Los relojes de sol más singulares de Guadalajara se pueden ver Yebes

03/04/2012 - 15:52 Redacción

Desde un azimut lineal situado sobre un banco corrido junto a la puerta de la iglesia parroquial de Torremocha del Campo, que es una auténtica rareza, hasta una piedra molar que regulaba los tiempos de riego en Almonacid de Zorita. De las clásicas esferas de misa a los relojes de sol de diferentes variantes, como los declinantes, canónicos, verticales y horizontales, de los que se conservan buenos ejemplares en casas particulares e iglesias de Guadalajara y que han sobrevivido al paso del tiempo. Son algunos de los relojes de sol que están desperdigados por la geografía provincial y que hasta el próximo 15 de abril se pueden a través de una exposición fotográfica que cuelga de las paredes del Ayuntamiento de Yebes, una muestra que forma parte de los fondos documentales de la Diputación Provincial.
La gnomónica es la ciencia que reúne los conocimientos y prácticas alrededor del diseño, confección y orientación de los relojes solares. En la provincia de Guadalajara se dan casos singulares en torno a estos primeros instrumentos que existieron para medir el tiempo. Así, la fachada de la iglesia de Alcocer tiene hasta once relojes primitivos y dos verticales. En la de Viana de Mondéjar se puede admirar un conjunto de seis esferas de misa a ambos lados de la portada, cuatro de ellos inalcanzables para ser manipuladas, algo que no era usual en este tipo de útiles. La parroquia de Tortuera conserva seis relojes que permiten adivinar la evolución de estos rudimentarios artefactos horarios, desde una simple esfera de misa hasta un reloj canónico evolucionado. La explicación a este batiburrillo no está documentada, aunque entonces era frecuente que sillares con relojes fueran sustituidos por otros y cambiados de lugar para ser utilizados como material de construcción.
José Antonio Real invita a los vecinos de Yebes y Valdeluz, a donde llegará en la segunda quincena de este mes, a visitar esta exposición, “que es tan sorprendente como didáctica”, y que constituye una “oportunidad única” para adentrarse en el mundo de aquellos primeros medidores de tiempo. El concejal de Cultura recuerda que la mayoría de estos relojes solares han llegado hasta nuestros días con un deficiente estado de conservación. “Las irrespetuosas reformas, los elementos arquitectónicos que se superponían sobre ellos o la profusión de cables, tendidos eléctricos y farolas que se colocaban encima o a su alrededor, han hecho que hayan perdido parte de su encanto y vistosidad”, señala.