición, en la Plaza se colocaban las mulas en paralelo y los mozos intentaban saltar por encima de ellas, el que más mulas saltaba era el ganador.

Ayer, después de la ceremonia religiosa, los cogolludenses se volvían a juntar en el gimnasio del CRA La Encina de Cogolludo para degustar los molletes, con un refrigerio.

También es costumbre, en el extremo este de Llano Peral, elevación que domina la ermita de San Antón, que los niños, siguiendo una tradición heredada de antiguo, levanten tres pinochos con piedras que representan al cura y los monaguillos. Esta antiquísima costumbre se suele realizar unos días antes de la fiesta de San Antón.

La ermita de San Antón

La ermita de San Antón de Cogolludo se encuentra bordeando la cerca que rodea al convento del Carmen, y siguiendo el camino del Monte Abajo.

Su estructura primitiva ha sufrido pocas modificaciones. Sus esquinas están reforzadas con contrafuertes que se confunden con el tejado. Como indica la  inscripción fundacional que se conserva en el interior de la ermita, Juan Sanz, conocido por el “de la Calle Nueva”, y su mujer María García, fundaron, en el año 1566 esta ermita de San Antón. Y no solamente la fundaron, sino que la dotaron de ornamentos, vasos sagrados, retablo e imagen del santo patrón de la ermita, dejando los bienes suficientes para que con sus rentas se pudiese reparar cuando fuera necesario.

Juan Sanz otorgó testamento en Cogolludo, a 6 días del mes de septiembre de 1580. En él dejó parte de su fortuna, que no era poca, para que a través de los tiempos se pudiera conservar la ermita de San Antón.