Las cachiporras darán la salida a las fiestas en honor de San Blas el domingo

23/01/2011 - 08:40 A.Villalba

 
Caridades, cachiporras, San Blas y botargas se sucederán durante la próxima semana en Albalate de Zorita. Las celebraciones y lo tradicional se darán cita en la localidad, que se inmiscuirá en las profundidades del sabor antiguo en pleno siglo XXI.
 Este domingo, día 23 de enero, darán comienzo las fiestas en honor de San Blas, con la tradicional, y simbólica en la actualidad, Aporreada de puertas de la localidad. Esta tradición tiene lugar el día de las cachiporras, consistente en recorrer las casas de la localidad para pedir dinero, (antiguamente trigo) para confeccionar las caridades de San Blas.
 En esta carrera de pedir participan la alcaldesa y concejales del Ayuntamiento, miembros de la Hermandad del Santo, acompañados por una enorme chiquillería, (que en otros tiempos portaban en sus manos las clásicas cachiporras de sabina y enebro) recorriendo las calles de Albalate de Zorita.
 De este modo una marabunta de gente pasa el rato pidiendo de puerta en puerta una aportación económica (y totalmente voluntaria) con la que después se financiará la típica caridad de San Blas, siendo ésta unos panecillos de sabor anisado que simulan la forma del gorro con que se toca a su patrón, San Blas, y a los que se le atribuyen propiedades curativas para la garganta de todos aquellos que la toman.
 Tanta es la fe que profesan los vecinos de Albalate, que éstos se la dan a comer a niños, ancianos, enfermos e incluso a animales domésticos y de corral.
 
Tradición sin referencias
De esta antigua tradición que se pierde en la memoria de los ancianos no queda ya referencia escrita sobre cuándo y cómo empezó a celebrarse, pero lo que sí es cierto es que la fe curativa en ese panecillo no ha decaído durante todos estos años entre la población.
 Uno de los cambios que sí se ha producido con el paso de los años ha sido la forma de solicitar el donativo, ya que antiguamente los niños portaban cachiporras (troncos de olivo) y aporreaban todas aquellas las puertas que se encontraban cerradas y no dejaban de hacerlo hasta que la llamada ama salía a dar el donativo de la caridad de San Blas, que posteriormente sería repartido entre la vecindad por las autoridades y mayordomos del Santo el día de la Candelaria.