La crisis provoca un aumento de casos de ansiedad que derivan en problemas de obesidad
04/10/2011 - 10:26
El responsable del Departamento de Endocrinología y Nutrición del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), Rubén Bravo, asegura que desde el comienzo de la crisis han aumentado "vertiginosamente" los problemas de ansiedad y depresión que llevan aparejados un aumento de obesidad y sobrepeso.
Según explica este experto, hay tres neurotransmisores (serotonina, dopamina y noradrenalina) fundamentales que inciden directamente en la sensación de ansiedad, hambre y depresión, reforzándose unos con otros, de ahí que la mayoría de las personas que padecen ansiedad incurran en depresión y en problemas de sobrepeso.
Los bajos niveles de estos marcadores producen sensación de ansiedad, tristeza, insomnio y voluntad baja, favoreciendo el comer rápido y mucha cantidad en un reducido intervalo de tiempo, la apetencia incontrolable por el dulce, atracones nocturnos y, a la larga, una sensación de hambre "casi insaciable".
La ansiedad alimenticia se vincula al comer, pero ya no sólo como una forma de obtener energía, sino también como fuente de placer y, por tanto, en muchas ocasiones lo que espera satisfacerse es calmar un estado de estrés y malestar, más que la necesaria y propia reposición de energías y nutrientes.
El problema, según este experto, surge cuando la ansiedad sobrepasa determinados límites y se convierte en un problema de salud.
"En estos casos no estamos ante un simple problema de nervios, ni de picoteo, sino que empieza a manifestarse en las personas una tendencia repetitiva de comida a destiempo, con el consumo de gran cantidad de alimentos, generalmente muy ricos en calorías, de forma rápida e imposible de controlar, buscando no solo saciar el apetito, sino la angustia generada por una determinada situación", asegura Bravo.
Para su detección, este experto destaca la importancia que juega la técnica de electro impedancia sistémica de la actividad cerebral y hormonal, a través de la que se pueden determinar los niveles de estos neurotransmisores que guardan relación con la ansiedad, el hambre y la depresión.
Los bajos niveles de estos marcadores producen sensación de ansiedad, tristeza, insomnio y voluntad baja, favoreciendo el comer rápido y mucha cantidad en un reducido intervalo de tiempo, la apetencia incontrolable por el dulce, atracones nocturnos y, a la larga, una sensación de hambre "casi insaciable".
La ansiedad alimenticia se vincula al comer, pero ya no sólo como una forma de obtener energía, sino también como fuente de placer y, por tanto, en muchas ocasiones lo que espera satisfacerse es calmar un estado de estrés y malestar, más que la necesaria y propia reposición de energías y nutrientes.
El problema, según este experto, surge cuando la ansiedad sobrepasa determinados límites y se convierte en un problema de salud.
"En estos casos no estamos ante un simple problema de nervios, ni de picoteo, sino que empieza a manifestarse en las personas una tendencia repetitiva de comida a destiempo, con el consumo de gran cantidad de alimentos, generalmente muy ricos en calorías, de forma rápida e imposible de controlar, buscando no solo saciar el apetito, sino la angustia generada por una determinada situación", asegura Bravo.
Para su detección, este experto destaca la importancia que juega la técnica de electro impedancia sistémica de la actividad cerebral y hormonal, a través de la que se pueden determinar los niveles de estos neurotransmisores que guardan relación con la ansiedad, el hambre y la depresión.