La exposición de Murillo y Zurbarán prorroga su estancia en Torre Caja de Guadalajara
31/01/2011 - 15:45
El acto de inauguración de esta exposición tuvo lugar el pasado 13 de
diciembre
Con toda seguridad durante este próximo mes, al menos, se duplicará el
número de visitantes, ello será posible por la invitación que se ha
efectuado a los colegios de la provincia y a diferentes colectivos. Para
que puedan disfrutar de las magníficas obras de arte expuestas una
licenciada en Bellas Artes será la que se ocupe de las visitas guiadas,
tanto para los colegiales como las de asociaciones y grupos organizados.El vicepresidente de Cajasol, José Luis Ros, ha manifestado que nos han sorprendido gratamente los comentarios que nos hacen llegar las personas que han pasado por la Sala de Arte de la Torre. Somos conscientes que hubiera sido mayor el número de visitantes de tener otro emplazamiento la sala, pero hay que reconocer que ese mínimo esfuerzo que supone el desplazamiento es altamente gratificado por la importancia de los lienzos.
Ha señalado también que la exposición tendrá una buena acogida entre los centros escolares y de modo especial en los cursos de Secundaria, es una oportunidad única tener tan cerca obras de auténticos maestros de la pintura española y no contemplarlos en vivo y en directo.
La exposición abre para grupos, previa cita, todas las mañanas de 10 a 13 horas y todas las tardes de 17 a 20 horas, de lunes a viernes. Los sábados permanece abierta para todo el público de 10 a 13,30 horas.
La muestra Piezas Singulares de la Colección Cajasol constituye una primera exposición pública de una selección de sus fondos. En esta exposición se puede contemplar un número reducido de las obras más significativas de los siglos XVII y XVIII, propiedad de Cajasol, época que coincide con el brillante desarrollo de la escuela barroca sevillana. En la muestra se pueden contemplar pinturas de maestros tan notables como Alonso Cano, Francisco de Zurbarán y Bartolomé Esteban Murillo, y asimismo del discípulo que más fielmente interpretó el espíritu murillesco, Esteban Márquez.
La exposición se completa con un prólogo dedicado a temas iconográficos del mismo momento y un tapiz representativo de la colección que Cajasol posee.
La sala recibe al visitante con dos impresionantes lienzos de la Inmaculada Concepción y de San Fernando. En el primero, atribuido al pintor conocido con el sobrenombre de Caballero de Arpino, la Virgen aparece rodeada de ángeles de estilo inconfundible, los más juveniles con filacterias alrededor de la leyenda Semper intacta animo et corpore, como el conservado en el convento de las Mercedarias de Sanlúcar de Barrameda; procede del Hospital de la Sangre y tal vez pueda tratarse del atribuido a Collantes a Roelas.
El cuadro de San Fernando, una composición que data de la mitad del siglo XVIII no tiene atribuido autor, en él se enfatiza el monarca triunfante sobre los musulmanes, una variante de gran influencia, cultivado entre otros por Valdés Leal.
De las tres obras de Bartolomé Esteban Murillo que se pueden contemplar en esta exposición, la de mayor tamaño es el retrato dedicado a don Pedro de Urbina, arzobispo de Sevilla. En su estado actual no es fácil ver con seguridad la mano del maestro, pero no se debe olvidar que el cuadro sufrió graves desperfectos cuando se lo llevaron los franceses.
Fue Murillo un excelente interprete del tema de San José con el Niño, del cual realizó varias versiones, todas ellas de composición diferente. En esta exposición San José está representado de medio cuerpo con el Niño en sus brazos. De este modo, pudo satisfacer a la amplia clientela sevillana que le demandó este motivo, cuya devoción fue muy intensa tanto en esta ciudad como en toda España a lo largo del siglo XVII, en gran medida gracias a Santa Teresa, quien popularizó el culto a este santo propiciando la realización de estas representaciones pictóricas. El lienzo muestra el característico dibujo de Murillo, con formas suaves y amables, coincidiendo con el estilo que el artista desarrolló hacia 1670, último periodo en el que alcanzó la cima de su expresividad creativa.
