La reconstrucción de Chile tras el seísmo podría durar al menos tres o cuatro años

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: EUROPA PRESS
Se estima que el coste de las tareas se eleve a 22.210 millones de euros
La mandataria chilena, Michelle Bachelet, por su parte, ha reconocido que la reconstrucción del país podría durar al menos tres o cuatro años, mientras que los expertos creen que los daños podrían situarse en unos 30.000 millones de dólares (22.120 millones de euros), equivalente a cerca de un 15 por ciento del Producto Interno Bruto chileno.
Ante esta situación, Bachelet ha adelantado que para financiar la reconstrucción probablemente será necesario recurrir a créditos extranjeros o a la ayuda de organismos financieros internacionales. “Vamos a tener que pedir y esperamos que a través del Banco Mundial u otras iniciativas contar con el (dinero) suficiente. Hay una destrucción de infraestructura, de carreteras, tenemos en las zonas afectadas 29 hospitales muy muy afectados”, señaló. “Vamos a necesitar concurrir, sin duda, a organismos internacionales”, agregó.
La mandataria se dedicó este jueves a visitar varios centros de acopio de alimentos y bienes de primera necesidad para supervisar la distribución de la ayuda a los damnificados del terremoto, pese a las duras críticas que ha recibido por el reparto tardío de alimentos a los damnificados.

Su sucesor, el empresario conservador Sebastián Piñera, que tomará posesión del cargo el próximo 11 de marzo, nombró este mismo jueves a dos intendentes que se harán responsable de la reconstrucción en la región de Maule y la región de Bíobío, las dos más afectadas por el seísmo y posterior tsunami, así como en otras tres zonas algo menos afectadas. El presidente electo designó a la actual alcaldesa de Concepción, la segunda ciudad en importancia de Chile y la más próxima al epicentro del seísmo, Jacqueline Van Rysselbergue, futura intendente de Bíobío y a Rodrigo Galilea, futuro intendente en Maule.

Prioridad de Piñera
Después de que Piñera haya admitido públicamente que necesariamente su programa de Gobierno deberá modificarse para priorizar la reconstrucción del país, el empresario conservador insistió en que su política estará centrada en cuatro ejes: enfrentar la necesidad ciudadana, dar apoyo y ayuda y tratar de encontrar a las personas que están desaparecidas y restablecer el orden público.
Mientras en las ciudades cercanas al epicentro, a unos 550 kilómetros al sur de Santiago, los testimonios de los dos millones de damnificados muestran la cruda experiencia y el incierto futuro que enfrentarán justo cuando Chile se preparaba para celebrar su Bicentenario. Tanto en esas regiones como en el resto del país, especialmente en la capital chilena, la fuerza de uno de los seis terremotos más grandes de la historia mundial ha marcado a fuego su huella destructiva.

Sin distinción de barrios o de sector socioeconómico, en lugares acomodados o de menores recursos, cientos de miles de casas y edificios de departamentos muestran graves daños estructurales, la mayoría de los cuales impiden no sólo habitarlos, sino incluso rescatar las pertenencias de sus ahora desolados propietarios. Es así que tanto en la periferia más pobre como en las zonas más pudientes, parques, jardines y plazas de condominios lucen como coloridos campamentos en medio de la trágica emergencia, ya que los dueños de los pisos y casas se niegan a arriesgarse a que otro seísmo no sólo les quite el lugar donde vivían, sino también la vida. Asimismo, las numerosas y fuertes réplicas hacen aún más crítica la situación.
En el casco más antiguo del centro de Santiago y zonas emergentes por ser las elegidas por la clase media y los jóvenes profesionales, lucen hoy varios edificios modernos y publicitados como “una nueva forma de vivir”, pero inclinados y amenazando con caerse en la próxima réplica.

La situación ha adquirido ribetes mayores debido a que gran parte de los pisos destruidos son nuevos, con no más de cinco años desde que fueron entregados a sus propietarios, quienes hoy se organizan en grandes grupos para realizar demandas judiciales colectivas en contra de las empresas constructoras. Y si bien muchas de estas compañías han visitado las obras y se han reunido con sus desesperados clientes, pocas han sido las que han llegado a algún acuerdo con ellos.
La mayoría señala que los edificios pueden repararse, aunque a simple vista los daños estructurales parecen amenazar a cualquiera que se atreva a ingresar. Sólo una empresa, Paz, que en la bolsa ha sufrido grandes retrocesos tras el terremoto, ofreció a un grupo de clientes devolverles el dinero o trasladarlos a uno de sus proyectos. Otras dos empresas se han declarado en quiebra y la gran mayoría aún no da la cara. El Ministerio de Vivienda comenzó este jueves la fiscalización de edificios públicos y privados, así como de escuelas y otros recintos del Estado. Sin embargo, dado el actual sistema judicial chileno y el estado de la situación tras el terremoto, se espera que este seísmo sea sólo el inicio de una larga batalla legal que deberán dar ahora a quienes el seísmo les derrumbó el llamado “sueño de la casa propia”.