Los partidos británicos revisan tácticas en la recta final

01/10/2010 - 09:45 Hemeroteca

Por: EUROPA PRESS
Los tres principales partidos británicos aprovecharon la recta final en la que ha entrado ya la campaña para reformular por última vez sus estrategias electorales, con el objetivo de garantizarse la máxima influencia en el mapa político que salga de los comicios del próximo jueves.
Ante unas encuestas que apuntan unánimemente a una victoria conservadora por mayoría simple, los laboristas han pasado a la acción para evitar el traslado de David Cameron a Downing Street mediante la apelación al voto táctico, es decir, la papeleta liberaldemócrata en aquellas circunscripciones en las que el partido no tiene posibilidades. El paso adelante partió de varios ministros y, aunque Gordon Brown se desmarcó insistiendo en que la única demanda para el jueves pasa por el Laborismo, entre los promotores más destacados se encuentra el considerado máximo aliado del ‘premier’, Ed Balls, titular de Infancia y una de las posibles alternativas para un recambio al frente del partido, si no fuera por la impopularidad que la línea dura de su gestión le ha generado.

La intervención de Balls, apuntada en principio en la revista New Statesman e insistentemente recurrida a lo largo de esta jornada, prueba el carácter oficial de la nueva apuesta por el voto táctico. El cuartel general laborista habría dado el visto bueno a una práctica que llevaba ya semanas en marcha por parte de los ‘fontaneros’ que trabajan sobre el terreno en las consideradas plazas marginales. Los pronunciamientos públicos de los miembros del Gabinete no han hecho más que confirmar la estrategia.

Sin embargo, acometerla supone un riesgo que podría volverse en contra del partido cuando se dispone a una carrera contrarreloj de 36 horas de campaña para apurar los últimos cartuchos. El llamamiento evidencia el desánimo en las filas de un Gobierno que no sólo perdería la mayoría absoluta, sino que pasaría a la oposición tras 13 años en el poder. Es más, llevarlo a cabo afectaría a la tradicional vinculación entre el diputado y los ciudadanos a los que representa en el Legislativo, además de que ofrece a sus rivales una renovada arma política.
Así, ni siquiera los supuestos beneficiarios aplaudieron el movimiento. Nick Clegg lo consideró “desesperado”, manteniendo la línea dura con la que ha venido aludiendo cualquier pronunciamiento procedente de los laboristas, en especial de Brown, por quien siente una conocida incompatibilidad.