La trilogía murillesca de esta exposición se completa con Las dos Trinidades, esta obra totalmente de Murillo, tanto por la factura de su dibujo como por las entonaciones cromáticas, la escena se sitúa en dos ejes claramente diferenciados. La pintura está impregnada por esa atmósfera de dulzura e intimismo que Murillo, con su pincelada fluida, siempre supo otorgar al tratar sus cuadros de tema devocional.
Una de las piezas magnas de esta exposición es San Pedro Nolasco asistido por dos ángeles, de Zurbarán. La escena representa el momento en el que San Pedro Nolasco, en su ancianidad, se encontraba impedido de poder moverse por su convento, sentado en un sillón e inmóvil, anhelaba acudir al coro para rezar con sus compañeros de comunidad, doliéndose de que su precaria salud le impidiese hacerlo. En ese momento el cielo atendió sus deseos y le envió dos ángeles que, tomándole de la silla donde se encontraba, le trasladaron hasta el coro de la iglesia para que de esta manera pudiera cumplimentar sus obligaciones espirituales.
Llama la atención profundamente en esta pintura el sentido de la calma y serenidad con que se resuelve la escena, que no es otra que un prodigioso sobrenatural. Es de destacar en esta pintura el armonioso juego cromático que en ella se recrea, presidido por el golpe blanco del hábito de San Pedro Nolasco y que centra la escena. Este mayoritario tono blanco y resplandeciente se encuentra amortiguado por los tonos malvas, amarillos, rojos y verdes del vestuario de los ángeles cuya refinada factura es totalmente propia de Zurbarán, y como es habitual en este pintor, sobre todo en su primera época, el ambiente arquitectónico en que se desarrolla la escena es absolutamente sobrio y despojado.
Es por lo tanto esta pintura, inédita hasta el presente, una de las más recientes aportaciones al estilo de Zurbarán, en la que la sencillez en la composición y la armonía en el cromatismo evidencian una vez más el talento de este artista, insuperable en el dominio de la calma y el sosiego espiritual que destacó en una época en la que, por el contrario, triunfaba lo complejo y aparatoso.
Completa el recopilatorio dedicado a los maestros del barroco andaluz Alonso Cano con su Visión de san Antonio de Padua, esta es una de las más bellas pinturas de escuela española actualmente en Inglaterra, pero su inspiración y tratamiento son demasiado dramáticos como para considerarla una pintura religiosa.
Del belga Cornelius Schut, residente en Sevilla en el siglo XVII, se expone una Inmaculada Concepción, donde recrea los modelos de Murillo, prolongando al igual que otros seguidores y discípulos sus prototipos hasta las primeras décadas del siglo XVIII.
Esteban Márquez está presente en esta muestra con cinco lienzos, esta serie pertenecen a un conjunto de quince procedentes del Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla y actualmente repartida entre la Diputación Provincial y Cajasol. Del apostolado Santiago el Mayor, Santo Tomás, San Andrés y San Pedro, destaca por la buena calidad del conjunto como se percibe en sus estudios anatómicos. Por otro lado, en la composición de San José con el Niño la filiación murillesca se aprecia especialmente en la relación afectiva entre el padre y el hijo.
La exposición se completa con un tapiz Carlos y Ubaldo en la Fuente de la Risa, esta pieza forma parte de un conjunto de la Historia de Reinaldo y Armida, episodio amoroso incluido en la obra de Torcuato Tasso Jerusalén libertada, de gran difusión en el siglo XVII y una de las obras poéticas más ilustres de todos los tiempos.
El acto de inauguración de esta exposición tuvo lugar el pasado 13 de diciembre y contó con la presencia del vicepresidente de Cajasol, José Luis Ros, el director de la Obra Social y Fundación, Fernando Vega; y el director territorial de Castilla-La Mancha y Centro, José Aguilar.