La nueva vida de Paulo Ferreira, el panadero de Maranchón


El cotidiano gesto de comprar el pan se puede convertir en una misión imposible si no fuera por personas como Paulo, el nuevo panadero de Maranchón, y otros muchos que garantizan este servicio en las zonas menos pobladas de nuestra provincia.

Cuando un panadero, al igual que cualquier otro comercio que presta servicio en estos pueblos de la “Laponia Española” anuncia su jubilación o el cierre de su negocio, el pánico recorre la comarca como si de un viento gélido, propio de estas tierras, surcase la comarca. La falta de este servicio es también la falta de comunicación con alguien, el encuentro diario de nuestros mayores en su pueblo. Cuando el panadero hace sonar su claxon es un momento de saber cómo has pasado la noche, saber si todo va bien o si  necesitas algo. Es ese momento en el que la plaza del pueblo recobra la vida por unos instantes en los días de otoño e invierno esperando que el jolgorio de las fiestas y los niños llegue pronto con un nuevo verano.

Hoy acompañamos a Paulo Roberto en su quehacer diario, en su ruta por los pueblos llevando pan y algo de vida.